Sr. Le Roux

34. ★

ALEXANDER.

Para el martes en la tarde ya habían renunciado Edward y Lexie, ella dio la gran excusa de una oferta de modelaje por Europa, y Edward no iba a permitir que su esposa fuera sola, sólo nos faltaban Nathalie, y me gustaría sacar de este gran embrollo a Elizabeth, pero no había manera de hacerlo.

Hoy era miércoles, había realizado la carta de renuncia de Nathalie, después de todo al yo ser su jefe directo, era yo quien recibía su renuncia y la anunciaba en recursos humanos, el problema era que Mathews quisiera una explicación.

Mi cabello estaba completamente revuelto mientras pensaba que hacer cuando ella entro a mi oficina, tenia sus ojos rojos, y algunas lagrimas corrían por sus mejillas, esa imagen me asusto y me hizo levantarme de un salto de mi lugar para correr donde ella.

— ¿Qué pasa amor? —

— Necesito que me des permiso de salir, Jayden llamo, la abuela fue trasladada de nuevo al hospital, tengo que ir — limpie sus lagrimas y tome la carta de renuncia que había hecho.

— Se que no es un buen momento mi amor, pero antes de irnos hablemos con Mathews, entrégale tu renuncia, a partir de ahora vas a tener mas tiempo para Rose, ¿Te parece? —

— Esta bien, pero vamos rápido —la tome de la mano y nos encaminamos a la oficina de Mathews

Le explicamos toda la situación acerca de la abuela de Nathalie, ella le presento su renuncia y él la acepto sin protestar, además, se ofreció a ayudar en lo que fuera necesario. Luego de eso salimos rumbo al hospital, en cuanto llegamos ella corrió a buscar a Jayden.

— Jayden, ¿cómo está mi abuela? — Nathalie lloraba, sabía lo difícil que sería todo cuando el momento llegará.

— Lo siento Nath, deben prepararse para lo peor, vamos a tratar de que todo salga bien, pero el máximo que puede tener en estas condiciones es de dos meses — la abrace fuertemente contra mi pecho, ella sollozaba fuertemente.

Con mucha dificultad logre sacarla del hospital y llevarla a casa conmigo esa noche, pero a partir de mañana ella estaría todo el tiempo posible en el hospital, no contradije nada, yo estaba para apoyarla y sabía perfectamente cuán difícil era esto para ella.

— Nani, dime que nunca me vas a traicionar — ese miedo venía rondando mi cabeza desde hace días por unos comentarios de Susan, no podía sacarlo de mí.

— Nunca lo haré, te lo prometo — la bese suavemente y terminamos abandonándonos al placer toda la noche. Amaba a esta mujer con cada fibra de mi ser.

A la mañana siguiente la llevé al hospital y de allí fui a trabajar. Tuve que lidiar con una llorona Elizabeth por que la habían dejado sola, me sentí mal por no poder incluirla en esto, después de todo ella no tenia nada que ver, pero no podía poner en riesgo mi plan.

Para el medio día salí unos minutos antes y fui al hospital para almorzar con Nathalie, salude a rose y volví a mi trabajo, finalizando mi jornada fui a buscarla para llevarla a casa. Pasábamos las noches entre las sábanas, era mi mejor forma de darle consuelo, demostrándole cuanto la amaba.

Esa fue nuestra rutina hasta el viernes en la tarde, cuando Stefan me llamo para avisarme que todo estaba en marcha, a Susan no la había visto mucho estos días, pero según nana salía durante el día, esperaba que encontrara un trabajo pronto, se sentía cada vez más la enemistad entre ella y Nathalie.

Sábado y domingo estuvimos juntos con Rose, había tenido unos minutos de lucidez, Nathalie estaba un poco más tranquila pues parecía progresar con los tratamientos médicos, sin embargo, sus pulmones estaban casi colapsados y tenía que usar permanentemente oxígeno.

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El lunes llegó y la bomba explotó, cuando llegue a la compañía esa mañana todos corrían de un lado para otro, muchas personas se veían nerviosas y se sentía la tensión en el aire, cosa que fue mas notable al llegar a mi piso, Mathews se encontraba parado frente al escritorio de Nathalie esperando a que llegara.

— ¿Quién demonios te crees que eres para de mandarme?, mi equipo legal ya está listo para apelar y hacer una contra demanda — gritaba como loco, y pude ver miedo en el rostro de Elizabeth

— ¿Acaso no sabes quién soy? — pregunté algo altanero mientras encendía la bendita pluma mágica de Edward en mi bolsillo.

— Eres un chiquillo con aires de grandeza que cree que demandándome conseguirá más dinero, pero te pudrirás en prisión — Elizabeth se acerco a el para tratar de calmarlo.

— ¿El nombre Maximilien y Marie Andrews te suena familiar? — vi su cara desfigurada por la sorpresa. — Eran mis padres, aquellos a quienes mandaste a matar para quitarles esta empresa —

— Papá ¿eso es verdad? — Elizabeth estaba tan sorprendida que apenas se le entendía lo que hablaba.

— Tu cállate inútil — levantó la mano para golpearla, pero fui más rápido y le di un fuerte empujón, tome a Elizabeth suavemente de la muñeca y la aleje un poco manteniéndola siempre tras mi espalda.

— No Te atrevas a volver a levantarle la mano —

— No te metas en eso, puedo hacer lo que me plazca, es mi hija —

— Hacer lo que te plazca, ¿cómo golpearla? ¿cómo mataste a mis padres? —




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