El asentamiento que elegimos funcionaría como algo provisorio, pero sería leve en esta ocasión como las venideras, ya que nuestras vidas se encontraban en peligro, y necesitaban ser resguardadas en lo que se formulaba una estrategia para hallar nuestra salvación. Libres por ahora de preocupaciones, las cuales eran envueltas por una nube de humo como estratagema, decidí dar un paseo con Dalton para explorar los alrededores. El sitio demostraba contener una paz poco frecuente, y que no se veía todos los días en la ciudad. Nuestro hogar era el más ajetreado a mi parecer, o al menos eso era lo que yo opinaba, pues normalmente, los jóvenes (incluyendo a los adultos de clases acomodadas), suelen darle rienda suelta a las desveladas que se estiran hasta las seis de la mañana. En lo personal, no soy muy fiestera que digamos, y a estas alturas no me apetece vivir otras aventuras, ya que tengo suficiente con mi propia existencia.
Mientras saltaba sobre unas cuantas piedras lisas, y preocupaba a mi novio al respecto sobre mi proceder, en mi mente, no podía evitar que se me cruzara la idea de que este lugar era lo más cercano a vivir un sueño. Aunque dejando de lado mis ideales, esto que estaba haciendo era divertido, ya que mis pies se movían como si estuviera jugando a la rayuela. Sin embargo, el camino de piedras se terminó, así como mi entretenimiento, pues uno de los ayudantes de mi hermano, nos llamó para que viniéramos a reunirnos con su novio y él. Por nuestra parte, no opusimos resistencia, principalmente porque las horas volaron y ya se encontraba atardeciendo, así que cuando llegamos adentro del templo, la noche había tomado el mando.
—No deberían de apartarse tanto. ¿Acaso no recuerdan que nos están pisando los talones? —Louis se mostró con el ceño fruncido, y sus brazos cruzados.
—No es como si no pudiera protegerla en tal caso, Louis —se defendió Dalton.
—Quizás, pero con lo imprudente que eres, terminarás muerto antes de que puedas lograr tu cometido —Dalton también se mostró ofendido, aunque, aun así, se tragó sus quejas, cosa que era inusual, pero por lo visto, no deseaba seguir la discusión—. En cuanto a ti, también deseo que seas un poco más pensante y menos egoísta; sabes de sobra que Dalton atenderá a todo lo que le digas sin siquiera replicar —me notificó mi hermano. No había logrado escapar de sus regaños, pero era verdad lo que decía, por lo que me encogí de hombros y asentí con timidez.
Respecto al asunto, quedó como una simple equivocación, y gracias a Dios, no pasó a mayores. Momentos más tarde, ya nos encontrábamos cenando en grupo sobre nuestros respectivos sacos de dormir. La comida era simple, pero apetitosa, e incluso, repetible, cosa que nos permitía servirnos lo requerido. Ahora bien, algo me inquietaba. El silencio de mi hermano, como el de Davis, me despertaba una rara sensación, además, Dalton también se veía como si alguna cosa le molestase y no sólo a mí. Era claro, ambos esperábamos que alguno de los dos hablara sobre los planes de contra ataque, pero por alguna razón esto no se daba.
—¿Qué vamos a hacer? —interrogó Dalton de repente, bajando también la cuchara que sostenía. Sin dudas él era más impaciente que yo, por lo que quizás creyó que era más adecuado intervenir.
—¿Hacer sobre qué? —le respondió mi hermano mientras se pausaba a la hora de comer, lo cual me desorientó bastante, pues creía que entendía de qué hablaba mi amor.
—Sobre la mafia Neutraalne. No podemos seguir escapando simplemente de ellos —insistió él.
—¿No lo crees? —preguntó irónico Davis en lo que dejaba su plato terminado—. Tú qué piensas, ¿Louis?
—Quizás la respuesta se encuentre en tus bolsillos —la pareja se miró, y se echó a carcajear, cosa que plantó el desconcierto en nosotros. ¿Qué era esa forma tan extraña de contestar?
—¿Qué rayos les pasa? ¡No me están tomando enserio! —Dalton al no comprender nada, se mostró por fin enojado, cosa que detuvo las risas de nuestros allegados.
—Tranquilo, Dalton. En realidad aún no he pensado en nada concreto, especialmente porque no hemos tenido tiempo —le anunció Louis.
Desde mi punto de vista, era rarísimo que mi hermano no hubiera tenido nada en mente, en especial cuando contamos las horas que estuvimos en el lugar; estoy segura que contó con el suficiente tiempo como para tramar algo que quizás no deseaba relatar.
—¡No engañas a nadie con eso Louis! ¡Escúpelo ya! —Dalton se levantó de forma amenazante, pero al mismo tiempo, hizo lo mismo Davis, quien se imponía de forma muy prepotente.
—Intenta algo chiquillo y te la veras conmigo —dijo fríamente el morocho, cosa que me asustó, por eso copié la acción de los dos, y no dudé en intervenir.
—Chicos, no es necesario que se peleen —sudando frío, giré la cabeza hacia mi hermano y le rogué tanto con mis palabras como con mis ojos, que le pusiera un freno a la situación—. Si no tienes ninguna idea ahora, entonces no hay nada que hacer, más que seguir escapando y pedir que Dios nos ayude —tuve la suerte de que él cediera, pues lo que luego hizo, fue incorporarse también para tomar del hombro a su novio.
—Está bien. Y no se preocupen, Dalton, Lili, no voy a dejarlos a la deriva, así que no se alteren y confíen en mí ciegamente —yo me encogí en mi lugar al ver cómo mi hermano se llevaba una mano al pecho, como si estuviera jurando sobre su código de honor, así que suspiré frente su petición, y opté por creerle, cosa que no expresa lo mismo la cara de Dalton.
—De acuerdo —accedí al fin.
—¿Lo dices enserio Lili? —me preguntó incrédulo mi amado, entonces yo me fijé en su persona y asentí.
—Es mi hermano, y después de todo, él sabe lo que hace —me alejé de los tres con un ambiente menos pesado.
—Pero aun así… —Dalton se quedó, por lo visto, con la idea en la mente, pues no siguió su monologo. Quizás no tenía verdaderas razones para seguir resistiéndose, pero lo notaba inquieto.