Al día siguiente Yevhen y Masumi despertaron. Fue otra noche en la que, la pobre Masumi no pudo dormir, mientras que Yevhen parecía cada vez más descansado y lleno de energía.
La chica esperaba a que no se acostumbrara.
Finalmente la joven pareja se separaría, Yevhen volviendo al País Del Sol por trabajo, y Masumi a Japón para ver a sus padres.
Esta distancia no era tan larga, pero aun así generaba malestar en el chico de separarse de su chica, ahora que por fin la tenía para sí, y de la forma en que quería.
(…)
Luego de empacar todas sus cosas, algo que para la entusiasta chica no fue un problema, ya estaban en el aeropuerto.
A duras penas, Yevhen, pidió un boleto a Japón, quería pedirle que fuera con el, pero Masumi estaba tan emocionada de poder ver a su familia, que no podía.
Para colmo, el vuelo de Masumi era el primero en salir, por lo que vería a la chica partir. No podía soltarla, la tenía fuertemente abrazada, ocultando su rostro en su cuello, por un momento la chica imagino como si se estuviera despidiendo de un perro a que separaran de su dueña, en vez de su novio. Agito ligeramente su cabeza, disipando sus pensamientos.
—Tienes prohibido estar a solas con chicos. No puedes sonreírles. No vayas a verlos. No permitas que te traten informalmente. Y debes decir que tienes novio—Masumi parpadeo con sorpresa, sonrió riéndose un poco la mirada de Yevhen, al parecer de la chica era muy linda y tierna. Pero a la vista de Mikha, su jefe hablaba en serio.
—Si, está bien. Tú también con las chicas—Añadió, el chico frunció un poco el ceño y su mirada hizo derretir el corazón de Masumi.
Masumi, Masumi, ¿Cuándo vas a darte cuenta que tu no perteneces en ese mundo?
Rápidamente Masumi le dio un pequeño beso en la comisura de los labios a Yevhen, uno tan pequeño que apenas si se pudo sentir como una brisa tocándolo. Yevhen miró como la chica salía corriendo, mientras el permanecía estático. Ese fuerte deseo de no querer que la chica se vaya se hizo más grande, hasta que de la nada sintió como Mikha lo arrastraba hacía otra parada.
Una vez que tomó su compostura, se dio cuenta que ya estaba sentado en el avión, con este despegando. Miro un tanto irritado a Mikha, este solo apartaba la mirada de la suya, como si realmente no fuera consciente de como su jefe lo observaba como si fuera a asesinarlo.
(…)
Masumi había escapado ilesa de su cruel travesura que había dejado con ganas de un beso real al peligris. Su rostro estaba rojo, veía un tanto emocionada el azulado cielo por la ventana del avión, viendo como pasaban por las nubes, el radiante sol ocultándose en el horizonte, esto hizo que sonriera de felicidad.
“Espero todos estén bien…”
Pensó la chica, acostándose sobre el cómodo asiento, tendría que llamar a Yevhen al llegar para darle las gracias por comprar su pasaje en primera clase, aunque le había pedido que fuera turista, eso hizo reír un poco a la chica.
Pensar en Yevhen, solo le hacía parecer que todo era irreal, no sabía cómo había terminado en un mundo paralelo, pero estaba determinada en conseguir una respuesta, y remendar los errores cometidos por su otra yo.
“Pero, ¿Y si las cosas también cambiaron en casa?”
Ese pensamiento la hizo dudar, era verdad… ¿Qué pasaba si su relación con sus padres o hermano, ya no era lo que recordaba?
Masumi en ese momento tuvo miedo de bajar del avión.
(…)
Fue un viaje asfixiante, la pobre chica estaba agotada, con todos esos pensamientos rondando su mente, la pelicafé no pudo descansar, y su cabello y rostro eran la prueba de esto.
Al aterrizar el avión, Masumi bajo y fue por sus maletas. Había intentado llamar a Yevhen para avisarle que ya estaba en el aeropuerto, pero al no recibir contestación alguna, supuso que aún no llegaba a su destino.
Bostezando, fue a la parada de taxis, en donde subió en uno, dando la dirección de su casa. El trayecto era tranquilo, no había nada fuera de lo normal, todo estaba tal y como recordaba a excepción de los cambiantes carteles de publicidad. Fuera de eso, todo estaba bien.
—Es aquí Señorita—La chica miro incrédula la dirección, ¿En qué momento habían llegado?
—Muchas gracias—Dijo pagando al taxista.
No llamo a la puerta, si la relación con sus padres era la misma, se enojarían si lo hacía. Suspiro profundamente, conteniendo el aire de sus pulmones, por el miedo a equivocarse. Abrió la puerta, y entro…
—¡Mamá, Papá, Estoy en casa! —Al decir esto, un estruendo se escuchó en la cocina, Masumi se sobreexalto.
Vio a su madre corriendo en el pasillo, sin darle oportunidad de reaccionar ante tal ruido, esta venía gritando con una sonrisa.
—¡No puedo creer que finalmente viniste! —Río la anciana mujer, la chica sonrió, despidiendo algunas lágrimas de alivio, no había cambiado, ahora estaba segura.
—¿Mei, que paso? —En ello vio como su padre se asomó por el pasillo, al verlas salió corriendo de la misma manera, abrazándola.
—¡Mira nada más, finalmente Mi Niña, está en casa! —La sonrisa de su anciano padre, hizo feliz a la chica, mientras su madre limpiaba con su delantal las lágrimas de su hija.