SPARKS OF LOVE - El peso del primero

CHAPTER NINETEEN

LIAM SALVATORE

— El estudiante de Administración de Empresas se convierte en un profesional competitivo porque adquiere una sólida formación comercial que profundiza sus capacidades de análisis, lo prepara para enfrentar problemas, analizarlos y resolverlos, además adquiere conocimientos en gestión estratégica, gestión de recursos humanos, marketing y procesos —Ryan aún no llegaba, no lo escuchaba siquiera dar pasos en el madero hueco de la casa— La formación prepara al estudiante para que pueda desempeñar sus funciones en cualquiera de las áreas, decidir y desarrollar el negocio empresarial en cada uno de sus canales y hacerlo de forma eficiente —¿donde se habrá metido ese niño? Papá me matará si no aparece— El perfil del egresado es de un líder organizado, confiado en sí mismo y que toma decisiones con carácter emprendedor e innovador, empresarial con habilidades para trabajar en equipo y administrar cualquier organización. Capaz para enfrentar problemas y negociar frente al conflicto o una crisis —no debí haberlo dejado salir solo— es por eso que confío en que mis estudiantes, están capacitados totalmente para este lugar en el mundo, abrirán puertas que para muchos está cerrada, recibirán con honores cada ganancia a fin de ser el legado glorioso que deben ser —el lápiz no dejaba de sonar en el escritorio de mesa frente a la ventana abierta, por donde la brisa de frío lograba filtrarse.

Ryan había salido hacía media hora y no había sido capaz de regresar a casa, con mi ceño fruncido esperaba que mi vista captará su presencia, pero no aparecía. Mi paciencia se estaba agotando, aún tenía cosas que hacer como para estar preocupándome por él.

Tiré mi cabeza hacia delante y la apoyé en el pupitre con mis manos frías. Anoche no fui capaz de dormir, toda la noche estuve haciendo papeleos y cuadrando finanzas a fin de que finalmente pudiera terminar con ello. No debía pensar poco de papá, él también estuvo en su estudio por mucho tiempo, cuadrando sus estrategias, algo que muy pronto me tocaría a mí también.

Suplantar el nombre de papá y el gran Salvatore, era algo a lo que estaba predestinado. Por el momento disfrutaría de mi juventud de manera limitada, los pocos placeres que tendría serían apreciados, aún no me veía en el puesto del abuelo,  dueño de casi todas las empresas más potenciales del mundo, mi puesto era el trono mayor empresarial y trabajar en las empresas del gran Salvatore era un gran privilegio dado por nuestra familia. Pero lo cierto era, que no estaba listo para ese privilegio, tomar el lugar que ellos hacían con tanta confianza y las decisiones que ellos tomaban, una mala dirección y la empresa diría directo a bocas televisivas, las personas dudarán, la familia se vería cuestionada y yo sinceramente no sabía cómo dirigir un enorme… imperio.

— ¿Liam está con nosotros? —el viejo y decrépito señor Denovan me miraba desde su lente con juicio, tan solo lo vi de reojo, pero me incorporé en mi asiento y suspire.

— Sí señor Denovan, siempre —mascullé con pesimismo. Las ansias estaban creciendo en mí.

Y su mirada de desaprobación era la que más odiaba, porque esforzándome al máximo, entregando sus malditas tesis y dando aporte de mis puntos de vista a sus clases, sentía que no era lo suficiente para estar en este curso. Denovan como amigo de mi abuelo se le pidió estrictamente que me instruyá de la manera más dura posible, a fin de hacerme el mejor empresario que se haya visto, tal como un Salvatore debía ser. 

Por eso, Denovan se encargaba de darme tareas especiales a fin de afianzar mejor mis estudios y recibir halagos y el visto bueno de mi abuelo.

— para la próxima clase quiero un ensayo de veinte páginas sobre lo de hoy —el cuaderno frente a mí se mantenía con un montón de garabatos, producto de los apuntes que había hecho a fin de no olvidar ciertas cosas, aunque nunca lo consideraba necesario, había nacido con la capacidad de recordar todo, cara, palabras y letras. 

Bufé al escuchar sus indicaciones tan exigentes que al final no servirían de nada, las clases pegadas al computador eran estresante, me causaban migraña a menudo y tendía a tener mis ojos persistentes a brillos artificiales, daba gracias que aún no tenía que usar lentes permanentes, pero sí para leer por las noches porque se me dificulta.

Esta reunión ha acabado.

El computador brillaba con intensidad baja y anunciaba lo que más quería, el señor Denovan finalmente habría cerrado la sesión, ya no tenía porque seguir pegado a este aparato. Apague el computador y solté un suspiro.

Estiré mis piernas y termine por sonreír triunfante estirando mis manos también. Me sentía como un pájaro enjaulado, que pronto sería libre y buscaría a su hermana para darle una lección.

— ¿entonces también vas al North High? qué coincidencia mi hermano y yo también iremos —era la voz de Ryan.

¿Con quién diablos estaba hablando ese niño? Entonces me levanté de mi asiento, expectante a la situación, solo fui capaz de discernir el cabello de mi hermano y la silueta de una chica a su lado para salir corriendo en su búsqueda.

Lo que me faltaba ahora estaba con una chica. Mis pies chocaban con el madero de las escaleras y mi mano casi a los segundos tomó la perilla de la puerta principal, con mis pantuflas en pies y mi mirada severa salí de la casa acercándome enojado a Ryan.

Pero ella llegó como el invierno por mi ventana, desprevenida y sin antelación, con una sonrisa en sus labios y una mirada dulce hacía el intrépido Ryan, ambos parecían tener una conversación muy entretenida y yo era un tercero.

Paré mi rápido andar y termine frente a ellos, suspendido por la aparición de estos dos personajes.

Era claro que la chica no me quería ver ni en pintura, lo recordé en cuanto me miró y dio un respingo hacia atrás, aferraba su agarre a la correa del perro que ahora tomaba la iniciativa de venir a mi con su cola moviéndose.