Sr. Le Roux

41. ★

ALEXANDER.

Ya era la cuarta noche que pasaba en la cabaña, había estado suficiente tiempo en este lugar pensando muchas cosas, ya era hora de volver.

Extrañaba a Nathalie, aunque el pensar que posiblemente me hubiese sido infiel me llenaba de dolor el pecho, aún no podía sacar de mi cabeza la imagen de una Nathalie hermosa, vestida con ropa de otro hombre, quería creer que sólo fue un malentendido, pero era imposible.

Acomode las pertenencias que tenía en el lugar y fui a tirar la basura, entre mis pensamientos y actividades un nuevo amanecer pronto de haría presente.

Subí a mi auto y emprendí camino a casa, recordé el cargador del celular en la guantera, pare al lado de un camino y lo conecte, al llegar a casa lo encendería.

Todo el camino conduje con Nathalie en mi mente, escuchaba en mi mente su voz diciéndome cuanto me amaba, cuando cantaba nuestra canción mientras su cuerpo descansaba junto al mío, las innumerables veces que le hice el amor, tenía una horrible sensación en mi pecho.

Tenía mi mente dividida una parte creía ciegamente en Nathalie, sabía que ella me amaba, me lo había demostrado mil veces, la otra parte seguía repitiendo esa imagen y las dudas e inseguridades volvían a llenar mi cabeza.

Llegué a casa, apenas eran las seis treinta de la mañana, saque mi celular del auto y camine lentamente a una de las habitaciones de huéspedes, no quería despertar a Nathalie, no quería iniciar mi mañana mal, descansaría un poco antes de enfrentar lo que se venía, la dura realidad que me toco.

Tomé un largo baño con agua muy caliente, todos estos días me había tocado con agua helada en aquella cabaña, luego de casi una hora bajo el agua salí, me tiré en la cama aún desnudo, y decidí encender el celular, infinidad de llamadas y mensajes ingresaron, la mayoría de Nathalie.

Tenía diez mensajes de voz, empecé a escuchar uno por uno, la mayoría me preguntaba donde estaba, me pedía hablar conmigo, decía que nada era lo que parecía, hasta que llegue al último, ese me dejó helado, la voz de Nathalie se escucha muy diferente en esté.

"Alexander, no sé qué pasa por tu mente en este momento, no sé dónde te has metido, llevo cuatro días esperando por ti, dijiste que nunca me dejarías sola, dijiste que ibas a estar siempre a mi lado apoyándome en lo bueno y lo malo, dijiste que confiabas en mí, dijiste especialmente que me amabas y creí cada una de tus palabras, pero ahora no sé qué creer, te espere, las cosas que viste no son como las piensas, pero ya no vale la pena dar una explicación. Te amo Alexander, con todo mi corazón y voy a tener conmigo dos enormes razones que me permitirán recordar todo el amor que siento por ti."

La escuche sollozar

"Te necesité como no te lo imaginas, justo en el momento que más necesité tu apoyo, tus abrazos o tus palabras de consuelo, no las pude tener.

Alexander, ahora me iré, no puedo y no quiero seguir esperando por ti. Por favor te pido que no me busques, te amo Alexander, espero que todo en tu vida se solucione y que seas feliz. Adiós"

No entendía que pasaba, sólo que me estaba abandonando, ella me estaba dejando, me levanté rápidamente de la cama y corrí a nuestra habitación, me importaba muy poco mi desnudez en ese momento.

Al entrar lo primero que vi fue el enorme oso que había comprado para ella en el centro de la cama, no había rastros de ella, fui rápidamente al vestidor, pero ahí estaba su ropa, esperaba que aún no se fuera, necesitábamos aclarar todo.

Me vestí rápidamente, al salir del vestidor me fijé bien en la cama, había algo en medio de las patas del oso, me acerque cauteloso hasta ver lo que era, tome el papel doblado y de este cayeron los anillos de Nathalie, desdoble lentamente el papel y descubrí que era el acuerdo de divorcio, pensé que lo había perdido en la mudanza, pero ya veo que ella sólo lo guardo para liberarse de mí.

Puse los anillos en mi bolsillo y tiré al acuerdo a algún lugar de la habitación, baje corriendo a mi despacho, podría buscarla con el GPS de su celular, pero para mi sorpresa todas sus demás cosas estaban en mi escritorio.

Tome su celular aún encendido, una foto nuestra fue lo primero que vi en la pantalla, sonreíamos a la cámara, me encantaba esa foto, mire todas las cosas, encontré la tarjeta que le había dado, sus joyas, las llaves del auto, todo, había dejado todo lo que yo alguna vez le Di.

Tome de nuevo su celular y lo desbloquee, buscando algo que me diera alguna señal de adónde había ido, si me quería abandonar por otro sólo esperaba que me lo dijera en la cara, tenía que enfrentarla y sacarle la verdad.

Mire las llamadas y fotos, pero no había nada extraño, al revisar sus mensajes la sangre abandonó mi cuerpo. Había muchísimos mensajes dándole el pésame, mon Dieu Rose.

Corrí a buscar mi celular de nuevo, tenía que llamar al hogar, a mitad de camino me encontré con nana.

— Nana — no me dejó ni terminar de hablar, simplemente sentí el escozor en mi mejilla del fuerte bofetón que recibí, la miré sorprendido mientras me tocaba la mejilla.

— No pensé que fueras capaz de hacer cosa semejante, mi pobre niña — se alejó llorando sin darme más explicación.




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