Mientras caminábamos hacia aquel domo que nos había señalado Gael, recordé una escena de una de mis películas favoritas, en la que uno de los personajes le mencionaba al protagonista que, si ahora mismo deseaba algo con fuerza, ese era el momento para llevar a cabo las cosas. En pocas palabras, no hay mejor oportunidad para poner en marcha un proyecto que cuando tenemos los sentimientos a flor de piel en el pecho. Sin embargo, es verdad que también hay que tener en cuenta todas las posibilidades que se nos puedan presentar en el instante en que lo decidimos; esa es una ventaja de ser una persona de mente abierta, pero… también puede transformarse en un impedimento cuando sabemos que no todo puede salir como lo deseamos.
Aunque fuera completamente cierto lo que acababa de relatar, como así también, la realidad que me planteaban mis compañeros, no podían detenerme, ya que quería saber la “verdad” de Gael. No es que tuviera una efímera esperanza de que él se rescatara, aunque creía que era necesario escuchar a todos por igual, además, como dije antes, si tiene que ver con mi padre, quiero hacerme con esa información, aun si luego no vale la pena.
Poniendo mis razones a un lado, nos movimos al domo del que nos habló Gael. Apenas llegamos, me di cuenta de que la música que había escuchado desde mi celda, provenía de ese mismo lugar. Su tamaño era particularmente amplio, es decir, lo era lo suficiente como para meter una gran cantidad de gente ahí. A todo esto, no me percaté de que aquella edificación estaba hecha de vidrio hasta que nos acercamos un poco más, y nos adentramos en su estructura. El interior era más impresionante aún, ya que notaba las luces brincar de una superficie a otra, incluyendo por supuesto al escenario que destacaba en el fondo. Arriba del antes mencionado, justo a un lado, se apreciaba una cabina que estaba bien oculta por las cortinas, globos y entre otros elementos que intentaban de alguna forma, hacer pasar desapercibido la presencia del mismo, sin embargo, aun con todo, se veía claramente una ventana con una silueta danzar; seguramente era el DJ.
—Qué sitio más pretencioso… —mencionó Davis, mientras se llevaba sus manos a su cintura al observar el lugar.
—No vinimos aquí para vacacionar, así que rescátate Davis —le pidió de muy mal humor mi amado al novio de Louis.
—Parece que no puedes con la situación, Alvey —declaró Gael mirándonos por sobre su hombro. Él se encontraba a unos metros más adelante de nosotros; insospechadamente, la música cambió a una un poco más siniestra.
—El ambiente se transmutó de repente —dije encogiéndome de hombros, y vi oscurecerse la cabina del DJ.
—¿Qué ocurre? ¿Por qué esas caras largas? ¿Acaso no les gusta mi canción? Aunque también sirve para introducirlos a mi explicación —finalmente él se giró. Apenas discernía la faz de Gael entre tanta oscuridad, y por instinto, un escalofrío recorrió mi espalda; ahora tenía el mal presentimiento de que lo que diría, no sería algo que fuera a gustarme.
—Escupe lo que tengas para decirnos de una vez. Me enferma tener que respirar tu mismo aire —aclaró Dalton, quien habló antes de que yo terminara de abrir la boca.
—Que desagradable me resultas —Gael soltó un suspiro, y entonces empezó a dar sus razones—. Todo buen hombre sabe bien dónde debe pararse cuando se le habla como es debido, y tu padre no fue la excepción a la regla, cariño —se expresó así al hablarme.
—¡No le digas cariño! —gruñó mi pareja, y yo apoyé una mano en su pecho para contenerlo.
—Tranquilo Dalton. ¿Ya puedes decirnos qué fue lo que hablaste con mi padre y dejar de dar tantas vueltas? —le pregunté directamente con una mirada seria. Estaba bien que él se prestara para la charla, sin embargo, el ambiente se tornaba cada vez más cargado, así que había que finalizarlo cuanto antes, sin embargo… eso no me aseguraba que saliéramos impunes de la tan extraña situación conociendo a Gael.
—Claro, sí… —él cerró sus ojos tranquilo, y entonces sus labios se entreabrieron—. Tu padre, orgulloso como tú misma dices que es… al principio se negó a mi petición. No obstante, lo único que tuve que decirle, fue que te dejaría a la buena de Dios si no me entrenaba —alegó.
Los tres que estábamos ahí, nos quedamos mudos escuchando su relato. ¡Cómo podía atreverse a decir semejante barbaridad! Entonces lo que él planeaba era… desde un principio… ¿matar incluso a mi familia como lo hizo con la de Dalton? Mi mente cayó en un estado de shock; no podía creer que la persona con la que había compartido tantos momentos de mi juventud, tuviera planes tan retorcidos con sólo el objetivo de mantenerme a su lado. Las sensaciones eran muy fuertes; yo entendía que Gael no era tan bueno; nunca lo fue del todo, y siempre intenté guiarlo por el camino correcto. Contrariamente a lo que pudiera pensar cualquier persona que estuviera leyendo mis pensamientos, no era que yo guardara la esperanza de que una mínima luz estuviera en su alma, no, más bien era la impresión de descubrir la oscuridad que yo no tenía, y que ese hombre delante de mí, sí poseía.
La avasallante inquietud, no duró más de treinta segundos, o quizás menos, ya que Dalton sujetó mi mano para apartarme de las sombras en las que había caído por culpa de Gael, y de inmediato, se adelantó para seguir con la charla por su parte.
—No dejas de ser tan rastrero como siempre… Ahí radica la diferencia entre nosotros, Gael. Yo podré ser considerado un acosador, pero tú eres nada más que un vil asesino, que mató a mi familia, e intenta hacer lo mismo con la persona que presuntamente dice amar —lo señaló—. Yo nunca dañaría a la gente que es importante para ella, ¡y mucho menos a mi dulce Lili! —Dalton apretó mi mano, lo cual me hizo suspirar con alivio.
Las palabras de mi novio, habían dejado un rastro de frustración, no, de odio en la cara de Gael, y era tan notorio éste, que se volvía terrorífico. Lo siguiente que pudimos presenciar, fue cómo el pelinegro amagó con la intensión de arrojarse sobre nosotros, sin embargo, enseguida se detuvo por alguna extraña razón.