Una cama, un ventana, un espejo, una luz.
Una silla, agua, soledad.
Dos miradas, dos respiraciones, una persona.
Dos silencios, un grito.
Joyce.
Siempre suelo guiarme por las cosas que me dicen o piden y muy pocas veces suelo guiar a los demás. No me gusta hacerlo y nunca me ha gustado, siempre que las cosas llegan a mis manos automáticamente pienso en las cosas que podrían pasar.
Quizás sea la única o tal vez simplemente quiero hacerme importante para catalogarme como la única.
Respiro con fuerza para no emitir sonido alguno y mantenerme lo más tranquila posible. Noto como una luz va ascendiendo con lentitud pero rápidamente baja cuando el arma que apuntaba a Max pasa sin miramiento a Jared.
—Los tres gírense y entren —dice la voz frente a nosotros.
Escucho unas pisadas que me indica que los chicos se están girando, pero por alguna razón yo no puedo hacerlo, bajo la mirada intentando mover mis pies pero no lo hacen, algo se posa frente a mí y cuando levanto la mirada me encuentro con los dos agujeros que pertenecen a un arma.
—Gírense y entren —repite con más firmeza.
En silencio siento el leve tacto de alguien que intenta moverme, muevo levemente mi cabeza hasta lograr mover uno de mis pies. Me giro lentamente hasta encontrar a los chicos entrar uno detrás de otro a la casa, por lo que hago lo mismo.
Luego de estar dentro de la completa oscuridad alguien toma mi mano hasta acercarme con rapidez. Reconozco el olor de Max.
No pasa mucho cuando la casa se ilumina por completo mostrando para mi sorpresa un lugar acogedor e impecable. Posiblemente para que nuestro asesinato sea más ordenado.
— ¿Por qué motivo tengo a tres personas frente a mi cuando solo hable con dos? —pregunta, trago saliva sin saber que decir mientras limpio el sudor de mis manos entre mi pantalón— No sé quién va a contestar pero si no quieren que su amigo pierda la cabeza será mejor que hablen rápido.
Escucho a mi lado un grito ahogado y de reojo miro como Max abre los ojos asustado.
—Chicos no se ustedes pero mi cabeza está en peligro de extinción —habla Max rápidamente mientras gira un poco su cabeza—, necesito que abran lo que llaman boca y emitan palabra antes que desaparezca.
—E… Él ya lo sabía antes… antes de hablar contigo —balbuceo, nuevamente se escucha el sonido metálico e intento hablar lo más rápido posible—. Hablo en serio, el ya… ya lo sabía…
Un silencio se instala en el lugar y después de unos segundos escucho unos pasos.
—Relájense —dice el desconocido caminando delante de nosotros y dejando el arma a un lado.
Nuestra sorpresa es doble, primero porque alguien acaba de apuntarnos con un arma amenazándonos, y segundo porque ese alguien no es más que la persona que nos ayudó el día del accidente, aquel desconocido que nos tendió una mano y se quedó con nosotros hasta que todo estuviera en completo orden.
— ¿Tu? Pero como…
—Hey —saluda con una sonrisa burlona mientras toma un vaso que acaba de sacar del refrigerador— es bueno verlos de nuevo chicos, aunque debo decir que algo diferentes.
Dice como si nada, dejando el vaso dentro del lavado. Empieza a caminar como si no hace menos de dos minutos no nos apuntaba y amenazaba.
— ¿Cómo…?
— ¿Los sabia? —completa la pregunta no formulada por Jared— Destino, supongo.
—Nos llamaste por teléfono, prácticamente nos amenazas, nos das una dirección y prácticamente muero por un paro cardiaco al tener un arma apuntando mi cabeza y ¿Solo dices que fue el destino?
—Ya sabes lo que sentí —expresa Max agarrándose la cabeza— ¿Qué haría sin mi cabeza?
—Morir, creo…
—Gracias Jared, fue sarcasmo.
—Lamento decirte que lo mio no lo fue —Max rueda los ojos y nos quedamos callados cuando una risa se escucha en dirección a la pequeña cocina.
—Digamos que los he estado investigando —frunzo el ceño mientras lo vemos caminar hacia un microonda y sacar de este un libro— aunque para serles sincero no tenía fe en que eso pasara.
— ¿De que estas hablando? Y ¿Por qué escondes un libro en una microonda?