¿soy una villana?

10_ Baile

La fiesta de debut de las chicas se llevaba a cabo, ya con un poco más de calma que antes por los pequeños alborotos causados.

-No puedo creer que hicieras un alboroto y anularas tu compromiso con Sofía.- dijo el rey Claude, cansado por ser el centro de atención más de lo usual por el comportamiento de su hijo.

Usualmente, nobles ya se habrían acercado a hablar con él, pero en ése momento parecían preferir evitar acercarse.

-Padre, yo amo a Naomi.- dijo el chico, queriendo ser honesto.

Nunca le pidió nada a su padre, pero ahora, quería pedirle que arreglé las cosas con la familia Sol, para poder tener la mano de su hija en matrimonio.

-¿Cómo puedes amar a alguien que acabas de ver? No seas ridículo.- exclamó el hombre, con seriedad.

El muchacho, que a pesar de tener sus fallas, era lógico y entendió lo dicho por su padre, pero no se quería rendir.

-Fue amor a primera vista, yo...

-Hablaremos de esto luego, ahora ve y concedele a Sofía su primer baile de debut.- ordeno el rey, no queriendo seguir con ésa conversación.

Su cabeza dolía por todo lo sucedido, así que necesitaba algo de paz para relajarse.

-No.- dijo el chico.

El rey Claude, miró a su hijo con gran sorpresa ya que nunca había negado una orden directa de él, hasta Edith lo hacía aveces cuando algo no le parecía bien, pero Alan nunca lo hizo.

-Yo bailare con Naomi, mi verdadero amor.- aclaró el chico, yendo en busca de su amada.

Podía estar siendo inmaduro y estar dañando su reputación ante los ojos de su padre, pero no le importaba.

Naomi tenía que fijarse en él y en nadie más, el destino los junto en ésa noche y nada los podía separar.

-Edith, sé que es mucho pedir, pero ¿podrías bailar con Sofía?
Pasará vergüenza si no tiene a nadie con quien bailar, a pesar de que tu hermano lo prometió.- pidió el hombre a su hijo mayor.

El chico, miró a su padre para luego mirar en dirección de Sofía y sonreír.

-No creo que haga falta.- exclamó de manera tranquila.

-¿De qué hablas?- preguntó Claude, confundido.

-Siempre creyó que Sofía era diferente, ¿no?
Algo me dice que desde ahora, la vamos a conocer de verdad.- respondió el chico, sin poder dejar de mirar con admiración a la chica de ojos grises que hablaba con Ella.

Ése día, Sofía hizo algo muy atrevido al cortar su cabello y vestir como chico, pero para el punto de vista de él, fue lo necesario para que los ojos de las personas comiencen a abrirse.

Quizás los padres no, pero las hijas, si podían empezar a entrar en razón y darse cuenta de que no son un adorno que sólo debe ser bonito, son personas conscientes y que pueden decir lo que ellas quieran.

El rey, no dijo nada más, sólo prefirió contemplar lo que sucedería ahora, confinado en la cordura de su hijo.

Ya sea para bien o para mal, Edith seria el próximo rey y debía tomar decisiones desde ya, para demostrarle de lo que es capaz.

Mientras que padre e hijo decidían ver lo que sucedería a partir de ahora, Alan se acercó a Naomi, quien hablaba con otras chicas.

-Yo... hola de nuevo.- saludo el rubio, llamando la atención de la rubia.

Naomi, volteó y al ver al chico, se sorprendió pero mantuvo la compostura.

-Saludos, príncipe Alan.- saludo de manera educada, ocultando sus nervios.

Era la segunda vez que el príncipe Alan le hablaba y realmente tenía miedo, ya que ése príncipe era conocido por ser bastante... poco paciente.

El príncipe menor, sonrió nerviosamente, sintiéndose algo agitado por estar cerca de la chica.

En su vida, nunca había sentido algo similar por alguien como lo hacía ahora.

Quería que Naomi sólo lo vea a él y a nadie más, ser él el dueño de su mente, su corazón, de su todo y lo iba a conseguir de cualquier manera.

-¿Quisieras...

Antes de que el chico pueda terminar de hablar, su hombro fue empujado levemente y volteó para ver a la persona que más odiaba de todas, a Sofía.

-Hola, ¿me recuerdas?- preguntó la de ojos grises, con una sonrisa amable mientras veía a Naomi e ignoraba al chico.

La rubia, la miró por unos segundos hasta que la recordó, sorprendiendose.

Era la chica que vio cerca de la fuente hace años.

-Tenemos que hablar, ¿no?
¿Me concede esta pieza?- preguntó Sofía, extendiendole una mano a la rubia.

-Pero... somos chicas.- dijo la ojiazul, nerviosa.

Nadie de la nobleza conocía su pasado, excepto ésa chica y podía ser algo que usé en su contra, dañando a su familia.

Sofía, sin darle importancia a nada, agarró la mano de ésa chica, con algo de fuerza.

-Es sólo un baile.- dijo, alejandola de Alan y viéndolo de costado.

Debía impedir que los protagonistas se junten en ése baile, a toda costa, ya que ése fue el día en que Alan adquirió una loca obsesión por Naomi, quien inocentemente se deja engañar por él.

No es que quiera salvar a su enemiga, sólo quería dañar más y más el frágil orgullo del príncipe Alan.

-Maldita Sofía, me las pagarás.- susurro el rubio, viendo como una vez más, ésa chica hacía lo que se le plazca.

Lo admitía, de niños le tenía miedo, pero ya no eran niños, era más alto que ella y seguramente más fuerte, así que era momento de cambiar las cosas.

Cada chica, ya estaba teniendo su primer baile de debut, siendo el centro de atención, Sofía y Naomi, pero ignoraban a todos.

-Veo que sus piernas se mueven muy bien.- dijo la de ojos grises, con una sonrisa forzada luego de haber sido pisada sin querer por su pareja de baile.

La rubia, se sonrojo y desvió la mirada.

A pesar de su error, ésa chica era educada y no le dijo nada.

-Yo... mi falsa familia...

-No hace falta que me lo explique, no se lo pedí y no tiene que decir nada que no quiera.- exclamó Sofía, de manera tranquila mientras bailaba con su peor enemiga.



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En el texto hay: fantasia, humor, aventura

Editado: 29.06.2021

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