Soy Tú ©

Capitulo Cinco

Los primeros días de primavera tenían que ser los más agraciados para cada persona, excepto para él.

Las flores eran lo más hermoso que se apreciaba a la llegada de dicha estación, excepto para él.

No había estaciones que lo agraciaran a menos que conllevaran un cielo nublado. No había flores que apreciara a menos que estas estuvieran secas y sin vida.

Tocó aquel objeto de estilo rustico y antiguo que se encontraba frente a él, aquella pieza que era lo único capaz de reflejar su alma maldita.

—Solo el día que me veas tu cielo se volverá gris, solo el día que me veas tu corazón se marchitara hasta quedar sin vida alguna —acarició impávido aquello que ansiaba consumir—. Solo hasta que me veas.

Joyce

Caigo al piso sin apartar la mirada del desagradable reflejo frente a mí mientras los fuertes ladridos de una bola de pelos se escuchan a larga distancia.

La puerta de la habitación se estrella contra la pared mostrando a un niño de unos quince años. Este entra con un salten en manos sin dejar de mirar cada rincón de la habitación con el ceño fruncido.

—Ya he llegado preciosa dama —dice acercándose hasta la cama— ¿Donde esta cerdo asqueroso? —pregunta señalándome con el salten, lo miro como si tuviera la verruga de Nanny Mcphee.

— ¿Quién eres? —pregunto viendo cómo se va acercando mientras golpea el salten entre sus manos.

—Tu peor pesadilla —dice fingiendo una voz profunda—. En serio Jared, no te hagas el tonto aquí —pasa sus dedos por las cosas como si estuviera quitando polvo de estas—. Conozco tus sucias intenciones.

— ¿Sucias intenciones? —alzo ambas cejas.

—Sí, eres un pervertido acosador —golpea con su puño la pared— buscas a tus víctimas y las encierras para hacer tus perversidades.

Este niño tiene demasiada imaginación para mi gusto.

Por el parecido que se percibe de Jared, puedo concluir que es su hermano y que al igual que el mayor este está igual o peor de loco que su hermano.

— ¿Tú crees que yo...? —intento pregunta haciendo una mueca de asco.

—Sí, los gritos son las pruebas —me mira fijamente haciéndome sentir más incómoda de lo que ya estoy.

— ¿Gritos?

—Si.

Me pongo de pies perdiéndome en la vista de la habitación, mi respiración aun es acelerada y los ladridos solo hacen que me ponga peor.

—Déjame decirte que eres realmente molesto en la mañana Jared, siempre dices que me comporte pero tú no eres un gran ejemplo para mí —la voz del niño nuevamente se hace presente y solo puedo sentirme más irritada—. Hablaré con mama, mira que escuchar semejantes cochinadas a tan tempranas horas y...

— ¿Pueden tú y ese animal callarse de una buena vez? —alzo la voz irritada haciéndolo sobresaltar.

Me doy la vuelta viendo sus ojos completamente abiertos por la sorpresa y luego miro al can que ladra con más fuerza. Me acerco a ésta pero rápidamente el niño se interpone y la toma entre brazos antes que logre alcanzarla.

— ¿Qué te pasa? —pregunta con el ceño fruncido dejando su lado cómico— Si no tuviste una buena noche no tienes por qué desquitártela con nosotros, en especial con Lucy.

Miro nuevamente a la perrita que no hace más que gruñir mientras el niño la pega más a él antes de darme una mirada filosa y salir de la habitación.

Toco mi rostro sintiéndome mareada, y miro a una esquina de la cama una camisa y unos pantalones de mezclilla, abro nuevamente mi boca y antes de que un grito vuelva a salir de ella la tapo y cierro los ojos sintiendo mis mejillas completamente caliente.

—Tengo que calmarme —murmuro—. Jared—gruño y camino a tropezones hacia la cama aun con los ojos cerrados.

Tiento la cama hasta sentir la gruesa tela de los pantalones y empezar a ponérmelo, ya puesto hago lo mismo con la camisa.

Ya completamente vestida vuelvo a mirar hacia el espejo pero rápidamente sacudo la cabeza antes de salir de la habitación.

Un leve pasillo adornado por tres puertas incluyendo la que estoy parada se muestra ante mis ojos. A pasos lentos camino hasta un marco que da cabida hacia el otro lado del pasillo mostrando una sencilla pero elegante sala.

No presto mucha atención a las cosas presentes mientras sigo caminando Intentando ubicar la puerta de salida.

Como si de un llamado o invocación se tratara la veo a unos pasos por lo que apresuro más mis paso y cuando la estoy por abrir una voz me detiene.

— ¿A dónde vas? Aun no es hora de irte —me doy vuelta hacia el niño que esta de brazos cruzados ante mí, pero no veo a la perrita por ningún lado—. Está en mi habitación.

—No... tengo cosas que hacer —respondo lo primero que me llega a la cabeza.

— ¿A las seis de la mañana? —alza una ceja ante su propia pregunta.

—Debo hacerlo temprano —respondo tomando el pomo de la puerta.



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En el texto hay: leyendas, amor odio dolor, cambios de cuerpo

Editado: 18.04.2019

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