Sparkler

Lee

Caminaba con Tony por los pasillos de una plaza comercial en el centro de la ciudad justamente en su hora de comida, había conocido a mi amigo en aquel lugar unos meses antes cuando me encontraba buscando un videojuego que justamente él vendía. Había comenzado a crecer mi gusto por las cosas asiáticas, tanto novelas como discos originales de música coreana, justamente una semana atrás había sido enredada por un grupo en especial, a tal grado que tuve la oportunidad de mandar traer uno de sus discos directamente desde Corea, pero mis ganas por tener mercancía de ese grupo eran insaciables. Tony se tomó la molestia de investigar si podía conseguir productos de la banda en la plaza, mencionó que habían abierto un nuevo local con mucho producto coreano y que posiblemente podríamos encontrar lo que estaba buscando, esa fue la razón por la cual al salir de la universidad corrí hasta ese lugar para comprobar si tenía razón.

- Te juro que vi discos – dijo Tony emocionado –. No sé si sean muy caros, me distraje un poco con la chica que trabajaba ahí.

- Amigo mío – dije con una sonrisa –. Tu siempre has sido tan enamoradizo.

- Lo sé.

Bajábamos del tercer piso cuando frente a nosotros, una chica se encontraba parada afuera de un local con unos posters en sus manos, justamente unos del grupo que me había enamorado en su totalidad. Sin pensarlo, baje rápidamente las escaleras para quedar justamente a lado de la chica.

- Buenas tardes – dijo una vos masculina, la cual no preste mucha atención de donde provenía, estaba tan emocionada por los posters que perdí noción de todo –. ¿Puedo ayudarte en algo?

- Quiero ver los posters – dije sin voltear a lo que la chica que los sostenía me miró de una manera poco agradable, ignorándome le entregó de vuelta los posters al chico y esté inmediatamente me los entregó –. Gracias.

Como toda una niña, me emocione al ver cada uno de los posters, lamentablemente solo podía llevarme uno, el salir con Tony para comprar cosas no había estado dentro de mis planes, pensé que solo iría a la escuela y regresaría a casa, por esa razón no llevaba dinero suficiente como para comprar todo lo que se me antojara.

- Me llevaré esté – dije escogiendo uno de los dos modelos de la banda que me había gustado mientras le entregaba los demás –. Creo que es el mejor.

- ¿Estás segura qué solo ese? – preguntó Tony de una manera un poco rara a lo que simplemente asentí con la cabeza.

- Sí.

- También tenemos marcos de madera con fotos – dijo el chico que me estaba atendiendo mientras me mostraba los marcos con integrantes de una banda que no me gustaba del todo, pero debo de admitir que estaban bien hechos –. Si lo prefieres, también tenemos discos originales de la banda del poster que te llevaste.

- Solo esté porfa – dije sin prestar mucha atención, o más bien intentaba no emocionarme mucho, no llevaba dinero suficiente como para comprar otra cosa que en verdad me gustara.

Pagué el poster y agradecí al chico, después de eso comenzamos nuestro regreso al local de mi amigo, pero había algo que no estaba bien, Tony me miraba de una manera rara, como si le causara curiosidad, pero no entendía el motivo.

- Ya dime que demonios te pasa – dije un poco molesta ante la mirada de mi amigo –. Me ves como si fuera una retrasada o algo así.

- En momentos pienso que lo eres – dijo con una amplía sonrisa, al final de cuentas solíamos llevarnos de esa manera –. Pero creo que realmente no te importo, sino, te hubieses dado cuenta.

- ¿De qué?

- De que el chico que nos atendió era coreano.

- ¡¿Qué?! – exclamé totalmente sorprendida, por la insistencia del producto, no me había percatado del chico que nos había atendido –. Estas de broma ¿no?

- No – negó junto con la cabeza –. Creo que ni siquiera notaste la forma molesta con la que te miro la chica.

- Eso si lo noté – dije pensativa –. Pero no pensé que fuese por eso, supongo que le molestó que llegara a pedir lo que ella estaba viendo.

- Pues no.

No sé que paso por mi cabeza, dejé todo y caminé de regreso hacia el local del chico coreano, no sé si fue realmente por seguir una moda o por la simple curiosidad de nunca antes en mi vida haber visto a uno. Cuando llegue al local se encontraban dos chicas comprando todos aquellos cuadritos de madera que me había ofrecido, por un momento observé como aquellas chicas se desvivían hablando con él, como si fuera un dios o algo por el estilo. Su cabello negro, lacio casi a la altura del hombro, su piel blanca y su figura delgada, además de contar con una hermosa sonrisa y un estilo enorme gracias a los lentes que usaba.




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