Soy la número 2 [saga Arévalo #4]

Capítulo 12

Maximiliano.

El sonido del móvil me despertó, a tientas lo busqué en la mesita de noche, mi error: no mirar la pantalla para ver el número.

- Diga -

- Maximiliano - me tensé al volver a escuchar esa voz - ¿por qué cambiaste tu número?

- ¿Qué quieres Paula?

Se quedó callada por un momento, me senté en la cama.

- Necesito verte.

- No hay ningún motivo para vernos.

- Maximiliano, necesito tu consejo.

- No tengo ningún curso de psicólogo - me pasé la mano por el cabello, era el colmo que me hablará para pedirme consejos sobre su matrimonio, yo no era de esos ex esposos que quedaban de amigos, era de naturaleza posesiva era algo muy difícil para mí, aconsejar a alguien que una vez fue mía.

- Por Dios, no puedes darme la espalda, eres la única persona a quien puedo recurrir.

- Tienes a tu esposo, pídele consejo a él -eso era lo más lógico, lo adorno tanto cuando me dejó y me restregó en el rostro las cualidades del hombre maravilla que según sus palabras, a mí me faltaban.

- Nos estamos separando -

-¿A qué te refieres? - traté de sonar tranquilo, era triste darme cuenta que aún me afectaba.

- Voy a divorciarme, me he dado cuenta que no soy feliz con él, tú siempre eres amable, atento, cariñoso, aunque a veces me aburría lo empalagoso que eras, extraño eso - o sea, ahora era yo él hombre maravilla.

- Voy a casarme Paula, lo lamento por ti - Elena, tenía conmigo a alguien tan especial, no podía fallarle.

- ¿De qué hablas Maximiliano?, tú me amas a mí - cerré los ojos fuertemente, siempre tan segura pero no iba a darle el gusto de aceptar que aún sentía algo, Elena era mi futuro, alguien tan diferente a mi ex.

- No estés tan segura, voy a descansar -

- Dime, ¿Quién es?

- Los días de darte explicaciones ya pasaron, adiós - colgué sin importarme que se quedó hablando sola, era tiempo que yo siguiera con mi vida, acababa de aceptar que mis atenciones le eran aburridas, me sentí mal, pensé que a todas las mujeres les gustaba que las tratarán como las reinas que eran, quizás Paula era la excepción, Sébastien tenía razón, un tempano de hielo era más cálido que Paula.

Caminé hacia la cocina, me sentía sediento, tenía que ser fuerte, podía que Paula al día de hoy estuviera separada pero eso no significaba que me amaba o que yo significaba algo para ella, fue tan clara cuando me dijo que amaba a su esposo, quizás él era como ella un tempano de hielo, y ahora extrañaba a este empalagoso pero no caería más en su juego, tenía conmigo a Elena, tan cálida, emotiva, dulce, ella valía la pena, no iba a dejarla por Paula.

Cuando regrese al cuarto, vi la lucecita en el móvil indicando que tenía un mensaje, me quedé observándolo por un momento, suspiré y lo agarré, sabía que era de Paula, no cedía cuando se le llevaba la contraria y en este caso era yo quien no estaba a su disposición como ella esperaba...

- "Si piensas que te creo que tú vas a casarte con otra, estás equivocado, me amas, eres de esos hombres que cuando aman una vez no lo vuelven a hacer otra vez.
Averiguare donde estas y ten por seguro, que llegaré, supongo estás dolido porque me fui de tu lado pero he regresado."

Me senté en la esquina de la cama, Paula estaba tan segura de que yo caería nuevamente, el único culpable era yo, todas las palabras que le dije cuando sentía que moría de amor por ella, la hacían sentirse poderosa, no podía mentirme a mí mismo aún sentía algo por ella, pero Elena era una fresca brisa en mi vida que estaba seca, no quería que Paula la conociera, ella podía arruinar la bonita relación que estaba naciendo, sabía que podía amarla muchísimo, solo era cuestión de tiempo, por el momento adoraba besarla, abrazarla, sentirla entre mis brazos.

Tomé nuevamente el móvil, Paula podía conseguir fácilmente mi dirección llamando a tío Víctor, marqué su número, me sentía impaciente cuando sonó varias veces y no respondió, colgué con preocupación, aún no sabía lo que yo sentiría al volver a ver a Paula y realmente no quería averiguarlo, quería vivir la emoción que sentía cuando veía a Elena y eso Paula podía dañarlo.

Le envié un mensaje a tío Víctor que me urgía hablar con él, esperaba que lo leyera pronto, con mucha preocupación me fui a la cama, sabía que me iba a costar conciliar el sueño, justo ahora aparecía casi soltera en mi vida Paula, cuando yo había decidido comenzar de nuevo.

 




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