-Es cierto esta bella doncella no me ha dicho su nombre aun ¿Cómo puedo llamarte?
-Oh es cierto, déjame presentarme estimado príncipe. Mi nombre es Matilda ¿y el de usted? ¿Cómo se llama el valiente príncipe que salvara a nuestra querida princesa?
-Emely….… -aclare mi garganta y dije -soy el príncipe Emiliano del reino vecino -trate de sonreír con valentía y orgullo.
- ¡qué bien! ¡cuando ustedes dos se casen nuestros reinos se unirán! Y será el fin de la guerra
-….
¿tengo que casarme? ¿fin de la guerra?
Sacudí la cabeza y dejé de pensar mucho en ello, lo importante a qui es terminar este extraño sueño y encontrar a Hans lo antes posible.
Nos dirigimos hacia el castillo, a cada minuto nos acercamos más. Todo parecía ir bien pero no veía la presencia del dragón, eso era extraño.
-No veo al dragón…
-¡¡¿Por qué demonios tardaste tanto?!! -una voz conocida se escuchó, proveniente del castillo ensombrecido.
Mis tímpanos dolían por la fuerte voz, pero aun así me concentre y mire en dirección de donde provenía la voz. Busqué la voz en cada ventana del castillo hasta que finalmente la encontré. Mire a la princesa por un buen rato y me quede sin palabras, no por su belleza inusual, ni por su pomposo vestido del color del jade que hacia juego con el color de sus ojos, incluso tenía un largo cabello sedoso y brillante que caía sobre sus hombros en picada sin ondulaciones, demostrando su estado liso irrompible.
- ¡¿Qué tanto estas mirando?! ¡Apúrate y sácame de aquí maldita sea! -mientras la princesa recitaba sus saludos golpeaba una pared mágica transparente. No había calma en su rostro incluso se podía ver la cara sonrojada de vergüenza y humillación de Hans al ser obligado a vestir de esa manera.
Pfff jajajajaja a sí que allí estaba. ¿Pero qué es eso? No parece para nada una princesa jajajaja
No podía evitar reírme internamente sobre la imagen que tenía en frente. Me limpie las lágrimas que salieron y respire hondo tratando de calmarme y no soltar una risa al exterior.
- ¿Señorita Matilda hay un hechizo en el castillo? La princesa no puede salir.
-Si, solo el príncipe quien es el verdadero amor de la princesa Hanna puede romper el hechizo.
¿Ah? ¿Qué es un verdadero amor? -incliné la cabeza buscando entre mis recuerdos, pero no encontraba nada.
-Entonces ¿qué debo hacer para romper el hechizo?
-Solo debes jurar antes de entrar al castillo que amaras hasta el fin de tu vida a la princesa. Debes jurarlo por tu honor de príncipe -Matilda decía eso con una carita sería ¿Cómo podría contradecir a esa inocencia?
-Está bien, lo haré y rescatare a su princesa -ya habíamos aterrizado en la entrada del castillo y estaba ayudando a bajar a Matilda cuando una enorme figura apareció de repente.
- ¡¿Qué es eso?! -Grite
- ¡Es el dragón! ¡Atrás usare mi magia! -Matilda saco de quien sabe dónde una varita mágica en forma de estrella para crear un muro mágico que bloqueo el ataque del dragón.
¡De su hocico sale fuego!
Sin duda la imaginación de un niño es aterradora, pueden crear semejante mundo en esa cabecita suya. Tragué saliva ante la situación en la que nos encontrábamos, pensé y pensé en la mejor forma de como derrotar a un dragón, según en los cuentos que leían la pequeña Ada y Lucy los príncipes usaban sus espadas para derrotar a cualquier bestia incluso para cortar ramas y arbustos, pero una cosa es leer o escuchar la historia de un libro y otra hacerlo en persona.
- ¡vamos príncipe saca tu espada y derrota al dragón! -dijo Matilda señalando la garganta de la bestia – Yo te cubriré con mi magia, será tu escudo.
Suspire ante la idea, no podía escapar ni hacer algo por el estilo, primero porque no importara la absurda imaginación de un niño no podía dejarla sola y también estaba Hans, si me iba y lo dejaba nunca me perdonaría sin mencionar lo que me haría. Reuní todo mi valor y desenvainé mi espada para correr hacia el dragón quien estaba ocupado escupiendo fuego en dirección de Matilda. Cuando estuve lo suficiente cerca salte desde el puente donde me encontraba hacia su garganta, pero el dragón fue rápido en vista y me vio apuntando en su dirección.
- ¡oh no!
No había escapatoria, no sabía muchos hechizos todavía y mucho menos alguno de protección.
- ¡Yo te ayudo! -la voz de Matilda se escucho y enseguida frente a mi apareció un escudo translucido hecho de magia que me protegió del fuego mientras seguía cayendo conmigo hacia la garganta del dragón.
- ¡Gracias!
Aproveche la oportunidad para volver a mi formación y apuntar a mi objetivo. Con toda mi fuerza empuñe mi espada cortando toda su garganta con éxito.
¿Este dragón no tiene huesos o qué? Pensé que iba ser difícil pero su garganta resulto ser tan ligera como si estuviera cortando cubitos de gelatina para Lucy.
-¡Woooh! ¡eres increíble! -mire en dirección a Matilda y ella sonreía de forma brillante, con las mejillas enrojecidas de la emoción.
-Gracias, muchas gracias -dije piñizcando mi mejilla por la vergüenza, pero una voz ensordecedora me saco de mi estado rápidamente.
-¡¡Oye tu deja de reír y sácame de aquí una vez!! -dijo la princesa
-… ya voy -lo mire sin mucho ánimo.
Sin ganas me puse de rodillas como si estuviera pidiendo matrimonio a una princesa de esos cuentos de hadas y dije;
-Yo el príncipe Emiliano juro que te amare hasta el fin de mi vida -mire en dirección de Hans quien tenía una expresión oscurecida en su rostro por lo desagradable de su situación.
Con esa cara tuya quien querría jurarte un amor para toda su vida
Ignoré su expresión y solo sonreí. Una vez dicho el juramento me puse de pie y me acerqué hacia la entrada que estaba encantada con una barrera mágica, primero lo atravesé con la mano tanteando el terreno y efectivamente la mano lo atravesó sin problemas.