Capítulo 16: "Todos salvavidas"

A veces subestimamos la participación de la gente en ciertas cosas, pero lo cierto es que no deberíamos hacerlo, pues esas mismas personas suelen traernos una grata sorpresa al correr el tiempo. Por otra parte, sé que eso anterior no tiene mucho que ver con lo que contaré ahora, no obstante, más adelante, justificaré el por qué lo he dicho. Ahora, en estos momentos, me encuentro completamente afiebrada, agitada, y por qué no, exhausta por la dichosa lluvia. Mis alrededores se veían un poco alterados por mi visión borrosa, aunque eso no me impedía escuchar detalladamente lo que hablaban mis acompañantes.

—¿Falta mucho para llegar a la habitación, Asteris? —preguntó Dalton, evidentemente con un tono desesperado.

—No, ya casi llegamos —respondió en lo que se sumaba a la charla: el sonido de un elevador, otros miles de murmullos, y las extrañas alarmas de las máquinas tragaperras.

El ruido se amortiguó una vez estuvimos adentro del ascensor, y en lo que subíamos, seguí percibiendo las voces de los chicos.

—Así que fue Louis quien te trajo, pero no me explico la precisión con la que nos has encontrado.

—Es más que sencillo; revisa mi bolsillo —la orden, dio como resultado que mi novio hiciera lo que pedía, y de ahí logré discernir un pequeño aparato.

—¿Es un localizador? —dijo mi amado con duda.

—No, se parece, pero es una pequeña computadora, la cual le enseñaré a manejar a Lili en cuanto tengamos un poco más de tiempo —aseguró, luego siguió hablando—. La realidad es que me llegó un correo de voz por parte de Louis, y ahí él me notificó su ubicación. Aunque debo decir que no todo ha dependido de él. Llegué hasta aquí gracias a sus padres, ya que también han decidido brindarle apoyo a la familia Miracle —informó.

—Bueno, eso no es del todo una sorpresa, aunque admito que desde que comenzó toda esta locura, sólo hemos visto hacer cosas por parte de Louis, y que ahora intervengan sus padres… eso me hace preguntarme qué ha pasado con la mafia de Davis —declaró él.

—Simplemente están luchando por sostener el territorio. Deben moverse estratégicamente para evitar ser asesinados por los Neultraalne, mientras que los Parisi, se concentran en moverlos a ustedes para que puedan escapar y ganar algo de tiempo.

—¿Algo de tiempo? ¿A qué te refieres? —preguntó Dalton.

—Me refiero a que ese rubio tiene un plan. No es que los haga dar vueltas así que porque sí —mencionó, y en ese momento llegamos al piso indicado por el elevador. Nuevamente el movimiento fue retomado, y arribamos muy pronto a una habitación.

—Es aquí —dijo Asteris, quien abrió la puerta.

—Volviendo al tema… —se pausó un momento Dalton—. ¿Entonces sabes qué es lo que tiene planeado hacer Louis?

—No exactamente. De cualquier forma, por ahora, lo importante es que ustedes se recuperen —después de decir esto, Asteris le empezó a dar indicaciones a mi amor—. Será mejor que tomes unas toallas, un pijama que hay ahí en el armario, y la ayudes a bañarse, luego a cambiarse.

—Espera… ¿Qué? —inmediatamente se le percibieron los nervios a mi novio—. ¡Pero no podría!

—¿Sugieres que lo haga yo?

—¡Bien! ¡Yo lo haré! —expresó con desesperación, y en ese lapsus momentáneo, me despabilé; no podía dejar que me hiciera semejante cosa, por lo que cuando estuve a punto de ser cedida a los brazos de Dalton, apoyé una mano en el pecho de él para detenerlo.

—No se preocupen. Bañarme puedo sola, lo mismo que cambiarme —les dije tosiendo un poco.

—¿Estás segura? —mencionó con preocupación mi amado.

—Sí —asentí levemente.

—Bien, entonces nosotros estaremos aquí esperándote —mencionó Asteris, y yo nuevamente hice un movimiento de cabeza para luego arrastrarme al baño tomando las cosas prestadas. Ahora que caía en la cuenta, no tenía ropa limpia que ponerme, por lo tanto, seguramente a esta la meterían a lavar, y luego me la regresarían, no obstante, no podía quedarme solamente con un conjunto de ropa, me era… incomodo, así que le propondría en algún momento a Dalton (en cuanto me sintiera mejor) que fuéramos de compras.

 Apenas entré al cuarto de baño, fui capaz de notar que había una enorme bañera esperándome, así que no lo dudé ni un segundo, y me puse a llenarla con agua caliente. Una vez terminé de prepararla, decidí aprovechar los servicios que me brindaba ese lujoso hotel de casino, y utilicé unas cuantas sales para hacerme más llevadero el momento. A todo esto, me quité la ropa y me metí al agua. No podía negar que la sensación era revitalizante, pues mis músculos enseguida volvieron a obtener esa temperatura que los caracterizaba y el cansancio fue removido ligeramente. Mientras me despejaba, escuchaba la lluvia que se daba a fuera, la cual por el momento me mantenía en calma, pues pensaba que mientras ésta se mantuviera, nuestros perseguidores permanecerían alejados de nosotros. Sin embargo, sabía de sobra que esa lluvia no duraría más de un día, por ende, me gustaría que lo hiciera.

—Ah… —solté un débil suspiro, y entonces medité lo que había dicho Asteris a Dalton. Teníamos la oportunidad de permanecer tres días aquí, aunque encerrados mientras recobrábamos un poco de energías, mientras que mi hermano, Dios sabría en dónde y en qué situación estaría, lo cual me estresaba. Haciendo memoria, tenía que repasarlo todo, especialmente hablando sobre los planes de mi hermano, los cuales seguían siendo muy misteriosos para nosotros. A todo esto, aún faltaba tiempo para mi graduación, y serían unos tres días menos más que contar en mi calendario; estoy emocionada, y a la vez preocupada.

Momentos más tarde, salí de bañarme un poco renovada, y Dalton me recibió con un vaso de agua acompañado de unas pastillas.

—¿Qué es esto? —pregunté sujetando las cosas que me daba.

—Es para el resfriado —mencionó con una amable sonrisa, y ahora que lo notaba, él estaba aún empapado, por lo que me desconcerté.