Sr. Le Roux

11. ★

ALEXANDER

La mañana empezó de una forma inesperada pero agradable, tomaba un café con una gruñona y malhumorada Nathalie que se quejaba por tener que madrugar mientras intentaba tomarse su café acostada en la barra.

Decir que no me sorprendí al verla bajar con su nueva ropa de oficina sería mentira, no sé en qué momento Lexie le hizo llegar algunas prendas mientras entregaban todo el sábado. El atuendo que llevaba hoy se le veía espectacular, aunque aún insistía en que debía tener algo más de carne, definitivamente me iba a esforzar para que se alimentará adecuadamente.

— Alexander — la oí murmurar desde su lugar en barra. — ¿Porque no tienes un comedor? Hay suficiente espacio para una mesa —

— Casi nunca estaba en casa, no lo vi necesario — dije tomando un sorbo más de café, — pero si así lo quieres, puedes comprar la que más te guste y traerla, ahora es tu casa también, puedes hacer lo que quieras aquí, menos llenarla de chorradas femeninas, nada de color rosa — mire alrededor, nunca tuve intención de decorar este lugar, simplemente pague para que lo decoraran y listo, lo único decorado es la habitación de Chloe.

— Compra lo que quieras, usa tu tarjeta — ella levantó su cabeza de la barra y me miro dudosa.

— ¿lo que yo quiera? Preguntó, sabía que en algún momento iba a salir a flote el interés, todas las mujeres eran iguales.

— Si, lo que quieras, ahora mi dinero es tu dinero — sonreí de forma falsa.

— Entonces, ¿puedo comprar una sartén para hacer wafles? — ¿Qué? Lo que quería era una sartén para hacer wafles, no joyas, no lujos, una estúpida sartén. ¿quién era esta mujer?

— Si es lo que quieres. Ahora vámonos, se hará tarde — dije dando el último sorbo a mi café y agarrando mis cosas.  La vi sonreír y seguirme, su actitud me desconcertaba, "una sartén para hacer wafles" negué con la cabeza.

Mientras conducía al trabajo la veía llevar insistentemente sus manos a su boca, sus piernas se movían nerviosas y ya me sentía estresado de verla, quería zarandearla hasta que se tranquilizara.

— Deja de morderte las uñas, te lastimaras — le dije mientras le alejaba su mano de la boca.

— Lo siento es que estoy nerviosa — empezó a mover aún más rápido su pierna. — ¿y si creen que sólo duermo con el jefe para buscar un ascenso? — llevo nuevamente la mano a su boca.

— Ey no pienses esas cosas, no importa Lo que digan y lo que piensen, tu sólo preocúpate por que todo salga según lo acordado — mencioné bajándome del auto y rodeándolo para abrir su puerta, pero ella bajo primero.

— No vuelvas a hacer eso, debes esperar a que te abra la puerta — ella me miro y miro el auto antes de asentir.

La tomé de la mano y entramos al edificio, su mano se sentía suave y pequeña al lado de mía. Algunos empleados empezaron a cuchichear, pero no les preste atención simplemente apreté la mano de Nathalie en señal de apoyo y seguimos nuestro camino.

Cerca del mediodía Michael entró a la oficina con una mueca extraña en su rostro.

— ¿Te tiras a tu asistente estando comprometido? — lo mire con sorpresa y antes de que pudiera contestar prosiguió

— Espero no sea así, de lo contrario me veré en la obligación de echarla, ella es una gran persona y una excelente trabajadora, pero nuestro lema es la familia, y una persona que se mete en medio de una... no tiene sentido de moral, es una cualquiera, no va a ser bien recibida aquí — espetó.

— Con el debido respeto Sr. Mathews, pero si duermo o no con ella es mi problema — no sé porque me vi en la necesidad de protegerla y defenderla de nuevo — Además, ella es mi prometida, así que más respeto con lo que dice de ella, es una mujer completamente respetable — su cara fue un poema y quise reír por ello.

Quería esperar hasta el domingo para decirlo, pero no iba a dejar que la integridad de Nathalie fue manchada haciéndola ver como una simple amante.

—Tu...Pro...prometida, es broma ¿no? — negué con la cabeza.

Tomé el auricular del teléfono y la llamé — Nathalie amor, puedes venir a mi oficina — luego que colgué cruce los dedos para que todo saliera bien.

Unos segundos después ella se estaba asomando un poco nerviosa por la puerta de la oficina, rogaba que hubiera entendido la indirecta cuando la llame y no me llamará señor al entrar.

— Con permiso, dime Alex, ¿para qué me llamabas? — su tono de voz super dulce me hizo soltar el aire que no sabía que estaba reteniendo.

— Entra y cierra la puerta amor — le dije haciéndole una mueca disimulada para que siguiera siempre el juego. 

— Parece que ciertos rumores ya se están esparciendo en la empresa, unos no muy gratos, así que decidí contarle al jefe la verdad — ella me miro titubeante.

— amm, pero, yo no quería que se supiera, al menos no aún, no quiero que digan que tengo algunas ventajas por salir contigo — ¡perfecta! Era perfecta, había seguido el juego espléndidamente, aunque se veía algo nerviosa-

— Sr. Mathews, no sé qué tipo de rumores hay en la empresa, pero puedo asegurarle que ninguno es cierto, llevo varios meses saliendo con Alexander, e incluso él me ha pedido matrimonio —dijo mostrando su anillo — no iba a ser siempre un secreto, pero no quería que malpensaran y dijeran que mi puesto en la empresa era por dormir con el jefe, ¿No sé si lo entiende? Solo espero que no lo tome mal — suspiro y me miro con una sonrisa.




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