Había experimentado muchas cosas desde que conocí a Dalton, aunque creo que esta era una de esas situaciones en la que todo te superaba, pues… sonaba tan irreal, que obviamente me quedé navegando un poco en el limbo de mi mente, en especial, por el griterío que escuchaba de fondo provocado por mi maestro y Agni.
—¡No me toques! —se quejó él.
—No digas eso. Sé que tarde o temprano te gustaré; todos caen al fin de cuentas ante mis encantos —canturreó el castaño.
—¡Ah, encima te comportas como un mujeriego! ¡Ni loco te haría caso, ahora, déjame en paz! —declaró el de lentes mientras empujaba el rostro de Agni lejos de sí.
—Disculpa… pero creo que aún hay algo que no entiendo —dije levantando mi mano y señalé con un dedo al hijo de la familia Neutraalne—. ¿Por qué querrías ayudarnos? Obviamente la mafia de tu padre es muy peligrosa y… ¿qué ganarías arriesgando a que te maten?
—Que observadora, jovencita —contestó a ojos cerrados el castaño, quien soltó por fin al inquieto de Asteris, el cual se acomodó las ropas con el rostro encendido—. Mi objetivo es ayudarlos, como dices, pero también, mi razón tiene que ver con mi padre.
Los tres observábamos al chico confundidos. ¿Acaso estaba tan convencido de su victoria, que iba a revelarnos sus verdaderas intenciones? Por otro lado, al parecer, los tres pensamos lo mismo, ya que nuestras expresiones pasaron a una de desaprobación total, y acto seguido, Dalton se puso a la defensiva.
—Si estás intentando decir que no podremos evitar nuestro destino, entonces te aseguro que tendrás que averiguar conmigo, qué tan cierto es eso —lo amenazó.
—Tranquilos, me están mal interpretando —respondió con una sonrisa nerviosa—. Verán… mi padre no es tan mal tipo como piensan. Es un buen hombre, sin embargo, el que está buscando sus cabezas, es mi tío, Malcon Neutraalne. Su motivo es obvio, no sólo quiere quedarse con los territorios de las otras mafias, sino que también busca poseer la organización de mi padre. Una vez obtenga el control global, quizás vaya contra mi progenitor, Clemente Neutraalne —explicó—. Y la forma más adecuada de enfrentar a un enemigo así es aliarse con su contra parte, es decir, ustedes.
Una vez finalizado su monologo, Asteris nos miró a nosotros con un dejo de incertidumbre en el rostro. La cara que ponía destacaba notablemente, por eso supuse que, a pesar de que él sabía mucho, no tenía idea de qué hacer, pues sus órdenes siempre venían de arriba, así que lo que pasaba ahora estaba fuera de sus manos, y quizás por eso se dibujaba ese sentimiento en su faz.
—Bueno… para ser sincero, no sé exactamente cómo proceder, y más de una vez, me ha demostrado Louis que no soy muy buen estratega en esto —se sinceró Dalton cruzándose de brazos.
—Y yo nunca he guiado una mafia tampoco en mi vida, así que no estoy segura de qué decir —miré con confusión a mi novio. De ahí, Agni Neutraalne sonrió, se asomó entre los asientos delanteros, y estiró el brazo hacia mi mochila para tomarla—. ¡Oye! —le grité al ver que él la agarraba sin siquiera pedir permiso, por eso intenté evitarlo, cosa que no tuve éxito, de modo que la alejó de mí.
—Déjamela un momento —me pidió, y entonces se puso a revisar ésta por fuera—. No deberían gastar su valioso tiempo en meditarlo —declaró él mientras quitaba algo que parecía estar pegado a mi equipaje—. ¿Ven? —nos mostró un pequeño objeto redondo y negro que se encontraba ahora en su palma.
—¿Qué rayos es eso? —señaló Dalton.
—¿No es un localizador acaso? —Asteris tomó entre sus dedos el aparato, el cual se podía asemejar a un auricular.
—Así es. Con eso pueden localizarlos a ustedes, e incluso, puede que tengan más —nos aseguró—. Sin mí puede que no la cuenten, y menos si no tienen al Lobo Blanco con ustedes.
—Hum —los tres nos miramos con angustia, pues en eso tenía razón. No éramos muy listos en este tipo de casos, y sin mi hermano, no poseíamos una real estrategia para combatir a esos tipos, especialmente porque casi nos apresaron hasta hace nada.
—¿Y bien? —se dirigió a nosotros aquel guaperas mientras se cruzaba de brazos, e inmediatamente yo suspiré.
—No lo sé, sigo pensando que es una mala… —antes de que mi novio terminara la frase, lo interrumpí.
—Creo que no nos queda de otra que confiar en él, además, hace días que no sabemos mucho de mi padre, ¿no, Asteris? —no es que deseara confiar en él, pero nos había salvado, al fin y al cabo.
—A excepción de los mensajes del señor Davis, y su novio, no he recibido más noticias acerca de su padre —afirmó acomodándose los anteojos que estaban en blanco.
—Por eso no tenemos más opciones, a parte, si él también sabe pelear, entonces Dalton no tendrá que hacer todo solo, y podremos más fácilmente cubrirnos las espaldas —aclaré.
Al comienzo, mis dos compañeros se mostraron un poco reacios, y aun con todo, mi hermoso novio expresó casi enseguida una agradable sonrisa al respecto; esa expresión me lo decía todo; había convencido a Dalto, así que instantes después me brindó su apoyo.
—Bien. Si Lili piensa eso, entonces creo que nos pasará nada. Yo apruebo su idea —él se volvió hacia el sujeto que sería ahora nuestro nuevo compañero, y le extendió la mano ofreciéndole un apretón.
—Será un placer —dijo Agni correspondiendo al gesto de Dalton con una expresión de satisfacción, luego, éste miró de reojo a Asteris, quien tosió sutilmente desviando el rostro con los brazos cruzados.
—No estoy del todo de acuerdo en tener a un terrible asesino cerca de nosotros, pero dado que las circunstancias dictan que debemos tener toda la ayuda posible, entonces… que así sea —concretó.
Ahora con un nuevo tripulante a bordo, confiaba que nuestro viaje sería un poco más grato; al menos se haría menos aterrador.
—Ya que hemos llegado a un acuerdo, lo primero que hay que hacer es revisar todo. No podemos dejar que ningún localizador se nos escape y viaje con nosotros, así que tenemos alrededor de quizás unos quince minutos antes de que logren encontrar nuestra ubicación —informó el de los reflejos albinos, a lo cual estuvimos todos de acuerdo.