Soy tu victima mi amor

Capítulo 17: "¡Saca eso!"

Creo que no existe lugar más reconfortante que el que más te gusta, y el cual cambia dependiendo de la ocasión como la sensación del momento. En este instante, me encuentro muy cómoda entre las sabanas, aunque creo que es debido a que mis sentidos se han agudizado por el mismo resfrío, y como es de esperarse, mi cuerpo se siente alivianado al encontrar un lugar donde relajarse.

—Creo que… —miré un poco a mis alrededores mientras murmuraba aquello. Posteriormente, noté también así el dulce golpeteo de las gotas contra las ventanas, las cuales me motivaban a querer cerrar mis ojos—… dormiré un poco —apenas terminé la frase, y bajé mis pupilas, me despabilé por el abrupto sonido de la puerta. Al mover mi cabeza a su dirección, discerní a Asteris regresando de su ausencia.

—Parece que ya te has acomodado —expresó divertido en lo que se inclinaba sobre sus rodillas a verme. Él era un hombre joven, que poseía un tinte de cabello albino, a la vez, grandes anteojos se plantaban en su faz, y su forma de vestir era un poco anticuada pero selecta. Si bien, los ojos que se encontraban detrás de sus lentes reflejaban un color miel amigable, a veces él podía llegar a ser un poco autoritario.

—¿Qué esperabas?; estoy enferma —alegué ahogando un poco la voz. Fue entonces que lo vi quitarse uno de los guantes blancos que siempre llevaba consigo, y me tomó la fiebre.

—Dices eso, pero ahora tu temperatura es menor a la de un comienzo. Parece que el medicamento está surtiendo efecto —declaró soltando un suspiro tranquilizador—. Por cierto, ya tengo todo listo para nuestra estadía aquí —se enderezó, y lo vi ir a buscar una silla, en la cual se sentó de forma elegante—. Imagino que Dalton está bañándose ahora.

—Sí, gracias por el medicamento —agradecí ante su primer comentario, y en cuanto al resto, le dije lo siguiente—. Es bueno saberlo, y sí, él se encuentra aseándose ahora mismo.

—Comprendo —hizo una leve pausa mientras se acomodaba su guante—. Quizás sea un buen momento para introducirte en una de mis clases —informó él.

—¿Qué? —exclamé sentándome, e inmediatamente me dio un ataque de tos, cosa que preocupó a mi maestro, a lo cual éste me hizo recostar de nuevo en lo que trataba de calmarme.

—Sólo estoy bromeando. Si te diera clases de esta forma, seguramente colapsarías —se apresuró a decir para enmendar su error, y a continuación, me alcanzó un vaso de agua ya preparado en la mesa, que luego tomé; ese pequeño gesto desató mi mejoría.

A Asteris lo conocía apenas un poco, pues solamente tuve una clase con él, pero su apariencia es tan llamativa, que era difícil olvidarme de un rostro como el suyo. De igual forma, también podría decirse que de su personalidad no sé mucho, principalmente por las razones que mencioné anteriormente. Optando por otras cuestiones, dejé el tema un poco de lado, y me centré en mi hermano; hacía rato que me tenía preocupada ese tema, y quería deshacerme de mis inquietudes.

—Por cierto. ¿Has sabido algo sobre Louis y Davis? —me acomodé nuevamente entre las sabanas, aunque en el mismo momento en que llevé a cabo esto, mi maestro mostró una expresión de angustia.

—Me temo que no me ha llegado más nada de él. No obstante, sé bien que ambos seguramente se las arreglaran a la perfección, porque siempre han hecho un buen equipo entre ellos dos —aseguró con una amable sonrisa, proporcionándome un poco más de confianza.

—Sí, es verdad —ahora que recordaba, Louis y Davis eran muy unidos, en especial cuando fueron novios en el pasado, bueno… hasta que el tema del dinero los dividió a los dos. Actualmente no sé qué tan bien se lleven después de su abrupta reconciliación, pero creo que esta vez su relación funcionará entre los dos.

Apenas terminamos nuestra charla, Dalton salió del baño con su nuevo pijama puesto, y nos saludó a los dos.

—Hola. Veo que ya has vuelto. ¿Todo bien? —su forma de dirigirse a nosotros era relajada, quizás más de lo normal.

—Sí, y ya está todo preparado —Asteris se levantó y continuó hablando—. Cuando terminemos aquí, nos dirigiremos a Bankok. Así que partiremos durante la noche del día tres —nos informó, y nosotros asentimos.

Los días posteriores a nuestro alojamiento, fueron breves y bastante tranquilos. En cuanto a la lluvia, ésta había cesado para la tarde del tercer día, justo en el mismo momento en el que Asteris aprovechó para darme unas pequeñas clases con la computadora de bolsillo.

—¿Ves estos cables?, vienen con tres extensiones, y se ha hecho así para que puedas insertarlos en cualquier tipo de equipo —me explicó mientras yo asentía inclinada a su lado—. Simplemente debes de colocar el que corresponda, entrar a la fuente de datos como te enseñé la primera vez, e insertar el virus que quieras del listado que te precisé. Espero que aún conserves esos virus —me advirtió, a lo cual yo respondí.

—Sí, los tengo siempre conmigo, especialmente colgados a mi teléfono para no perderlos —el peliblanco me puso una cara de desconfianza ante mi comentario.

—No creo que sea buena idea que lo tengas ahí… Será mejor que para la próxima vez lo pongas en otro lugar —me avisó en lo que terminaba de programar una copia de su mini computadora, y me entregó una nueva con sus datos ya transmitidos—. No lo pierdas por nada del mundo —me volvió a advertir alcanzándome la dichosa.

—Está bien. Sé lo importante que es —tomé entre mis manos los cables y el pequeño aparato, el cual metí en mi mochila con cuidado.

—Más adelante te daré algo más para que ocultes estas cosas —declaró.

—¿Aún no están listos? —preguntó Dalton algo inquieto.

—Estaba terminando de explicarle. ¿Por qué el apuro? —respondió Asteris.

—Nada… simplemente no puedo evitar sentir que algo nos seguirá durante la noche —debido al nerviosismo de Dalton, mi maestro no pudo aguantar la risa.

—Debe de ser la tensión por el drama que han estado viviendo últimamente. Pero no te preocupes, por ahora estamos a salvo, así que sólo procuren no olvidarse nada aquí, ¿de acuerdo? —ambos le respondimos que sí.



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Editado: 10.06.2020

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