Soy tu Reflejo

3 Búsqueda

Estoy acostado junto a Esteban mientras pienso en la gran cantidad de cosas que tenía que hacer de hoy en adelante. Mi vida dio un giro inesperado, desde lo sucedido con mis padres hasta ahora solo contaba con Romina, Erik y Franco a mi lado, pero al parecer había otro chico de mi misma edad, con un cuerpo y rostro idéntico al mío. Todo era tan extraño pero aun así sentía que quedándome al lado Esteban podría superarlo todo, ni yo mismo me considero capaz de sobrellevar lo que él pudo, en lo que llevo de vida  siempre lo había tenido todo, aunque recientemente me hallan arrebatado a mis padres de una manera abrupta no puedo comparar con lo que tuvo que aguantar a lo largo del tiempo.

Unos golpes en la puerta nos hacen girar la cabeza a ambos ya que estábamos sumidos en nuestras propias mentes uno al lado del otro en un cómodo silencio.

—Adelante. —Pronuncié en voz alta para que quien fuera pudiera entrar. Por la puerta pasó Romina, que al momento de verme y luego a Esteban con vendas y yeso con los golpes se  quedó con los ojos bastantes abiertos.

— ¿Christopher? —Su voz alcanzo una agudeza un tanto increíble.

—Al parecer tengo un hermano gemelo, falta confirmarlo concretamente por Tren con un examen de ADN para hacerlo oficial pero no tengo ninguna duda de que es así. —Le dije de manera tranquila, sin mostrar lo que sentía en realidad por la situación.

—Hola. —Saludó Esteban un poco tímido.

—Mucho gusto, soy Romina. La secretaria y tía de Christopher. —Se presentó de manera formal y amable, algo tan característica de ella.

—Soy Esteban. —Ante su sonrojo Romina solo sonrió y me miró con un aire de travesura mal oculto.

—Ya encontré a mi favorito. —Rodé los ojos tras escucharla decir aquello.

—Esperaré al doctor afuera. —Dicho eso, me aparté de Esteban para salir afuera.

El pasillo estaba poco concurrido por lo tanto me había librado de toparme con algún curioso. Las pruebas tardarían unas horas aún en estar así que baje a la cafetería del hospital para pedirme un café doble sin azúcar. Iba de regreso llevando también un capuchino con doble de azúcar para Romina y un café simple para Esteban cuando un chico desconocido se interpuso en mi camino acompañado con una señora que llevaba un gafete de profesora, ambos bastante aliviados de verlo.

— ¡Oh, Esteban, aquí estas! —Exclamó la mujer largando un exagerado suspiro. Solo atiné a levantar una ceja al entender la situación, me estaban confundiendo con mi hermano. Giré mi vista hasta posar mis ojos en el chico que aún mantenía su mano en mi brazo y lo aparte de manera un poco brusca, no me gustaba su presencia.

— ¿Quiénes son ustedes? —Mi voz sonó fría y cortante dejándolos perplejos a ambos, recordaba los nombres de ellos vagamente de los recuerdos de Esteban, pero prefería evitar equivocaciones y que ellos mismos me lo dijeran.

—Esteban, yo... —Intentó hablar el chico pero la mujer volvió a hablar.

— ¿No nos recuerdas?—.

¿Creían acaso que Esteban sufrió de amnesia o algo por el estilo? Pero justo esa palabra me dio una loca idea por lo que decidí hacerme el tonto y seguirles la corriente.

—No, lo lamento. El golpe me provocó una  amnesia temporal. —Mentí poniendo la mejor cara de niño bueno que podía y dejando que la magia de Kodak se filtrara un poco para tapar la mentira. Romina siempre me había dicho que podía conseguir todo si hacía esa cosa.

— ¡Dios! ¿Estás bien?, ¿No tienes ninguna otra herida o golpe? —La voz del chico que estoy cada vez más seguro que siempre está molestando o haciendo sentir mal a Esteban me molestó, aun más por la clara preocupación que fingía tener hacía mí por lo que me decepcionó, aunque lo último no entendía del por qué.

—No, ya me trataron y el hospital tiene grandiosos equipos mágicos que me curaron con magia y gracias a eso estoy perfectamente bien. Pero debido a que el golpe afecto mi cabeza mí memoria de personas y situaciones se vio afectado, aunque mí conocimiento sigue intacto académico y aprendizaje no, también me informaron que tenía el alta, gracias a mis papeles me dijeron que tengo padres y se han puesto en contacto con ellos, mencionaron también mi nombre, me llamo Esteban.

— ¿Y esa ropa? —Indagó el chico mirándome de arriba a abajo con un brillo extraño en sus ojos.

—Me lo dieron las enfermeras ya que la mía quedó hecha tirones por el pavimento—.

—Tenemos que irnos entonces, ya tus padres saben del accidente y se encuentran muy preocupados. —Habló la mujer de manera tranquila, como queriendo no espantarme.

—Iré un momento con el doctor, ¿me esperarían afuera? — Interrogue con el tono más falso e inocente que tenía.

—Por supuesto. —Dijo ella, luego se dio vuelta llevándose al chico con ella.

Que incompetente resulto ser, en vez de ella hablar personalmente con el doctor sobre mi supuesta "amnesia temporal" se creyó lo que le dije para luego irse sin decir u objetar nada, ¿Qué clase de profesor que se considera responsable hace tal cosa? Decidí no prestar más atención al sistema educativo y a quien ponía a cargo de adolescentes. Aun con los cafés en mano subí con rapidez al piso donde Esteban estaba con Romina y entre a la habitación.

— ¿De qué hablaban? —Cuestioné pasando su capuchino a Romina y el café simple a Esteban.

—Me contaba un poco sobre él y su madre—.

—Sí, sobre eso, tu profesora y el bravucón están abajo. —Mi voz no demostraba otra cosa que no fuera disgusto.

— ¿Y dónde están ahora? ¿Están afuera? —La expresión de Esteban era de pena y angustia.

—Nos han confundido y me he hecho pasar por ti y puede que les haya mentido un poco.

— ¡Christopher! —Me reprendió Romina por lo desinteresado que soné al decir eso.

—Lo siento, pero tengo que avisarte que tus padres vienen hacia acá —informe a Esteban—. Además puede que le haya hecho creer que tienes amnesia temporal.




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