Se sentía cansado, levantando la tapa del bote de basura con cuidado trató de encontrar algo comestible, las moscas sobrevolaron a su alrededor, una cuerda es el cinturón de su roído pantalón, sus pies se encuentran descalzos, su barba es larga y canosa, sus ojos en cambio brillan al encontrar un pedazo de emparedado a medio comer, sus manos son callosas, su piel es morena por tanto andar en el sol, una vieja gorra que encontró tirada en el suelo con el emblema de un partido político es lo que cubre su cabeza, con ambas manos tomó su “gran” hallazgo y lo oculta entre su chaqueta café.
Pensó en regresar pronto a su “casa”, pero cuando asomo su rostro, el miedo se estableció en él, no puede evitar sentirlo, la gente le abruma, aún más la gente de trajes negros y grandes portafolios, esos que cargan en sus manos celulares, sumergidos en aquellas pantallas relucientes sin ver más allá
Escuchó un par de risas, yendo otra vez hacia dentro, trato de ocultarse entre las sombras, así en silencio espero, hasta que observo a un par de niños corriendo, sus ojos se cerraron por inercia ante el recuerdo de aquellas pedradas le hicieron temblar en su lugar, sintiéndose pequeño e indefenso dejó pasar los segundos antes de oír la última carcajada alejarse de ahí, el sudor recorrió su rostro, al parecer ya estaba a salvo.
Su estómago como respuesta ante el mutismo de su boca gruño, cerrando los puños con fuerza se armó de valor para salir y regresar a “casa”, es en silencio que procede a retirarse, nadie le nota, es más parece invisible ante las demás personas, él sabe la diferencia entre esa gente y él, pues él está completamente solo.
Caminando con la mirada gacha, la preocupación siguió dentro de él, tratando de recordar, repite con cuidado el número de pasos exactos que debe dar, no quiere perderse otra vez, no quiere olvidarse también donde queda su hogar, aquel que construyo por sí mismo a falta del real, ya que no tiene a nadie, se ha quedado completamente solo.
Observo el letrero en 9º con la 10º, dando un giro a la izquierda, una pequeña sonrisa se asomó en su rostro, puesto que ha dado con el lugar a la primera, agradece en cierta forma aquel cartel de “se busca” con una fotografía que le recordó a alguien que siente nunca debió olvidar.
Mas el alivio se esfuma enseguida cuando su mirada se detuvo en la casa abandonada que está cruzando la calle, dudoso en dar el siguiente paso al recordar cómo una vez alguien como él entro ahí y no volvió a salir, puede ver los grafitis sobre ella, ya les había visto antes, la pandilla dueña del lugar.
Pasando algo de saliva, su mirada siguió estacionada en la casa deshabitada. Parecía no haber nadie, y aunque él era un adulto entre una multitud era nada, lo reconocía y por eso caminó con rapidez, aunque claro estaba, sin tratar de llamar la atención, puesto que había aprendido que correr significa hacer algo “malo”, y los de traje negro con armas no dudarían en disparar si hacia algo así.
Caminó un par de metros por un callejón oculto detrás de una escuela primaria, un par de cajas y mantas conforman su hogar, se metió en ellas y sacó su gran hallazgo, mientras tomaba un trozo del pan enmohecido escuchó atento la clase que se lleva a cabo, después de todo era de mañana y los chicos buenos estaban en clase a esa hora ¿Cierto?