Sr. Le Roux

10. ★

ALEXANDER

Iba camino a la oficina, había descubierto que Nathalie era bastante gruñona si era despertada temprano, sus comentarios filosos me dejaron más que encantado, poco a poco iría descubriendo la verdadera Nathalie ya veo que no es sólo la torpe y sumisa, hay mucho por ver y tengo unos meses para descubrirlo.

La realidad me golpeó, no debía encariñarme con ella, seguro era como las demás, debía mantenerla alejada, las mujeres te usaban como querían, tomaban ventaja de tus sentimientos para sacarte dinero y joyas y después de eso te dejaba de lado, por alguien mejor, según ellas, luego uno era el malo.

Estaba teniendo mañana tranquila de trabajo hasta que entró Luke a mi oficina, éramos dos gerentes en la empresa y un solo puesto de vicepresidencia y por nada del mundo lo iba a perder, había mucho en juego.

— Mi amigo — dijo extendiendo la palabra de la forma más falsa posible, — ¿Dónde está el corderito que tienes como asistente? ya se aburrió de ti— se burló, —se dio cuenta que no servía como tu asistente y renunció, se ve que no es la chica más hábil — no entendí por qué, pero sus palabras me enojaron, y vino a mí la necesidad de defenderla.

— No vuelvas a hablar de ella así —el mi miro y levantó los brazos en forma de rendición, pero aun así continuó.

— No me digas el fabuloso Alexander Le Roux se está comiendo ese trozo de carne sin gracia — se mofo con voz burlona, mi autocontrol me abandonó y me vi lanzándome sobre el para darle un puñetazo que logró esquivar.

— No te atrevas a volver siquiera a mencionarla, porque te romperé la cara — él simplemente se burló.

— Calma fierecilla, solo estas aquí porque le agradas al jefe, pero no por mucho, ¿sabías que Mathews ya me aseguró la Vicepresidencia? Como sabes acá la familia es Primero y de los dos soy el único con estabilidad emocional — me dejó desconcertado por un momento

— Creo que lo primero que haré como vicepresidente será despedir algunos elementos innecesarios, ¿no crees? — me dijo dándome una mirada y una media sonrisa.

¿Acaso me estaba amenazando? sólo esperaba el momento en el que dieran el anuncio que la Vicepresidencia era mía, me reiría en su cara.

— Lo que creas está bien Johnson, lo que te dejé dormir en las noches, ahora si me permites — dije más calmado señalándole la puerta con la mano.

— No te creas mucha cosa, cuando me den la vicepresidencia saldrás de aquí, con tu inepta asistente –

— Solo sal de mi oficina ahora, no me importa lo que pienses, todo se determinara el día que se de el anuncio, hasta entonces —

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Seguí trabajando tranquilamente hasta que a mi mente vino nuevamente la imagen de Nathalie, y surgió una nueva idea, ¿y si le compraba un auto?, no quería que siguiera usando transporte público. Tomé el celular y decidí llamarla, a los pocos tonos contestó

— Diga— no sabía que decirle así que lo único que se me ocurrió fue preguntarle si estaba en casa

— Hola Nathalie, ¿estás en el departamento? —.

— Si me encuentro acá, que se te ofrece Alexander. — insistía, mi nombre se escuchaba espectacular saliendo de sus labios

— Nathalie, ¿sabes conducir, tienes pase? —  parece que la habían tomado por sorpresa porque se tardó en contestar.

— ahmm, si, se conducir y tengo pase, ¿porque quieres saber eso? —

— perfecto, te compraré un auto —

— no es necesario Alexander, te agradezco el gesto, pero no quiero ni necesito un auto — y ahí iba de nuevo, rechazándome, fruncí el ceño

— ¡Claro que es necesario! Mi prometida no puede ir andando en transporte público —

— Pero Alexander, para lo único que utilizó transporte es para ir al trabajo, supongo que se verá más convincente para todos que vallamos al trabajo en el mismo auto, y para eso ya está el tuyo, no debes gastar más —

— Tienes razón será más convincente — debía admitir que no se equivocaba en eso, pero seguro querría ir a otros lugares, además el auto era una ofrenda de paz, seguro se enojaría cuando le diga que al final decidí que cada quien puede tener una aventura discretamente. El celibato no es lo mío.

— aun así, te compraré un auto, te veo a la noche — y con eso colgué, sin dejarla refutar nada más.

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Al llegar a casa a la noche me lleve una gran sorpresa al encontrar a Nathalie, su aspecto había cambiado por completo, yo tenía razón bien arreglada se vería hermosa, ahora sólo faltaba que subiera un poco más de peso.

Su cabello rubio caía como cascada con unas suaves ondas en su espalda, tenía un maquillaje que apenas y se notaba y usaba una blusa azul de satín que combinaba con el mar en sus ojos y un Jean negro que se ajustaba adecuadamente en cada lugar.

— Esto me agrada— dije tocando la tela de la blusa.

— Pues qué bueno que te agrade, lo pagaste tú — me dijo con ironía.

— Tenía pensado cocinar algo para la cena, pero no hay nada en casa — me dijo de forma suave.




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