2do. Reto literario de Mundo Yuri: El amor es ciego.
Advertencias: Relación lésbica (mujer x mujer). Discriminación.
Género: Fantasía, Lesbianas, Romance, Discriminación, Drama y Tragedia.
Original.
Palabras: 3,044 –OS-
Notas: Este escrito se realizó por el reto de mundo Yuri, donde la temática se mencionará abajo. El término Speechless significa sin palabras o hace referencia a una persona muda.
2- La pareja o parejas viven en entornos distintos y distantes (lo que puede ser ciudad/campo, mar/tierra, etc., a elección vuestra, sed creativos)
Speechless
[Siempre se le temerá a lo desconocido.
En el país de Maalan siempre ha habido una guerra de territorios entre los seres marinos y los humanos.
Zuneima es una chica que no habla debido a un trauma que tuvo de pequeña donde casi se ahoga. Es marginada por los habitantes de la ciudad y vive en los límites del país, donde nadie desea permanecer por su cercanía al mar.
Un día, observa las trampas a las orillas del agua y encuentra atrapada a una sirena, sabe que está mal ayudar a esas criaturas porque su beso se considera mortal, pero al ver sus ojos llenos de miedo, decide salvarla ¿qué les deparará a estas dos que vienen de mundos diferentes?]
Un chillido ensordecedor la despertó de su sueño. Zuneima se levantó apresurada de su cama y salió de su pequeña casa hecha de láminas y desechos que los aldeanos lanzaban en los límites del país, esperando que algunos animales o criaturas marinas se murieran gracias a su basura.
Zuneima buscó en medio de la madrugada, la causa de ese sonido tan atroz y en la orilla observó a la criatura que se intentaba zafar de la red que le cayó encima. Las carnadas para atraer sirenas eran las hermosas flores Aurora, las cuales eran de un brillante color dorado, su sabor era considerado una exquisitez.
La sirena la observó y emitió un rugido que petrificó a la humana, de la impresión se fue de culo a la arena y no se movió ni un ápice. Las dos se miraron por largo tiempo, Zuneima se percató que la criatura tenía unos ojos dorados que se asemejaban a las flores de las que tanto se enorgullecían en Maalan.
Pudo percibir el miedo en su mirada y sintió su temor hacia la muerte. Las sirenas no eran monstruos salvajes sin sentimientos como decían los de su pueblo, podía darse cuenta que también tenían alma como la de ella y que solo porque no lucían ni hablaban como los seres terrestres, los aldeanos decidían asesinarles.
En ese instante, sintió ganas de llorar.
Ella y esa sirena eran más parecidas de lo que se debería.
Comenzó a acercarse gateando de poco a poco. La sirena parecía renuente a dejarla avanzar, sus rugidos iban en aumento, no tardarían en llegar los guardias reales, tenía poco tiempo para regresarla al agua.
Se acercó el dedo índice a la boca y le hizo una seña para que guardara silencio, la sirena parecía confundida, se quedó callada por un momento, dejando que la humana se acercara, aunque permanecía en silencio, estaba a la defensiva.
Zuneima notó que la hermosa sirena se quedó quieta así que se levantó rápidamente del suelo y le quitó la red de encima, las dos se volvieron a mirar fijamente, y allí fue donde tal vez lo supieron, no necesitaban palabras para expresarse, la criatura marina estaba agradecida con la humana, por su parte, Zuneima le sonrió tiernamente.
Hace años que había olvidado que podía hacer esa clase de gesto.
Su momento fue interrumpido por el traqueteo metálico que hacían las armaduras de los soldados reales, parecía que pronto llegarían a las orillas del mar. Zuneima comenzó a hacerle señas a la hermosa sirena de cabello rojizo para que volviera al agua.
Y esta, rápidamente entró con gracia.
Zuneima corrió hacia su casa con el corazón acelerado, sentía un vacío al haber dejado ir al único ser viviente que la miró como si existiera, como si estuviera completa.
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—La princesa ha regresado—fueron los vítores alegres que pronunciaron las criaturas marinas al observar a la sirena de rizada cabellera roja, volviendo a las profundidades. Un enorme pulpo se acercó y le colocó una corona hecha de coral rosado.
—Omika, creí que los humanos te matarían, no vuelvas a subir a la superficie, ¿me entiendes? —regañó una sirena que lucía más grande y tenía cabellos blancos y unos ojos tan grises como el pelaje de un lobo.
—Los humanos no son tan malos, madre. —declaró, pero lo único que obtuvo como respuesta fue el chillido de todos los animales y seres que la rodeaban, incluso algunos peces dieron miles de giros ante las ofensivas palabras que acababa de soltar.
La pelirroja recibió una bofetada tan rápida como el ataque de una barracuda. Su madre parecía tan enfadada que aquellos ojos grises sin vida se volvieron rojos por la ira.