Estaba terminando de apagar la estufa cuando sonó el timbre, frunci el ceño y me dirigí a abrir, no me sentí tan sorprendido al ver a Paula pero si molestó al verla parada ahí.
- Maximiliano - me recorrió con su mirada de la cabeza a los pies.
- ¿Qué haces aquí? - dio un paso para entrar pero cerré más la puerta sólo con la mitad de mi cuerpo hacia afuera.
-¿No me dejarás entrar?- frunció el ceño.
La miré a los ojos, de hecho estaba descubriendo que me encantaban más los ojos azules con la mirada inocente, que los café claros con mirada altiva.
- No eres bienvenida - enarcó una ceja.
- No estoy jugando Maximiliano, si lo que deseas es castigarme por que me fui de tu lado, puedes hacerlo después... en la cama.
Me molestó su ofrecimiento, no era de los que me gustaba el sexo con golpes, me daba cuenta que las preferencias de Paula habían cambiado y no me apetecía para nada dormir con ella, así que me iba a volver a replantear si sentía algo por ella aún.
- No estoy interesado, deberías estar con tu hijo - se pasó la mano por su cadera y me miraba con lujuria... cosa extraña si en los últimos años no le gustaba el sexo.
- Está con su padre.
- Tiene un año Paula, te necesita - ella solo se encogió de hombros.
- Su padre decidió quedarselo, él niño estará bien con su papá, no le faltará nada, tú y yo podemos comenzar de nuevo - extendió su mano para tocar mi rostro pero me aparté.
- Te dije que voy a casarme, no quiero comenzar de nuevo contigo, busca como arreglar tu matrimonio, hazlo por tu hijo.
- Él no es suficiente para mi, es alguien tan frío, le da igual si no me ve diario, tú podías estar muy ocupado pero sacabas tiempo para mi, me asfixiaba pero me doy cuenta que extraño eso.
Sonreí con ironía, él era como ella, y no le gustaba.
- Lo siento, deberías hacer un esfuerzo - levanté mi brazo para ver la hora - Debo salir.
- Iré contigo, asi podremos hablar.
- Estas loca, contigo ni a la esquina, busca como arreglar tu matrimonio, tu hijo te necesita, conmigo todo acabo.
- Si crees que me botarás tan fácilmente estas equivocado Maximiliano, jamás vas a querer a esa mujer que se está metiendo entre nosotros.
- Nadie se está metiendo entre nosotros, desde hace tres años no hay nosotros, soy un hombre libre para hacer lo que quiera, en cuánto a que nunca la voy a querer, tienes razón - su sonrisa me molestó muchísimo - Porque hacia ella sólo es puro amor, pero un amor como el que nunca le he tenido a nadie más, que te vaya bien en la vida, no me buques más.
La miré por ultima vez y cerré la puerta ante su mirada atónita, fui por mis llaves, me senté y esperé mientras mi puerta era aporreada por Paula, todavía esperé cinco minutos más cuando dejó de hacerlo, sabia que no me dejaría marchar tranquilamente.
Me levanté y abrí, ya no se miraba por ningún lado, bajé por el ascensor y salí apresuradamente hacia mi auto, hasta el coche cambie, todo lo que tuvo que ver con ella lo cambie.
Salí hacia la peluquería a buscar a Elena, creo que tuve que ver a Paula para darme cuenta que no sentí nada al verla, cada momento la compare con Elena y entendí que jamás dejaría a Elena, nuestra relación a sido tan rápida pero el amor no mide tiempo, edad, color, porque me daba cuenta que me había enamorado de Elena.
Sonrei porque estaba seguro que la segunda vez que me enamoraba iba a ser feliz porque esta vez lo había hecho de la mujer correcta.
Cuando me estacione senti que la furia se apoderaba de mi, el tal Carlos estaba junto a Elena, ella ya estaba afuera esperándome y él alrededor de ella como un ave carroñera, camine hacia ella, llevaba el cabello suelto, sus ojos azules brillaron cuando me vio, me hacia sentir especial, por primera vez me senti apreciado y por una maravillosa mujer.
Me acerque y la bese, el tal Carlos tenia que saber que no estaba disponible.
- Lamento llegar tarde querida tuve un imprevisto - Carlos me miraba molesto.
- Si yo fuera tu novio, no te haría esperar -
Ambos lo miramos sorprendidos.
- Te aseguro que no llegaras ni a preguntarle a Elena que sean novios, no está disponible ni hoy ni nunca para ti ni para nadie más - iba a acercarme a él pero Elena puso su mano en mi pecho.
- Vámonos Max, tengo hambre - suspire mientras nos veíamos con furia.
- No te le acerques, que sé defender lo que es mio - me di la vuelta, tomando de la mano a Elena.
La miré de reojo, ella era única, podía que ella compartiera su rostro con sus dos hermanas pero mi Elena era única. La ayude a subir al auto, senti su delicioso olor.
Cuando arranque para el apartamento decidi contarle de la visita de Paula, esperaba que ella no apareciera pero era mejor avisarle.
- Paula apareció - ella me miró interrogante - Antes de salir ella llegó.
- ¿Donde está? - se pasó la mano por su cabello.
- No lo sé - tomé su mano y la besé - tú eres mi presente y mi futuro Elena.
- ¿Sentiste algo cuando la viste?
Detuve el coche y me giré hacia ella.
- No senti nada Elena, te puedo asegurar viéndote a los ojos que no siento nada por ella, no te negaré que la amé en su momento pero sólo yo amaba en esa relacion de la que hoy soy libre.
Me acerque y la besé suavemente, miré su rostro, acaricie sus mejillas.
- ¿Donde estuviste todo este tiempo Elena? Pasé años de mi vida caminando solo por la vida, pensando que nadie ahí afuera desearía compartir su vida conmigo.
- Yo deseo compartir mi vida contigo Max.
- Quiero ver tu rostro antes de dormir y verlo al despertar - roce sus labios - Cuando descubramos la verdad del secuestro de Lena, deseo que comiences los preparativos de la boda.
- ¿Y si eso nos lleva tiempo el descubrir la verdad? - sonrei sólo ella podía mostrarse impaciente por mi, nunca Paula fue impaciente por verme, menos lo fue antes de nuestra boda, simplemente le daba igual.
Editado: 02.01.2022