Sr. Le Roux

7. ★

ALEXANDER

Había pasado toda la noche pensando en todo lo que se vendría por delante con este engaño, tenía que mantener la distancian de Nathalie; no quería volver a enamorarme, ya me habían pasado una vez y todo se salió de control, la mujer que creí amar y con quien me casaría resultó ser una completa interesada.

Era la mejor amiga de mi hermana, y aún lo es, Layla y Chloe iban juntas a la universidad cuando la Chloe me la presentó, una morena de ojos miel hermosos, casi podría decir que fue amor a primera vista, estuvimos juntos cinco años, pero luego de pedirle matrimonio descubrí que me había sido infiel con su entrenador desde hacía un año y estaba embarazada de él.

Resulta que su plan siempre fue casarse conmigo, luego pedir el divorcio y llevarse la mitad de todos mis bienes, bien planeado lo tenían, una lástima para ellos que descubrí su farsa antes. Después de ello no eh confiado más en ninguna mujer, ni siquiera mi hermana; ella sabía el plan de aquella arpía y nunca se dignó a decirlo.

Me quedé pensando en mi asistente, era tan delgada y sin gracia que no sabía si iba a funcionar mi plan, o si Mathews se iba a tragar el cuento. Tal vez Nathalie se vería mejor ya peinada y con otro tipo de atuendo. Sus ojos eran hermosos, aunque debajo de sus anteojos gruesos y esas marcadas ojeras no se notaban mucho.

Unos golpes en la puerta me sacaron de mis recuerdos.

 — Adelante — di paso a la persona que tocaba y en un segundo tuve frente a mí a una tambaleante Nathalie a punto de caer al suelo, otra vez, simplemente rodé los ojos con esa escena

— Buenos días señor Le Roux— me dijo dejando en mi escritorio un café y una dona.

— Buenos Días Nathalie, a partir de hoy ya no es necesario que uses el señor, somos prometidos, puedes llamarme Alexander o puedes usar algún apodo cariñoso, tenemos que hacer esto lo más creíble posible — le dije mientras recibía el café, ella asintió dudosa

— ¿Que tengo para hoy? — la detalle fijamente mientras ella revisaba la Tablet, hoy traía una falda que parecía de anciana y una camisa blanca, demasiado sencillo y sin clase.

— Hoy solo tiene un almuerzo con la inmobiliaria Oaks, el resto del día está libre — me dijo.

— Perfecto, llama a Edward y pídele que venga a mi oficina — me quedé un momento pensando

 — Después del almuerzo me retirare, puede hacer lo mismo, deme su número de celular para llamarla a la tarde así le aviso a qué hora va a mi casa hoy —

Se me quedó mirando sería, parecía no saber que decir, sólo abría y cerraba la boca como un pez, —Ammm señ... digo Alexander, no tengo un celular— la mire frunciendo el ceño, ¿quién no tiene un celular en esta época?

— Muy bien, ordene todo, dígale a Edward que lo espero a almorzar en Jimmy's a la una, y levanté sus cosas, vamos a salir — hable mientras daba la última mordida a mi dona y terminaba mi café.

Media hora después estábamos saliendo juntos del edificio camino al centro comercial más cercano, le compré un celular para poder comunicarme con ella a todo momento, aunque tuve que gritarle para que lo aceptará, estaba muy renuente a aceptarlo. Después de eso la despache para su hogar, ya le avisaría a qué hora vernos.

Fui al banco y pedí que me hicieran una extensión de mi tarjeta a nombre de ella, como mi futura esposa iba a necesitarla, seguro iba a derrochar dinero como todas las mujeres, aparte deje una autorización para cobrar el cheque de diez mil dólares que le daría esta noche, su primer pago. Confiaba en que todo saliera bien.

Me encontré con Edward en Jimmy's y le conté todo el plan, a los minutos se unió Lexie al almuerzo y no pudo ser mejor, les dije a ambos el plan y como quería llevarlo a cabo.

— Lexie, ¿Que tienes que hacer mañana? — pregunté a la mujer de mi amigo.

— Para ti cielo estoy libre, es una pena que este casada y enamorada de mi hombre — me dijo con diversión en su rostro.

— Ni siendo la última mujer en el mundo me atraerías — conteste siguiéndole el juego, — Necesito comprar un guardarropa completo para mi asistente, desde ropa casual hasta vestidos de gala — le dije deslizándole una de mis tarjetas

— Conoces la clave, no escatimes en gastos, y llévala a un spa o peluquero, no sé, haz que luzca como la mujer más bella que hayas visto— era la única mujer a quien podía confiarle mi cuenta bancaria y no utilizaba una moneda sin avisarme o sin ser completamente necesario.

— Cuenta conmigo querido — me dijo con una sonrisa — obviamente no es gratis, así que gracias por mi espectacular sesión de spa — le sonreí

— Por supuesto, consiéntanse — ella miro a Edward y este le sonrió con mucho amor.

— Ahh basta de esas miradas asquerosas, quiero almorzar — me queje viéndolos ser melosos, así eran ellos, siempre demostrando lo mucho que se amaban, mi amigo había tenido muy buena suerte.

— Ya llegará tu momento Alexander, ya lo veras — me dijo Edward guiñándome el ojo.

— ¿Quién es la afortunada? – pregunto Lexie llevándose un bocado de mi comida a su boca.

— Espera tu plato – le quite el tenedor poniéndolo al otro lado de la mesa, — es mi asistente, Nathalie –




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