Luego de aquel intenso momento, Mikha había logrado calmar a Yevhen y lo llevó directo a la compañía, por pedido suyo. Por primera vez Mikha ya no sabía en que estaba pensando su jefe y amigo. Se acercaban poco a poco a la compañía, los rostros felices de sus trabajadores se podía notar a leguas, además de alguna que otra de disgusto, la falta de organización y de un líder era tan claro que hasta daban ganas de llorar, solo con el hecho de que los primeros directrices no estaban esperándolo para recibirlo.
Mikha volvió a mirarlo, caminaba seguro y confiado, se preguntaba qué era lo que había pasado a detalle, lo único que Yevhen soltó fue: Masumi estaba llorando por su hermano.
“¿Pero, recién ahora? ¿Por qué no hace once meses atrás cuando se enteró de la noticia?”
Pensó el chico, Masumi estaba tan extraña, que podría jurar que era otra persona y no la Masumi Villana que conocía.
¿Villana? Me gusta cómo suena, maldito estorbo y secretario de segunda…
—¿¡No es…!? —
—¿Ese es el jefe? —
—Finalmente volvió—
—¿No estaba detrás de su novia maltratadora? —
—¿Cómo se llamaba? —
—Masumi…—
En ello golpeo con fuerza el mostrador de la secretaria, dando una mirada feroz a todos, quienes se callaron al instante, siguió caminando a paso seguro a su oficina, al llegar, vio a su primer directriz sentado en su silla con los pies sobre el escritorio y una brillante sonrisa, que se apagó al ver a Yevhen.
—¡Señor! Lo esperábamos para dentro de una semana—Se levantó apresuradamente con un visible rostro de pánico y terror.
El peligris puso sus manos en los bolsillos de su pantalón y lo miró con una sonrisa de cazador a su presa.
—Al parecer en mi ausencia te diste unos permisos Señor Davis—Hablo Yevhen, mientras que un aura asesina se podía sentir extenderse a su alrededor.
Mikha ahora lo entendía…
(…)
Al día siguiente, Masumi fue con sus padres a ver la tumba de su hermano, al llegar el nombre escrito parecía irreal, acaricio el tallado en la placa mientras sus padres le daban algo de distancia, observando con un gesto doloroso a su hija.
“Hikari Suzuki”.
—Perdóname por no venir antes Hikari…—Murmuro, sin dejar de pasar sus dedos por el nombre de su hermano, el pasto ya había crecido y se podía ver alguna que otra carta o flor seca alrededor de su tumba, probablemente de sus padres.
Mei, la madre de Masumi ayudo a su hija a ponerse de pie, lanzando un beso para que lo reciba la tumba de su hijo.
Sin decir ni una sola palabra más, el trio, padres e hija, volvieron a casa.
“¿Cómo pasó todo esto?”
Se cuestionó la chica, estaba segura que algo se le escapaba, tenía una pequeña corazonada de que había algo detrás de todo esto, pero no sabía cómo descubrirlo. Suspiró pesadamente.
A su mente vino Yevhen.
Entonces la chica tomó su teléfono y llamó a su novio.
—Hola, Cariño—Tartamudeo la chica, mirando en un punto fijo a la nada, mientras caminaba en automático sin ser consciente de su alrededor.
—Conejita—Escucho al otro lado de la línea, su voz se oía cortante y por alguna razón el escándalo de un segundo sé escuchaba de fondo.
—¿Estás bien? —Fue lo siguiente que dijo, confundida, con una clara expresión de nerviosismo en su rostro.
—Estoy bien, solo estoy limpiando la compañía de basura—
—¡Señor Yevhen, por favor! —
—Entiendo…—Ahora estaba incomoda, no supo que más decir—Si estas ocupado puedo llamarte en otro momento—Expresó la chica un tanto incomoda, de fondo no se paraba de escuchar a la “basura” protestar.
—Tranquila, ya lo sacaron—Y ante las palabras de su novio su lado de la línea reino en silencio, escuchándose solo su suspiro a continuación.
Masumi rio un poco, no pudo evitar imaginarse la escena, la chica paro de caminar y con una sonrisa un poco más animada hablo:
—Espero que tu “basura” pueda salir sin problemas—Fue la primera vez que Masumi escuchó la risa de Yevhen, en su oreja lo sentía como cosquillas.
—Pides demasiado, Conejita—Su voz calmada, sabiendo que el peligris en ese momento estaría sonriendo, hizo que su pecho se llenara de un reconfortante calor.
Sin ser consciente, Masumi era observada detenidamente por la mirada de sus padres, mientras estos se susurraban para que la chica no se diera cuenta.
—Ni siquiera se da cuenta que estamos con ella…—Murmuro Mei, la madre de Masumi, tomando el brazo de su esposo que tenía una mirada letal.
—Tenemos que detener esto—Hiroto intento acercarse, probablemente con la intención de tomar el teléfono de la mano de su hija.
—¡Alto ahí! La niña ya está en edad, más te vale ser amable con tu yerno—Las palabras de su esposa atravesaron el corazón de Hiroto.
—¡No me lastimes así, Mei! —Protestó con una mueca en su rostro, Mei se rio de su marido, palmando su pecho en señal de consolación.
Cuando voltearon, Masumi había terminado la llamada y finalmente volteo a mirar a sus padres, se tensó al darse cuenta que ellos estaban allí desde el principio.
—¿Cariño, tienes algo que decirnos? —Sonrió de forma maquiavélica su anciano padre, la pelicafé se tensó, alzando sus manos en rendición.
—Debe ser un gran chico—Exclamo su madre emocionada, con las mejillas un tanto rosas.
(…)
Pobre Masumi, todo el camino de vuelta fue bombardeada por los Consejos Amorosos de sus padres, además de llenarla de preguntas sobre Yevhen, desde su personalidad, su apariencia, cuanto ganaba, sus padres, hasta su grupo sanguíneo. Lloriqueo un poco de alegría al llegar, agradeciendo que podía encerrarse en su antigua habitación para escapar de sus persistentes progenitores, no sin antes de la última frase.
—¡Queremos conocerlo, tráelo un día! —El unísono de sus padres la agotó inmediatamente, sacándole un suspiro cansado.
Esto sin duda retrasaría los planes por saber más de la muerte de su hermano.