Soy tu victima mi amor

Capítulo 28: "Peñascos"

La naturaleza nos trae muchas veces imágenes nobles, pinturas que no esperamos, y que deseamos experimentar sin saberlo desde lo más profundo de nuestro ser, cosa que, por lo general, saltamos sin mayores razones. Aun así, el caso de hoy que se nos presenta a nosotros, es completamente diferente. La vista de la isla Sri Lanka era magnifica; digna de una película. En la lejanía podíamos ver sus nobles árboles, las olas chocar contra su tierra sin escatimar a mayores detalles, y el acercamiento constante hasta poder casi apreciar minuciosamente sus edificios. No podría describir con mayor precisión lo hermosa que me parecía esa tierra, ya que me consumía el aliento como lo hicieron las ruinas de Comboya.

—Que impresionante —solté aquellas palabras envueltas en un suspiro, en lo que me tomaba con ambas manos de la barandilla de la nave.

—Sin dudas es un gran espectáculo. Ojalá este viaje fuera simplemente para nuestro gusto —mencionó Dalton con algo de decepción, a lo que yo lo miré y le sonreí.

—No te preocupes, ya llegará el día en que podamos hacer uno sin preocuparnos por cosas como estas —le aseguré.

—Tienes razón, hay que seguir siendo positivos —él aceptó con gran agrado lo que le comenté, y se acercó a mí para abrazarme de la cintura, para así luego, entregarme un pequeño beso en la frente, cosa que me hizo ruborizar—. Tal vez cuando menos nos demos cuenta, también ya estaremos casados.

—¡Dalton! —dije alarmada por su apuro, el cual me hizo poner muy nerviosa—. ¡No ha pasado tanto desde que empezamos a salir y tú ya quieres eso! —le reproché.

—¿Qué tiene de malo? Hace cinco años que estoy enamorado de ti y estoy decidido a pasar el resto de mis días contigo —me aseguró con una expresión relajada en su rostro, que no hacía más que alterarme.

—Diablos… aún no abandonas esos arrebatos tan extraños que tienes —expresé llevándome una mano a los labios temblorosa, no por miedo, sino por la emoción que me generaba. De pronto, esa sensación escaló unos niveles más cuando lo sentí cerca de mi oído susurrando.

—¿Cómo podría contenerme cuando estoy con la chica que he esperado tantos años? —su voz siendo sostenida por un hilo sensual, me hizo estremecer con fuerza, y me obligó a que saltara en mi lugar, e instintivamente me aparté un poco de él.

—¡Dalton! —le llamé por su nombre por segunda vez, pues mi rubor ahora me llegaba hasta las orejas.

—¿Qué? —me respondió enderezándose y sonriendo con cierta picardía.

—¡Qué magnífico ejemplo! —mencionó el castaño que se encontraba detrás de nosotros aplaudiendo de repente, y que hasta hace un instante atrás, estaba bajando la cabeza por mi maestro. Ese llamado de atención provocó que ambos volteáramos—. Y me refiero que es así como deberíamos amarnos, Asteris —le declaró Agni girándose hacia él.

—Sigue soñando, y sácate de la cabeza que vamos a tener algo en algún momento —le afirmó el otro, cosa que hizo incomodarnos a mí y a Dalton, por lo que dejamos de coquetear.

—¡Algún día me mirarás, estoy seguro! —declaró el muchacho con orgullo, pero ante esta reacción, mi maestro simplemente respondió.

—No estamos para juegos, deberías tomarte nuestra situación más enserio —a lo que Agni sonrió.

—No es que no me lo tome enserio, pero hay momentos… —informó.

Tras esta pequeña situación, el barco volvió a hacer ese llamativo ruido para demostrarnos que ahora estábamos cerca de la bahía, y faltaba nada para llegar a tierra.

—¡Ah! ¡Ya vamos a arribar! —dije asomándome de nuevo por el borde, y Dalton me tomó del hombro, quizás para asegurarse de que no cayera por la borda—. ¿Qué es eso? —señalé con la cabeza, a lo que todos miraron.

—¡Oh! —expresó Agni, quien se posicionó detrás de nosotros. Podíamos ver en conjunto una pancarta grande que decía “Bienvenidos” y a mi hermano sosteniendo ésta, por lo que al heredero de la familia Neutraalne, se le iluminaron los ojos—. ¡Es Louis! ¡Y también Davis está con él!

—Es un alivio que estén a salvo —mencionó mi amado.

—Más bien es un milagro que nosotros lo estemos sin ellos —se acercó a decir Asteris.

—Bueno, no voy a negar ese punto —declaró Dalton con una sonrisa forzada, a lo que los demás reímos.

Animados por el reencuentro, y una vez instalados en nuevas tierras, mi hermano nos llevó a una cafetería a todo el grupo. Por otro lado, es necesario decir que este encuentro sería completamente privado, principalmente por lo ya sabido, aunque aun así tendríamos algunos hombres que trabajaban por parte de mi hermano, manteniendo una vigilancia fuera del lujoso lugar.
La cafetería a la que nos llevó, tenía muebles que fingían ser nuevos, además, la temática playera que ahí regía, inspiraba cierto confort. Una vez todos estuvimos sentados, Asteris fue el que bajó la cabeza para luego soltar la siguiente frase:

—Me alegra verlo sano y salvo amo Davis.

—Por favor, levanta tu cabeza, ya que para mí es más sorpréndete que hayan logrado sobrevivir —mencionó con una enorme sonrisa el hermano de Gael.

—Dejemos esas cosas para otro momento, ya que no podemos perder el tiempo aquí, más que nada, por lo rápido que se mueven aquellos canallas —informó Louis, a lo que comenzamos a prestar atención—. Ha sucedido una desgracia tras otra, e imagino que algunas cosas ya las saben.

—Depende a lo que te refieras, querido amigo —le respondió el castaño a Louis, mientras el posible futuro líder de los Neutraalne estaba acomodado con las piernas cruzadas, un brazo sobre su rodilla, y el otro detrás de los hombros de Asteris, quien curiosamente no se comportaba con desdén como siempre, e intuí que seguramente se debía a la presencia de Davis.



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Editado: 10.06.2020

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