Soy la número 2 [saga Arévalo #4]

Capítulo 23

Maximiliano

-¿Estás bien? - Elena se cruzó de brazos.

- No, estoy impactada Max - me acerqué y levanté su rostro.

- Lo imagino - me acerqué para besar sus labios pero se separó - ¿Pasa algo?

- Max, necesito tiempo para procesar todo lo que paso.

- ¿A que te refieres con tiempo? - sentí mi cuerpo tensarse.

- Déjame ir por unos días a la casa de mi abuela -  sus ojos eran tristes.

- ¿Porqué? Querías a tu hermana y aquí la tienes.

Ella bajó la cabeza.

- No olvides que quien hizo tanto daño fue mi propio padre, solo déjame ir Max, todos estos años hemos vivido bajo la culpa, inconcientemente culpaba a la familia de mi madre, quiero ver a mi abuelita.

- Te acompaño - ella desvío la mirada.

- Quiero hacerlo sola Max.

Frunci el ceño, no quería dejarla ir, algo estaba mal podía sentirlo pero Elena se lo callaba.

- Esta bien Elena - la acaricié con la mirada, esperaba que Elena no se hubiera confundido con sus sentimientos y creyera amarme todo el tiempo que estuvimos en la búsqueda de su hermana y ahora que la encontramos no me estuviera desechando.

- Max - se acercó y me abrazó fuerte - Gracias por habernos reunido de nuevo.

Se separó y salio de la sala dejándome ahí de pie mirando el vacío,  hasta este momento me di cuenta que Elena nunca me ha dicho que me ama.

El dolor que sentí no fue comparado a lo que sentí cuando Paula término la relación, no podía perder a Elena, la dejaría ir pero si en una semana ella no regresaba iría tras ella.

Elena

- Estas loca - Eloise estaba con los brazos cruzados, mi hermana era callada pero cuando abría la boca decía las verdades.

- Entiendeme - me senté en la esquina de la cama.

- No lo haré Elena, estas dejando a un buen hombre por pura pendejada.

- No lo es, siento vergüenza con la familia de Max por lo que hizo mi padre, son adinerados, mira ese jarrón debe valer muchísimo, ¿Crees que aceptarán que su sobrino se case con una mujer cuyo padre iba a vender a su propia hija? - me pasé la mano por el cabello.

- Lena esta casada con uno de ellos, no deben ser snob.

- Lena es una víctima de papá y lo sabes - me levanté y tomé mi bolso.

- Bien, vete Elena pero no tardes, tal vez nuestra abuela te hace entrar en razón, tienes a un gran hombre que te ama y lo quieres dejar por pura pendejada. -esa era otra cosa de mi hermana tenía una boca algo sucia, mamá decía que lo aprendió cuando comenzaba a trabajar en los bares de cocinera.

- Estare en casa de la abuela por si también deseas tomarte un tiempo.

Ella se encogió de hombros.

- ¿Para qué? Me puedo tomar un año entero y Adrián ni cuenta se daría.

Miré a mi hermana, debía ser duro amar a alguien que ni cuenta se daba que existía.

- Esta bien hermana - abracé a Eloise, salí del cuarto que nos habían asignado en casa de Lena.

Subí al taxi y miré por última vez la casa de Lena.

Mi padre nos había hecho tanto daño, nos habíamos separado de la familia de mamá porque todos se culpaban de la desaparición de Lena y él había sido el culpable.

Cuando llegué a la casa de mi abuela, sentí añoranza de mi niñez, ella me abrió la puerta, al verme sus ojos se llenaron de lágrimas, la abracé fuerte, también la había extrañado.

- Mi niña pasa -  entré a su casa, se sentía el olor a lavanda de siempre, la seguí a la cocina y como esperaba el delicioso olor a café inundaba la cocina - Me alegra que estés aquí, hace años dejaron de visitarme.

Me senti culpable mi pobre abuela había pagado por algo que no había hecho, Gastón sostenía que había sido uno de mis tíos, la mayoría manejaban furgones y sostenia que ellos la habian sacado del estado, así que él los culpaba del secuestro y mi abuela defendía a sus hijos porque sabia que eran inocentes.

- Abuela,encontramos a Elizabeth - ella se tapó la boca con sus manitos y comenzó a llorar.

Me levanté y la abracé, cuando se calmó, le relaté todo lo que paso.

- Siempre supe que ese hombre no era para tu madre.

Ella me miró.

- Tienes tristeza en tu rostro Elena, deberías estar feliz por que al fin están las tres juntas.

- Abuela estoy enamorada - me mordí el labio.

- Esa es buena noticia amor - frunció el ceño - ¿Que pasa?

- Yo... - me pasé la mano por la cabeza - Tengo miedo de que su familia me rechacé por lo que hizo mi padre.

 




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