Masumi estaba sentada, completamente rígida en el sillón de la sala, esperando a que volviera Yevhen de asearse. Miró a su alrededor, sabía que tardaría un poco dado que hace unos segundos se ausentó. Finalmente observó la habitación con detenimiento, la última vez que había venido no pudo hacerlo.
“Ugh, ya quiero irme…”
Al recordar ese humillante momento deseó irse, miró la puerta de salida y sabía que sería en vano. No tenía nada mejor que hacer por lo que simplemente cerro sus ojos un momento, rezando que Yevhen no lo malinterpretara.
—No queda de otra…—Murmuro para ella misma, levantándose del cómodo sillón de un salto.
Se acercó a la cocina y atando su cabello, poniéndose el delantal blanco que había encontrado, miro los ingredientes que tenía disponibles, encontrándose con una grata sorpresa, un paquete de Udon, al ver los fideos sintió un poco de tristeza al no poder ir a ver a sus padres. Miró la hora en el reloj, pronto sería momento de tomar su vuelo.
Suspiro, comenzando a cocinar, sin darse cuenta que estaba metida en sus pensamientos.
(…)
Yevhen se sentía renovado, había tardado más de lo esperado, pero finalmente podía sentirse como un ser humano. Se había afeitado, bañado y no sabía cuánto había extrañado usar ropa informal hasta que se la puso. Pero, al mirar su reflejo en el baño tenía un problema un tanto molesto, su cabello, este estaba enredado y para nada manipulable.
—Maldición—Murmuro suspirando, no lograba peinarlo.
En eso, un exquisito olor llego a su nariz, su estómago gruño con fuerza, recordando que no había comido en más de cuatro días. No pude evitar acercarse a la cocina, viendo como Masumi terminaba de preparar dos platos de Udon, mientras tarareaba, era la primera vez que la veía así.
Yevhen lo malentendió.
En su corazón, pudo reconocer que era la chica de la que se había enamorado, esa chica que había conocido por primera vez. Masumi, volteó a mirarlo y sonrió, su sonrisa lo dejo congelado, como sí se hubiera convertido en piedra.
—¿Tienes problemas con tu cabello? —Escucho su pequeña risa burlona y se acercó a él—¿Puedo ayudarte? —El brillo de los ojos en la chica, dejó al pobre en automático.
—Si…—Murmuro, sin dejar de verla, este obedeció a todas las ordenes de Masumi, pudo sentir como sus manos tocaban su cabello.
(…)
Pobre e ilusa Masumi, estaba olvidando que ese chico no es su novio, pero se siente como si lo fuera y no lo sabe.
Peinaba su larga cabellera hipnotizada del extraño color gris, que brillaba, era tan relajante que no notaba el cuello y las orejas rojas del chico. Se había dado cuenta que a la chica le gustaba su cabello.
Cuando termino de peinarlo y atar su cabello, Yevhen no pude evitar mirar la comida sin que se le hiciera agua a la boca. Se sentaron y degustaron el plato, quedando ambos satisfechos, era la primera vez que Yevhen comía algo casero de las manos de su chica.
Esperen. ¿Era su chica?
Yevhen miró intrigante a la chica que bostezaba.
—Puedes usar el baño si quieres, yo limpiare—Al escuchar la amable oferta del chico, Masumi asintió aun soñolienta.
Agradecía tener todo su equipaje ahí, tomó un baño y se cambió rápidamente, con la toalla puesta sobre su cabeza. Escucho por primera vez la suave risa del chico y al abrir sus cansados ojos, que se cerraban por el sueño, vio su brillante sonrisa.
No sabía que había pasado. Pero el corazón de Masumi ahora latía con fuerza, y sus ojos tenían un brillo distinto en sus violetas pupilas.
—Ya debes estar cansada, pero debes secarte el cabello correctamente o enfermaras—El chico se acercó con esa sonrisa, que a su parecer debía ser ilegal.
Tomó la toalla que tenía encima de su cabeza y seco su cabello, para luego usar un secador. Masumi no pudo decir nada, el corazón le latía con fuerza sobre su pecho, tanto que podía escucharlo en sus oídos, tuvo miedo que por un momento Yevhen fuera capaz de escucharlo.
—Masumi…—Al escuchar su nombre mientras seguía de espaldas sentada en la silla, puso atención a las palabras del peligris, aun podía sentir como secaba su cabello con la secadora—Hace cuatro días, terminaste conmigo diciendo que “era lo que quería” —La chica estaba confundida.
“¿No era eso lo que quería?”
Pensó, se giró un poco sobre su hombro viendo la triste expresión del chico.
—Seré totalmente sincero—Sus palabras se escucharon serias, mientras dejaba de hacer lo que hacía—No he podido comer, ni dormir, ni siquiera cuidar de mí mismo. Ya viste la condición en la que estaba—Sus palabras eran profundas, pero sabía que era verdad, lo había visto por su cuenta—Masumi…—Su expresión se había vuelta una de anhelo, por fin, podía ver sus ojos brillando, el chico se arrodillo, tomando las manos de la chica, quien abría sus ojos de par en par sorprendida—No quiero que terminemos, vuelve a ser mía, te lo ruego—Sus ojos azules profundos, sus condenados y hermosos ojos estaban brillando.
Masumi se quedó sin aliento ante el pedido de Yevhen, podía sentir sus manos temblar. Y finalmente notó la forma en la que verdaderamente este chico la veía, como veía a la Masumi Suzuki Villana, con deseo y amor, como si fuera todo.