Por su parte Yevhen se había perdido al ver como Masumi salía a toda prisa de la habitación. Su corazón latía violentamente con fuerza sobre su pecho. ¿Pero qué rayos había pasado?
—¿Mi Señor? —Mikha entró a su oficina en ese momento, mientras a su espalda podía escuchar como llovía torrencialmente.
—Ella… Terminó conmigo—Cuando lo dijo, sintió el golpe de su realidad.
Mikha vio cómo su jefe y amigo se desplomaba en la silla desbastado, no era un buen momento, por lo que solo acercó la botella casi vacía de Whisky acompañado de una botella nueva y un vaso, para salir de la oficina cerrando la puerta.
Los siguientes cuatro días solo se podrían describir como el mismo infierno. No solo se había complicado el trabajo en la empresa, sino que era testigo de cómo Yevhen solo se adentraba más y más en su perdida.
Los primeros cuatro días, la Señora Agatha había tocado la puerta para entregar todos los regalos que Yevhen había dado a Masumi, esto solo hizo que se agravará la herida.
(…)
Mikha intentaba entrar a la oficina luego de que Yevhen se hubiera encerrado al escuchar las noticias de que Masumi había cumplido su palabra, y con ello roto toda esperanza de que volviera.
—¡Yevhen abre la puerta! —Sin ningún tipo de contestación, golpeo repetidas veces la puerta, intentando abrirla, pero nada.
—… Esto es raro—al voltear a mirar, Agatha seguía ahí, mientras su nieto subía todos los regalos llenando la suite con la ayuda de algunos encargados.
—¿Tan raro se ve? —Hablo Mikha cansado.
—Masumi dijo que Yevhen le termino. Ella parecía tan rara, como si no fuera la misma persona, sino alguien más cálida y dulce—Al escuchar esas palabras, suspiro.
—Es cierto que ella estaba rara, pero Yevhen no quiere escuchar a nadie, se la pasa mirando por la ventana la habitación de Masumi—Agatha se sorprendió de escuchar esto.
—Eso quiere decir…—hablo preocupada.
—Si, ya sabe que se mudó de habitación—resoplo, cerrando los ojos y frotándose la cara con las manos—No sé qué hacer Señora Agatha—confesó el chico preocupado por su amigo.
La mujer solo le dio una sonrisa triste y coloco su mano en su hombro, dando algunas palmaditas.
(…)
No podía de la emoción, sin duda vería a mis padres después de mucho tiempo. Ya había comprado el boleto de avión, daba saltitos alrededor de mi nueva habitación mientras empacaba toda la ropa que necesitaría para mi viaje.
—Dos meses son muchos…—Analice, mirando lo pequeña que era mi maleta, por lo que tome mi mochila y también la llene de ropa.
Repasaba mentalmente la lista de todo lo que necesitaba. Una vez preparada, salí de la habitación cerrando con llave, ya había reportado que viajaría, tenía en mi rostro una gran sonrisa, la mochila pesaba en mis hombros, mientras con una mano arrastraba la maleta.
Caminaba con tranquilidad por el campus, hasta que llegue a la entrada de la universidad, mire el hotel por última vez, cuando volviera ya no sentiría mi estómago revuelto, sería diferente. Tomé con fuerza la manija de la maleta, hasta que a lo lejos pude distinguir un Taxi, hice la señal dando un pequeño grito.
—¡Taxi! —El vehículo aparcó un poco adelante, el conductor esperaba a que me acercara.
Pero en ello, cuando estaba a punto de acercarme, pude sentir como algo me jalaba hacía atrás. Al voltear a mirar, me sorprendió ver a Yevhen sosteniendo mi mano con fuerza.
—¿A dónde te vas? —Su voz grave me devolvió a la realidad, en la cual podía jurar que solo se trataba de una ilusión.
Lo mire con los ojos abiertos de par en par, sorprendida. En ello pude observar en las malas condiciones en la que estaba. Sus pronunciadas ojeras y sus ojos cansados, su sucio y desalineado traje el cual olía a alcohol, su cabello estaba suelto y desordenado, todo de él estaba maltratado y sin atención.
—¿Así piensas dejarme? —Sus ojos brillaron en tristeza y rabia, el apretón de manos era mucho más fuerte.
—¡Oye! ¿Está bien señorita? —El taxista se bajó de su vehículo al ver la escena, yo voltee a mirarlo y solo negué con la cabeza deteniéndolo con mi mano.
—No se preocupe Señor, no me hará daño—Conteste con una sonrisa, el hombre no parecía convencido.
Puse mi maleta a mi costado y solo me acerque a Yevhen, poniendo mi mano sobre su mejilla. El tembló y lloriqueo ante mi toque, sus pupilas parecían temblar, su rostro con un gesto triste y decaído me decían que en cualquier momento comenzaría a llorar.
—… No quiero que te vayas—Escuche su susurro.
Durante esos cuatro días, había con todas mis fuerzas encontrar una explicación de por qué de la noche a la mañana tantas cosas habían cambiado en mi vida. Por supuesto no me quedo de otra que investigarlo por internet y solo había encontrado una respuesta que explicaba lo que me había pasado.
“De alguna manera viaje a un mundo paralelo…”
Pensé, mi teléfono estaba lleno de fotos que no recordaba con ese chico, incluso con más personas que no reconocía. Era extraño, pero de una cosa estaba segura. La Masumi Suzuki de esta realidad paralela era una mala persona y una villana. Aun recordaba el día de ayer en que había llorado después de entender el comportamiento de Yevhen.