Sr. D'angelo

CAPÍTULO 3.

 Hola vilvi...

ENCUENTRO.

  • No le pongas atención a ese par de charlatanas, solo quieren hacerte sentir mal, más bien ven conmigo ¿María… verdad?—dijo aquella señora ya de edad con una sonrisa inmensa en su rostro.
  • Si, un gusto…-- ella en un sorpresivo abrazo me acogió.
  • Yo soy Katherine la abuela de ese muchacho—señaló a Alexander— no entiendo, por qué no te había conocido antes—caminaron hasta un grupito de personas y allí estaba Santiago, un hermoso niño de cabellos azabache y una mira azul angelical, tez blanca y vestía un atuendo demasiado bonito, contaba de una camisa de cuadros y un pantaloncillo gris. Aquel niño miraba a todas partes y parecía que estaba a punto de llorar, me acerque con la señora y al llegar los que estaban allí reunidos se quedaron en silencio, observándome.
  • Buenas noches – me atreví a decir­.
  • Hola ¿cómo estás...?
  • Maria, un gusto—dije tendiendo mi mano, pero aquella señora que no parecía tener más de unos 50 años, me tomo de sorpresa y me abrazo, supongo que así abrazan a todos sus invitados – No deberías dejar que la víbora de Sonia este cerca a Alex – susurro en min oído
  • No creo que ella me lo vaya a quitar—dije de la misma manera sin romper el abrazo.
  • Yo creo que sí, yo la conozco—se des hizo del abrazo – El gusto es mío, soy Lia— sonreí sin saber que responder, seguido de que me sentara en aquella mesa, mire a Santiago, todo por no dejar que esa abuela que tiene el niño se la lleve, aquella señora no quería a Elizabeth, el niño de un año, me mira y una sonrisa asoma de su rostro y sus mejillas regordetas se alzan. La señora Lia que ahora lo lleva cargado dice.
  • A alguien ya le caes bien ¿quieres cargarlo?—con un asentimiento, ella me pasa el niño, tan hermoso como siempre, su manito regordeta toma mi dedo índice y comienza a reír, esas risas contagiosas, empecé a jugar con él.
  • ¿TU QUIEN ERES PARA ESTAR CARGANDO A MI NIETO?—grito/pregunto una señora que apareció de la nada. Sus gritos hicieron que me quedara estática y ella trato de acercarse, pero el llanto de Santi, la obligo a retroceder, comencé a arrullar a Santiago, que escondió su cabecita en mi pecho.
  • Soy la prometida de el señ… Alexander—la señora abrió sus ojos inmensamente, parecía que se le fueren a salir de sus orbitas, y yo al decir esas palabas me sentía la mayor mentirosa del mundo.
  • ¿Tú la prometida de Alex?—dijo con burla y mirándome de pies a cabeza. – él no se metería con gene como usted sin porte, ni elegancia, ni modales deberá tener—cada palabra que decía más hacia odiarla y apenas la conozco.
  • Para su desgracia, si soy la prometida de él – Santiago soltó una risita, como si entendiera lo que dijéramos. Al mirar al alrededor me sorprendí al ver cuanta gente prestaba atención a nuestra discusión. Mi atención volvió a la señora esta, que me miraba con recelo.
  • De seguro eres una caza fortunas—ella ya no hallaba que más inventarse, la mire indignada estuve a punto de responderle pero él no me dejo.
  • Señora Burges, no debería tratar así a mi prometida, ella merece respeto—la señora no dijo nada, Lia se acercó a tomar a Santiago, pero este arranco a llorar cuando ella lo tomo en brazos, sus bracitos se extendían hacia mi.
  • Alguien ya se encariño—dijo la señora Katherine – ¿Quieres cargarlo de nuevo?
  • -- por mí no hay problema—volvieron a darme a Santi y el paro de llorar, me sobresalte, cuando una mano se pozo en mi espalda baja, haciendo que mi piel se colocara de gallina.
  • ¿Cómo hiciste eso? – susurro en mi oído, haciendo que me sobresaltara otra vez.
  • ¿Hacer qué?—dije con el ceño fruncido.
  • LA CENA YA ESTA SERVIDA—anuncio una señorita, pero ates de ir allí nos dirigimos a la habitación de Santiago que ya hacía, dormido en mis brazos.
  • Hola mi niño—susurro una señora de edad, tomo a Santi y lo puso en su camita. – No se preocupen, el niño está en buenas manos, mejor vayan a comer—el tomo mi mano y nos dijimos al comedor
  • No te dejes intimidar, por nadie, la mayoría de personas allí, no son lo que aparentan ser, no te apartes de mí lado—mi corazón desboco al escuchas aquellas palabras. Llegamos allí y las miradas se posaron sobre nosotros. Nos acercamos a una mesa donde por mucho habían 1 personas, corrió la silla para que me sentara y él se sentó a mi lado.
  • Bienvenida a la familia, yo soy tu cuñada Ximena, un gusto.
  • Y yo soy Arnaldo tío del muchacho, que tienes como prometido,--se siguieron presentando algunos ya que allí ya se encontraba Chis (el papa de Alexander) , hasta que enfrente de nosotros estaba ella Sonia.
  • Yo soy Sonia, amiga de la familia.
  • Un gusto todos—sonreí, después de que llegara una señoras con las comidas, todos estaban concentrados en comida. Yo estaba disfrutando de esta pero, al sentir una patada, levante mi vista y Sonia, tenía su vista en Alexander, ambos conectados en un solo mundo, no podía evitarme sentir mal, estaba poniéndome en medio de dos personas que se amaban, y eso no hacía que me sintiera mejor, solo lo empeoro, se me fue el apetito, sentía dolor, porque soy una egoísta, quiero ese amor que tiene con ella, lo tenga conmigo, pero aquí la única que terminara lastimada seré yo. Unos camareros se llevaron los platos, el mío sin terminar, comencé a jugar con mis dedos debajo de la mesa, de los mismos nervios que sentía.
  • Y dinos María, ¿que eres profesional? – dijo aquella señora que solo buscaba ofenderme con cada palabrea, es que no podía decir palabra sin escupir veneno. Quería que todos me miraran con... ¿pena?
  • Aun no soy profesional, pero en unos cuantos meses me graduare de Administración de empresas y Contabilidad – tenía mis manos en puño, para concentrar el nerviosismo en allí. Cuando Alexander poso sus manos sobre las mía, haciéndome sentir más segura Ella me miro con disgusto, ¿A caso esa sería su única mirada?
  • ¿Cuantos años tienes?
  • 25 añ…– no me dejo terminar de hablar.
  • Yo a tu edad ya hablaba 4 idiomas, y ya era diseñadora de modas, modelo y estilista – me miro altanera. ¿esperaba que la felicitara? Si esperaba eso, se quedaría esperando, porque no puedo ser hipócrita, lo lamento esto no va en mí.
  • Ella también sabe 4 idiomas, Español, coreano, alemán y francés—dijo Alexander y a decir verdad todo era verdad, no había ni pisca de mentira, el apretó un poco mi mano debajo de la mesa, levante mi mirada encontrándome con la azul de él .. La tensión se formó allí y Ximena se encargó de “cortarla”.
  • Yo creo que ya es tarde mejor vayamos a las habitaciones—mire a mi jefe buscando explicativa, pero no halle respuesta. Una vez nos despedimos él y Ximena me guiaron hasta la habitación de Erik.
  • No creo que necesites pijama – dijo con cara divertida y retirándose, seguido de que mis mejillas estuvieran de color carmesí.
  • Puedes ponerte esto -- dijo tendiéndome una sudadera gris y una camisa de botones, todo de Él. Después de cambiarme en el baño todo olía a él, su ropa me quedaba enorme, en vez de camisa parecía vestido, pero aun así me coloque el pantalón. Después de improvisar para lavarme los dientes, salí del baño y el ya hacia acostado en la cama.
  • Gracias – dije una vez ya acostada a su lado, no escuche respuesta, solo que el apago la luz. No sé si pueda soportar esto, en la mesita de noche al lado de mí, había un reloj que marcaba las – 12. No tarde en quedarme dormida.




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