Ambos quedaron presionándose el uno con el otro, y debido a eso, sus armas estallaban en pequeñas chispas por los roses hasta que decidieron por fin separarse, lo cual los tentó a atacarse tan intensamente como en un principio. De inmediato, las tizonas se disputaron y temblaron bajo el seno de la otra, casi como si en cualquier momento fueran a ser partidas en dos.
—Parece que te has dedicado a prepararte para esto —mencionó Bon, quien ahora se encontraba esquivando con gran afición tanto el puño de su agresor como su mismo bastón.
—Y no tienes idea de… ¡cuánto! —resaltó Malcon.
Las hojas de ambos volvieron a contradecirse la una a la otra, pero esto no resultó por mucho tiempo más, porque el sonido de un botón llamó la atención del líder de los Miracle. Sus ojos se abrieron ampliamente, y su instinto le ordenó retroceder, cosa que apenas y logró hacer, pues si no lo hubiera hecho, seguro que ahora estaríamos hablando de un perfecto cadáver. Al echarse para atrás su rostro que estaba encimado sobre ambas navajas, se dio cuenta de que fue la mejor decisión que pudo haber tomado, ya que, de la hoja de su rival, salió una amplia ramificación de cuchillas, y que cuya aparición sorpresiva, apenas le provocó una cortada en la mejilla al señor Bon.
—¿Qué rayos es eso? —su espada negra, ahora había quedado trabada entre las múltiples extensiones de esa extraña herramienta.
—Bonito, ¿no? Es algo que inventé yo mismo y que logrará ponerle fin a tu patética vida —le bastó hacer un movimiento poco forzoso para partir el arma de Bon en dos e ir nuevamente contra su persona. A los pocos segundos su cuerpo se movió con instinto para dar una estocada contra el pecho de su adversario.
No obstante, frente a todo pronóstico, Bon se dobló hacia atrás, apoyó sus manos en el suelo, y al dar una vuelta sobre sí mismo pateó el arma de Malcon alejándola de sí, y una vez que estuvo a un paso de distancia de ese sujeto, lo volvió a confrontar.
—Tendrás que hacer algo mejor que eso —mencionó arrojando lo que quedaba de su espada hacia él. El castaño (ahora sin su bastón) esquivó los restos de aquella arma, dejando que se clavara en el suelo, y esto le sirvió como una leve distracción a Bon para ir a puño limpio contra él.
Algunos de los golpes del líder de los Miracle atinaron en los antebrazos de Malcon, pero no fueron suficientes como para rompérselos con su manopla, ya que a pesar de su pesada estrategia, podía notar que algo duro revestía éste debajo de su traje.
—Maldito… ¡Estás cubierto! —se quejó al descubrir que Malcon llegó preparado, y el otro mostró una sonrisa maléfica detrás de sus brazos.
—¿Crees que soy tan idiota como para venir hasta aquí sin estarlo debidamente? —Malcon descubrió un punto ciego en Bon, y ahí atrapó su muñeca la cual giró con brusquedad; de esa manera, inmovilizó a su contrincante, pues esa posición generaba un incómodo dolor que colocaba a un hombre en estado de sumisión.
—¡Ah! ¡Desgraciado! —gimió con molestia el padre de Gael.
Teniendo a su enemigo ahora bien servido, el maléfico que planeaba heredar la mafia Neutraalne, empezó a darle unos pronunciados golpes en las costillas a Bon de forma consecutiva con su rodilla. El ataque no mostraba piedad alguna, y el líder de los Miracle después del décimo golpe, escupió una considerable cantidad de sangre, ya que su contrincante, le había logrado perforar uno de sus pulmones al partirle algunas costillas. Mal herido, con dificultades para respirar, y jadeante por el esfuerzo de mantenerse consciente, Bon empezaba a perder la batalla. Su visión se nublaba, y con las pocas fuerzas que le quedaban, atinó a detener con su puño libre, la paliza que le era propinada.
—¡Ja! ¡Eso no te servirá! —declaró Malcon, quien le dio un derechazo en la mandíbula, derribando así al pobre Bon—. Es hora de darte mate —el castaño de lacios cabellos tomó su extraña arma del suelo y se acercó a su enemigo con la intensión de finalizar con su sufrimiento, pero antes de que esto ocurriera, una voz en un megáfono, más el sonido de una motocicleta lo interrumpieron.
—¡Personas como tú no saben cuándo detenerse, así que yo te haré el favor! —desde la lejanía podía verse a un chico de cabello negro con un mechón rojo en su fleco; sin dudas se trataba de Davis.
—Otra rata más —se quejó Malcon.
Mientras tanto, Gael, quien se encontraba jugando a una consola y no prestaba el más mínimo interés en la pelea, levantó la vista al percatarse de la voz de su hermano, el cual ahora había arrojado el megáfono contra el tío de Agni, provocando que retrocediera, y así, al pasar al lado de Bon con la moto, tomó a éste de las solapas y lo cargó como un costal sobre el vehículo sin detener su marcha.
Ante el inesperado desarrollo de los acontecimientos, Malcon quedó boquiabierto, más Gael, él se echó a carcajear al ver cómo le salvaban el trasero a su padre.
—¡Ya rendiremos cuentas otro día! —Davis posó dos de sus dedos sobre su sien y luego saludó a los muchachos sacando la lengua.
Cambio a primera persona:
Cuando Malcon terminó de relatar el final tan abrupto de su pelea con Bon (que a pesar de todo me pareció bastante emocionante), Gael se empezó a reír como lo describió el pretendiente de los Neutraalne.
—¡Deja de reírte! —le reclamó el otro.
—Ah… es que sólo recordar lo último… —dijo deteniéndose al fin—. En cualquier caso, no fue más que una pelea callejera, y no llegué a presenciar más allá del final. Sin dudas es patético —lo vi hacer un gesto con la mano, el cual acompañó su expresión que desbordaba egocentrismo.
—Eres demasiado creído —aseguró Malcon volviendo su vista al frente—. Ya quiero ver cuando te enfrentes en un combate a muerte contra ese chiquillo. Él no pudo resistir mis golpes, y si no fuera por su novia ahora, ya no estaría vivo —Gael de repente volvió a poner esa mirada que daba miedo, y yo instintivamente me encogí en mi lugar.