¿Sonrisa? ¿Sonreír?
Ríe. ¿Porque se sentía así?
¿Ojos? ¿Pares?
Ah, solo mira. Pero no hay ojos.
¿Lagrimas? ¿Gotas?
Pero no caen.
Veía sin ojos, reía sin sentir, lloraba sin lágrimas, pero nunca fue así ¿Qué paso? ¿Qué son esos gritos? ¿Cuál es ese dolor? Aquel que no lo hacía olvidar, Aquel que no lo hacía recordar.
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Joyce
Alguien más lo sabe.
Alguien más sabe que estamos en diferentes cuerpos, lo que significa que esto no es un sueño, lo que significa que esto es una pesadilla. Eso quiere decir que todo lo que ha sucedido hasta ahora es real, que todo lo que he tratado de evadir no se irá.
Pero aun así hay cosas que no se puede obviar y es la cuestionaste que nos hizo saber lo anterior.
¿Quién es esa persona?
Miro a Jared que se encuentra ahora con el teléfono en el oído y rápidamente lo tomo.
— ¿Qué haces? —pregunto a lo que él se cruza de brazos.
—Lo obvio —dice con simpleza.
Miro a los alrededores y noto que algunas personas ya empiezan a salir de sus respectivas aulas por lo que tomo su mano y rápidamente entramos a un pequeño cuarto, supongo que el cuarto donde guardan los utensilios de limpiezas.
Siento un pequeño movimiento debajo, hasta que luego el pequeño lugar se ilumina de un molesto color naranja.
— ¿Sabes? Por más que estemos en diferentes cuerpo, esta posición en la que estamos —mira nuestro alrededor y luego nuestros cuerpos pegados—, se puede malentender.
Al momento de terminar la oración intento alejarme como si de fuego se tratara, pero tal como mencioné con anterioridad el lugar no los impide por lo que es inevitable que estemos en dicha posición. Giro mi cabeza a un lado antes de hablar.
—No lo hice a propósito —refuto a lo que él responde con una pequeña risa, giro a verlo.
—Tampoco es que me desagrade esta posición —agrega. Frunzo el ceño y me disculpo mentalmente antes de darle un pisotón que lo hace maldecir.
— ¡Demonios, es tu cuerpo! —se queja.
—Soy consciente de eso —digo con obviedad ganándome una dura mirada de su parte.
Empieza a moverse un poco antes de ponernos en una posición un poco más cercana que antes, como si eso llegara a ser posible.
—Para la próxima yo buscare el lugar —comenta con ironía.
— ¿Quieres dejar de quejarte? Pareces una chica —me giro un poco para quitar algunas cosas detrás de mí. Lo escucho hablar.
—Si no lo habías notado ahora soy una chica —abro la boca para contestar pero rápidamente las palabras son interrumpidas nuevamente por el sonido de teléfono.
Jared, que hace un rato ya lo tenía en mano le echa un vistazo a la pantalla y me mira antes de contestar y ponerlo en altavoz.
—Entonces ¿Adivinaron quién soy? —habla la distorsionada voz en tono de burla.
—Si tanto quieres que sepamos de ti por que no te presentas —digo recibiendo una mala mirada de Jared. El chico ríe.
—Realmente eres un caso, más teniendo en cuenta que no estás en posición exigir —expresa y mis cejas se juntan.
— ¿Qué es lo que quieres? —habla por primera vez Jared.
—Así que ya te dignaste a hablar —ríe nuevamente, noto a Jared apretar un poco el teléfono mientras se mantiene en total seriedad—. Si están tan desesperados por conocerme les daré una dirección.
—No estamos…
Mi boca es tapada por la ahora pequeña mano de Jared.
— ¿Qué debemos hacer?
—Bien, nos estamos entendiendo —dice mientras a lo segundo se puede escuchar el movimiento de una silla— lo primero es que no deben hablar del cambio con nadie.
Miro a Jared quien me devuelve la mirada.
— ¿Qué pasaría si alguien lo llegara saber? —pregunto poniéndome ansiosa con su respuesta— ¿Qué pasa si alguien más lo sabe?
—Por el bien de esa persona es mejor que no lo sepa —contrarresta mi pregunta dejándome con la misma cuestiónante—. Si alguien más se entera de esto, ustedes serán responsable de lo que pueda pasar.
Un escalofrío se pasea por mi espina dorsal al escuchar su cruda voz advertirme de algo que ya hice. Quiero maldecirme por creer en las palabras sin sentido de un desconocido cuyo ser me son desconocidos.
—Segundo. Hoy a mediados de las seis necesito que vayan a una dirección que les estaré enviando por mensaje.
— ¿Y si eres un psicópata? —pregunto a lo que Jared golpea su frente.
— ¿Por qué pregunta esas cosas? —susurra Jared a lo que me encojo de hombros.
—Si fuera uno no dudaría ni un segundo en matarlos —dice y nos quedamos en completo silencio. Luego de unos largos segundos ríe y vuelve a hablar—. Pero como no lo soy, no hay de qué preocuparse.