Soy una esposa para la sociedad

Capítulo # 3

Capítulo # 3

En Grecia.

En mansión Makris Foster.

En el despacho.

Apolo se encuentra pensando en las palabras de su mujer e hijo, sabía que se la pasa mucho tiempo de viaje y se ha perdido casi todos los momentos con Valentina y Helio, no pudo verlo cuando tuvo su primer accidente, cuando se enteró viajo a Grecia. Su esposa se lo había llevado para la casa de una amiga para pasar el susto, cuando Lucrecia le contó todo, se fue, cuando se enteró de que Valentina se sentía mal, viajo rápidamente, su suegra se la había llevado juntos con el niño. Así como llegó se fue de nuevo, en las navidades observaba como su mujer e hijo disfrutaban de los halagos de los demás y se volvió una costumbre no estar en la mansión, ser informado todos los días por Lucrecia, se sentía satisfecho de lo que pasaba.

El teléfono sonó y él contestó.    

—Buenos días, mansión Makris Foster. —contestó él con formalidad.

—Apolo. —dijo una voz asombrada.

—Sí, soy yo. —dijo él perdiendo la paciencia. —¿Con quién habló?

—Soy tu amigo, Zale. —dijo sonriendo. —Y, ¿cómo estás?

—Mal, vamos a vernos. —le dijo con rapidez. —En el salón Jazz.

Zale sorprendido.

—Sí. —dijo él con tranquilidad. —Nos veremos allá.

—Adiós. —cortando y levantándose para irse a reunir con su viejo amigo. Salió del despacho y se encontró a su esposa con su hijo en brazos. —Voy a salir. —les informa. 

—Qué novedad. —respondió Valentina con brusquedad y subiendo las escaleras.

Él suspiró y tomó su chaqueta para irse.

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Unas horas después.

Apolo le contó todo a su amigo, en los últimos años que había dejado a Valentina y su hijo por su trabajo, Zale lo escuchó atentamente, lo miro con seriedad.

—Amigo, ¿estás loco? —sin poderlo creer, lo conoce, jamás pensó que se obsesionara con el trabajo y desplazara a su familia. —Valentina es una mujer valiosa, ese pequeño es una maravilla de niño. —dijo atónito. 

—Lo sé. —afirma él tomando un sorbo de café. —Quiero que tengan lo mejor. —dijo con seriedad.

—El dinero, no es todo en la vida. —le habló con rudeza. —Te estás comportando como tu padre.

Apolo no dijo nada, en parte es cierto. Su padre nunca estuvo para él, desde que nacieron sus hermanas les daba más amor a ellas que a él y su madre casi siempre estaba en lo suyo, en cambio, Valentina es una excelente madre, que está siempre pendiente de Helio y también de él. ¡Demonios!

—Ayúdame, a conquistar a mi esposa. —pidió mirándolo con seriedad.

Zale suspiro.

—Vamos a intentarlo. —dijo Zale serio. —Una mujer dolida, es muy peligrosa.

—¿Y por qué lo dices? —preguntó mirándolo con seriedad.

—Bueno, es que se ve que Valentina está, que no aguanta un poco más y por lo que medio me contó, mi esposa ayer tenía cara de no irse, y tú, siempre llevándotela, sin preguntarle sí. ¿Deseaba quedarse o irse?

Él se le quedó mirando y se quedó pensando un buen rato.

—Creo, que tienes razón. —soltó de repente. —No puedo perderla, es la mujer adecuada para mí.

—Otro error. —dijo Zale mirándolo con seriedad. —Sé que te casaste con Valentina, porque estabas deslumbrado con ella. Cierto modo te puedo entender. —hizo una pausa y continúa. —Valentina necesita más que un título de esposa para la sociedad, ella necesita tu amor, para ser exacto amigo, dejas mucho que desear.

—Deja de acuchillarme. —pidió tomando otro sorbo de café. —Me siento, como un desgraciado.

—Lo eres, en cierto punto. —dijo tomando un poco de limonada, notando la furia de su amigo en sus ojos. —Acuérdate que tengo esposa y un hijo.

Apolo soltó un largo suspiro.

—Maldita sea. —dijo frustrado. —¿Desde cuándo mi vida?, ¿cambio de esta manera?

—Te lo digo. —respondió con suavidad.

—No. —colocándose las manos en su cabeza. —Tengo que irme. —anuncia levantándose y sacando su billetera para pagar el café. —Luego te cuento. —alejándose de él.

—Amigo, tú eres tu propio enemigo. —murmuró Zale suspirando.

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En mansión Makris Foster.

Valentina se encuentra jugando con su hijo por medio de su celular, Helio se imagina que plática con una desconocida y su madre le sigue el juego, disfruta escuchar sus carcajadas cuando terminaba su frase y dice.

—Soy mamá.

Helio se fue corriendo para su habitación, ella se quedó en la sala, se sentó, su celular sonó de nuevo y ella contestó.

—Hola. —dijo ella con voz inocente.

—Hola. Soy tu novio. —dijo el pequeño divertido.

—De verdad. —dijo Valentina haciéndose la sorprendida. —Eso es imposible, tengo esposo. —haciéndose la alarmada, escucho la risa de su niño. —¿De qué te ríes, desconocido?

—Te amo. —dijo él con ternura. —Eres mía.

—Yo también te amo. —dijo ella, feliz de saber cómo su pequeño, es tan espontaneó con sus sentimientos. —Eres mi razón de vivir y si no estuviera casada, estuviera a tu lado. —le asegura feliz.

Mientras ella platicaba con su hijo, no se percató que su esposo está detrás de ella. 

—¡ERES UNA INFIEL! —gritó Apolo, logrando que ella soltara el celular.

—A..po… lo. —dijo ella, asustada por el grito y mirando sus ojos llenos de ira, está celoso.




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