Estoy sentado en la parte de atrás de la limusina mientras volvemos a casa desde el entierro de mis padres, me acompaña la secretaria de mis padres y mi tía de cariño, la señora Romina Wilson, una de las pocas personas en las cuales confío y admiro que no sea de mi familia. Mis padres eran dueños de una gran empresa inmobiliaria conocida mundialmente y muy respetada, ellos me habían adoptado hace dieciocho años atrás luego de poder tener hijos de la manera convencional y desde entonces había llevado el apellido McWhithe con orgullo.
Mis padres fallecieron en un viaje de negocios rumbo a Europa en su avión privado, que por causa naturales no pudo sobrevivir una tormenta, cayendo al mar cerca de las costas de Portugal. Dos días pasaron los oficiales de la Marina gastando recursos para poder hallar aunque fuera los restos de la aeronave y así yo poder otorgarles una digna sepultura a todos los ocupantes del avión, y para que pudiera despedirme de quienes en vida fueron los dos pilares de mi vida, a los iba a extrañar mucho, a mis grandiosos padres que siempre estaban para mí y gracias a ellos soy el joven que siempre quise ser.
—Chris, deberías descansar. Mañana tenemos la reunión de transferencia en la empresa. —Me aconsejó Romina, colocando sus gafas de nuevo sobre el puente de su nariz luego de sonarla por cuarta vez.
—Estoy preparado para enfrentar a esos viejos decrépitos que de seguro van a querer apoderarse del puesto de mi padre. Como si fuera a permitirles tal cosa—.
—Tú eres más bravo que tus dos padres juntos, los mantendrás al margen. —Dijo ella bastante segura de eso a lo que pude simular una sonrisa.
—Tengo que seguir mis estudios Romina, me haré cargo de la empresa y seguiré con la segunda mitad de este semestre. —Hable mientras ambos bajábamos de la limusina e íbamos a la mansión de nuestra familia.
—Lo sé, yo me haré cargo mientras tú estudias, llamándote solamente cuando requerimos tu presencia o firma como actual socio mayoritario y dueño en las juntas, pero también cada día te estaré trayendo personalmente todo los informes y papeles, pero si no puedo traerlo yo lo enviaré con alguien de confianza—.
Asentí de acuerdo con ella, no había mujer más honesta que ella por lo que estuve satisfecho con su curso de acción. Entramos juntos por la entrada principal. La casa se veía en penumbras, los sirvientes ya habían limpiado y ordenado todo como había pedido antes de ir al entierro y ahora la casa estaba sumida en un total silencio, tanto que estaba seguro que si dejaba caer un alfiler se podría oír claramente el sonido que produciría al impactar contra el suelo.
—Chris, yo es... — Levanté la mano interrumpiendo lo que sabía que estaba por decir, no quería escucharlo otra vez esas palabras, porque en estos momentos no lo necesitaba.
—Estaré bien, no te preocupes. —La alenté con falsa confianza, ella me miro aún con duda—. Si necesito de ti te llamaré sin dudarlo. Confía en mí.
Ella suspiró sabiendo que no daría mi brazo a torcer. ¿Cómo ella no iba a saberlo? Si ella me conoce desde que era apenas un niño de tan solo cinco años. Se acercó a mí y me abrazó con todas las fuerzas que le quedaba, por un momento sentí a mi escudo flaquear mientras mis ojos se aguaban pero me contuve. La abracé de vuelta, para que ella luego se separa de mí y saliera de la casa sin decir absolutamente nada más dejándome completamente solo dejando caer completamente mi escudo y las lágrimas que con tanto esmero trate de ocultar del mundo.
Sin acercarme a la puerta la cerré con un hechizo y active la protección mágica que tenía la casa. Comencé a subir las escaleras a gran velocidad hasta llegar a mi habitación para poder encerrarme y llorar. Estaba tan agotado, tanto físicamente como emocionalmente que apenas logré sacar mi teléfono de mi bolsillo antes de enredarme con las mantas de la cama y llorar hasta que el cansancio emocional y físico me permitió tener un sueño profundo después de varios días.
Hoy estamos recorriendo con mi grupo escolar el museo de Nueva York en una excursión. Isaac no ha parado de molestarme desde que subimos al avión y me había vuelto a amenazar, ¿la razón? Simple. Hace unos días atrás cuando estaba practicando un hechizo un fuerte dolor en el pecho me llego de pronto haciendo que comenzará a llorar frente a toda la clase, en consecuencia de eso y de que no soy muy bueno manejando magia, toda el agua que había estado haciendo levitar cayó sobre Isaac y dejándolo completamente mojado para gran diversión de la clase. Definitivamente era hombre muerto.
Yo vivo en el estado de Virginia, en un pueblo llamado Danville junto a mi madre a quien amo con todas mis fuerzas y a mi padrastro a quien no quiero por ser un cerdo borracho. No tengo muchos amigos a causa de mi timidez pero recientemente he estado juntándome con una compañera nueva. Y soy intimidado por un grupito de hombres lobo, más bien uno solo mientras sus amigos solo miran y no hacen nada, pues desde que he estado tomando clases de magia y esta sale mal o se descontrola, quien termina dañado siempre es Isaac.
Salí del museo sin que nadie se percatara ya que sabía que Isaac aprovecharía cualquier oportunidad para golpearme. No lo quería, era muy creído solo por ser el hijo alfa del actual alfa de la manada del pueblo que también resultó ser el alcalde. Menudo idiota. Además tenía curiosidad de recorrer un poco los alrededores solo para tomarme fotos y mandárselas a mi madre.
Camine por la vereda hasta que algo al otro lado de la calle llamó mi atención. Mirando a los lados de la calle y viendo el semáforo estaba en verde para los peatones cruce por la vía peatonal, sin esperarlo el sonido de un claxon siendo tocado me hizo ver a un lujoso coche por un momento para luego solo sentir el impacto para caer en la oscuridad.
Me dolía la cabeza y mucho más mi pierna derecha, abrí mis ojos tratando de enfocar mi vista, estaba en una lujosa habitación de hospital con un pie colgando de un cabestrillo y cubierto por un yeso. Al percatarme de ello recordé el claxon y el auto, y por el leve dolor que aún tenía su cuerpo solo pudo llegar a una conclusión, lo habían atropellado. Un suero estaba conectado en su brazo derecho, no tenía puesta su ropa sino las típicas batas de hospital y su celular no se encontraban en ningún lado.
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Editado: 04.02.2021