Soy una esposa para la sociedad

Capítulo # 1

Capítulo # 1

En Grecia.

En mansión Makris Foster.

—¡Helio! ¡Por favor! —exclama su tía Ágata, quién mira al pequeño cómo está corriendo por toda la sala sin querer obedecerla. —Cuando llegue Apolo, te voy a acusar. —amenazándolo.

Helio se detuvo y miró a su tía con ojos desafiantes.

—¡Papá, nunca está! —dicho esto, salió corriendo para su habitación.

Ágata se sintió muy mal, sabe que su hermano muy poco está en casa y decirle eso al niño la hizo sentir como una bruja mala, subió las escaleras para encontrar a su sobrino, para más dolor lo encontró llorando.

—Lo siento, Helio. —dijo ella acercándose a él. —No quería, decirlo, tía, a veces, es una bruta.

—Perdonada. —dijo él abrazándola y mirándola. —Papá nunca está y cuando está, mamá llora mucho. —comenta entristecido. —¿Por qué, papá le hace daño? —le preguntó abrazándola con fuerza.

—No le hace daño. —respondió ella acariciándole el cabello. —Solo están pasando por un mal momento. —trató de sonreírle. 

—Ojalá, que pronto mamá sonría. —dijo él suspirando.

—¡¿Adivinen?! ¡¿quién llegó?! —exclamó Cora disfrazada de payasita. —Vamos a alegarle la vida a mi sobrino, ¡hermoso!

Ágata y Helio comenzaron a reírse a carcajadas.

—¿Qué? —preguntó ella sin entender.

—Estás fea. —habló su sobrino riéndose sin parar. 

—¡Oye! —exclamó haciéndose la ofendida. —Lo hago por ti.

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En club de beneficencia.

—Debes de ser, la mujer más feliz del mundo. —le comenta Damara a su amiga, Valentina, tiene casi tres años conociéndolos, ellas se hicieron muy amigas.

—Bueno, tengo al esposo más guapo del mundo y me hace la mujer más dichosa sobre la tierra. —Valentina mintió con aquella normalidad, antes odiaba mentir, su esposo le ha enseñado como hacerlo sin ella estar de acuerdo. —¿Y cómo van las cosas con Giles? —le preguntó en voz baja para que nadie la escuchara.

—Fatal. —contestó ella seria. —Cada vez, estamos peor. —confiesa dolida. —Se comprometió con Donatella, su familia no quiere que se case con una mujer que solo es abogada y no tiene una familia de dinero. 

—Amiga. —dijo Valentina triste. —Yo te voy a ayudar. —le sonrió.

—Amor. —habla Apolo acercándose y mirándola. —Creo que es hora de irnos.

—Aún son las diez. —dijo ella mirando su reloj pulsera. —Helio, lo están cuidando tus hermanas. Quedemos un poco más. —pidió, muy poco está con una verdadera amiga. 

—Mañana, tengo trabajo. —dijo recordándole, no iba a dejar de trabajar por estar en una fiesta. —Vámonos.

Ella suspiró frustrada y quería gritarle, no podía hacerlo y menos delante de tantas personas.   

—Bueno, amiga. —dijo ella acercándose y dándole un beso en la mejilla. —Nos veremos pronto.

—Cuídate Valentina y le envío muchos besos a Helio de mi parte. —dijo Damara sonriendo.

—Se los daré. —dijo Valentina alegre y alejándose con su marido.

Los esposos caminaron hacia el estacionamiento, él abrió la puerta del auto para que ella subiera y al hacerlo. Cerró la puerta, no dijo nada, cuando lleguen a la mansión le dirá todo lo que siente, está cansada de su amor hacia el trabajo y le importa muy poco sus sentimientos.

Van para seis años de casada y está arrepintiéndose de todos los años que está a su lado, lo único bueno es su hijo Helio, que es un niño encantador e iluminaba su vida día a día.

Apolo estaba muy serio, no sabe qué decirle, está seguro cuando lleguen a su hogar, Valentina peleara con él. Puede verlo en sus ojos por medio de la ventana. Esta hartó de escucharla, está cansado de sus reclamos, prefería estar lejos de ellos, que estar cerca de su mujer e hijo.

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En mansión Makris Foster.   

—Es hora de irnos. —anuncia Ágata mirando a su hermana menor. —Apolo, llegará en cualquier momento.

—Sí. —dijo dándole un beso en la frente. —Que sueñes con los angelitos, Helio.

—Gracias tía. —contestó el niño sonriendo.

—De nada, bombón. —dijo alejándose y cerraron la puerta.

Las hermanas salieron de la habitación y en eso sintieron la puerta que se abría.

—Hola. —dijo su hermano y mirándolas. —¿Y cómo se portó?

—De maravilla como siempre. —respondió Valentina entrando. —No sé, para qué haces esa pregunta.

—Vale, tiene razón. —sonriendo Cora.

—Vamos. —dijo Ágata alejándose de ellos y jalando a su hermana menor.

La pareja se despidió, entraron a la mansión, subieron las escaleras y entraron a su habitación, Valentina cerró la puerta.

—¿Por qué eres así? —explotó Valentina. —Cómo te atreves a preguntar semejante estupidez, ni si quieras conoces a tu hijo.

—Sé que los niños, pueden llegar hacer terribles. —dijo él mirándola.

—Helio, no lo es. —le aclaró frenética. —Es un niño, que ni siquiera se siente en la mansión. ¡Qué demonios, vas a saber, sí, nunca estás aquí! —exclama quitándose el vestido. —No sé, para qué peleo contigo, es como hablarle a una pared. —girándose para que no viera sus senos y agarrando una bata, para entrar al baño y cambiarse.

Apolo suspiró y se quitó la corbata, no soporta la misma situación de hace tres años para acá, desde que Valentina comenzó a discutir para que estuviera en su hogar, nada mejora, los primeros meses la intimidad era increíble, ahora nada de eso. Tenía un año y medio sin tocarla, ella tampoco lo buscaba a él, pensó en tener una amante y recordó que Valentina no se merece semejante traición. 

Solo están pasando por un mal momento, se decía así mismo para no darse cuenta de la realidad.

Valentina se cambió de ropa y prefirió entrar a la habitación para acostarse a dormir, solo lo soportaría unos días y después se irá nuevamente a otro país. Solo está con ella por dos semanas y los demás días en otros países para ver como seguía sus empresas.




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