Jared
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—Iras al viaje —levanto la vista encontrando a Santiago y Gustavo frente a mí. Lo miro sin entender—. El que prepara la profesora Leysi para los de nuevo año.
—Escuché que este año trabajará con el profesor Alonzo para que también participen los de último año— explica Santiago mientras se sienta frente a mí, Gustavo por su parte se sienta a mi lado colocando su bandeja de comida sobre la mesa—. Aunque creo que es una excusa para tener su momento a solas.
—Pensé que la profesora estaba interesada en Lorenzo —cuestiono colocando mis cosas a un lado de la mesa. Gustavo toma un pedazo de pan mientras Santiago se encoge de hombro.
—A lo mejor tiene un fetiche por los hombres cuyos nombres tienen similitud, quien sabe —mira detrás de mí y sonríe—. Hermosa.
Entre Gustavo y yo giramos para ver de quien se trata pero nuestra curiosidad se esfuma rápidamente al darnos cuenta de quién es.
—Pensé que Brina había quedado en el pasado —cuestiono colocando una mano debajo de mi barbilla.
—Eso también pensé, pero creo que la llama nuevamente se está avivando— dice risueño, escucho a Gustavo toser con falsedad—. Chicos deben entender, en el amor suelen haber peleas pero todo tiene solución.
—Eso no fue lo que escuche hace unos días cuando iba camino al aeropuerto —le recuerdo, este abre los ojos pero luego se relaja cruzando sus brazos. Escucho la risa de Gustavo.
— ¿Aun sigues celoso por lo de ese día? —cuestiona con una sonrisa ladina, ruedo los ojos— te dije que siempre serás el único, pero tienes que entender que no todo gira a tu alrededor.
—No sé qué me duele más, que me seas infiel o que me digas estas cosas —coloco mis manos en mi corazón—. No sabes cuánto daño me haces, mi corazón duele de solo escucharte.
—Me gustaría que un día dejaran de hacer eso, realmente dan miedo — bufa Gustavo rodando los ojos.
—Ignóralo corazón, solo esta celoso —Sonríe—, recuerda que siempre serás el único— se burla Santiago para fastidiarlo mientras me lanza un beso, por mi parte finjo atraparlo.
—Volviendo a lo de antes e ignorando que no acabaste de hacer eso —nos mira— irán al viaje.
— ¿Y conocer nuevas chicas? Claro que me apunto— afirma Santiago tomando el último pan que quedaba en el plato de Gustavo, este último lo fulmina con la mirada.
— Aun no sé si iré, aún tengo unos problemas en casa —explico y rápidamente imágenes de Gael con dos cachos en la cabeza llegan a mi cabeza— posiblemente me decline por una respuesta negativa.
—Deberías ir, los de primer año dijeron que el viaje será en El museo Morandi —automáticamente ese nombre capta mi atención.
—Pero es difícil entrar a ese lugar ¿No? Ósea aunque es público su seguridad es increíble.
Gustavo asiente ante la pregunta de Santiago.
— ¿Estás seguro de que no bromeas? la arquitectura de ese lugar es simplemente increíble.
—Jared, ¿Cuando he dado alguna información errónea? —alardea colocando sus manos en la mesa mientra entrelaza sus manos.
—Definitivamente iré —dictamino.
—Eso quería escuchar —dice Gustavo tomando su teléfono para escribir algo.
No puedo perder esta oportunidad. El Museo Morandi es uno de los principales museos de Bolonia, es por esa razón que no es tan fácil la entrada a ese lugar. Obviamente este museo no se compara con los museos de Roma pero no quita que su arquitectura sea estupenda.
Solo he tenido la oportunidad de verla por fuera o por fotos, así que no desaprovechare de tenerla cara a cara.
Miro hacia Santiago que ha estado callado desde hace un rato, y lo veo con su teléfono en mano mientras ríe silenciosamente.
Ruedo los ojos porque ya sé en que ha de estar.
—Infidelidad... —alzo la voz para que pueda escucharme.
—Sigues siendo el único —dice sin dejar de teclear en el teléfono.
—Oh mierda —susurra Gustavo golpeando a Santiago en la cabeza.
— ¿Qué te...? Oh rayos —se alarma y empieza a guardar sus cosas junto a Gustavo.
— ¿Qué sucede? —pregunto al verlos tropezar entre ambos mientras intentan tomas sus cosas.
—Te dije que no debíamos hacer eso —le reclama Gustavo a Santiago mientras le arrebata unos papeles—. Eso es mio.
—No pelees, tú me seguiste así que te aguantas —le recuerda —, además te dije que corrieras más rápido, eres una tortuga —le arrebata unos lápices junto a unas libretas que se encuentra en manos del contrario—. Eso también es mio, genio.
—Lo intente, pero casi me contrallo con dos personas que iban por el pasillo, y adivina de quien es la culpa.
—Mía no es.
— ¿Y mía si? —Gustavo le regala una mirada fulminante mientras Santiago asiente con la cabeza encogiéndose de hombros.