Srita Deomakis

Capítulo 3

Nicholas se arregló su saco y observó el lujoso barco con aburrimiento.

Era un barco nuevo, por lo visto, muy moderno. Se alzaba enorme, decorado con luces llamativas y una piscina. Tenía un perfecto color blanco y toda su estructura se veía elegante. En la entrada había un guardia verificando invitaciones y deseando una buena noche. Todo esto de seguro le costó una fortuna a Gianous.

Juntó sus pobladas cejas, arrugando el ceño en gesto de desaprobación—Y tanto esfuerzo para una simple fiesta de compromiso. 

—No seas así Nicholas, la pasaremos bien. ¿Tienes tu invitación a mano?

—No, no traje una. A mi me reconocen, a ti es al que tienen que dar invitación—le dijo molestándolo.

Andreas se rio—Oh, claro. Se me olvidaba, eres un amigo muy cercano de la prometida ¿No?—le dijo en un tono de burla.

Se callaron unos segundos para que la invitación de Andreas sea revisada. Tal y como lo dijo Nicholas, a él no le pidió nada. Incluso el guardia lo saludó.

Nicholas alzó una sonrisa—Tu tampoco puedes juzgarme mucho, Andreas.

Adentro los recibió una mujer vestida con un uniforme prolijo. Les señaló el camino que debían tomar hasta la sala y luego se fue. El barco era impresionante también en su interior. Hasta los detalles pequeños se veían relucientes, de última gama.

Andreas retomó la conversación una vez la chica se marchó—Tienes razón, no soy un santo. Pero tu eres el único loco que se arriesga así con un socio de tanta transcendencia ¿Qué vas a hacer si lo descubre?

—El tipo es un pobre imbécil. Jamás se va dar cuenta—le restó importancia—Podríamos hacerlo aquí mismo, justo en sus narices y aún así no sospecharía nada—dijo con una sonrisa arrogante.

—No creo que sea tan estúpido, Nicholas—se rio.

—¿Quieres apostar?

—Por supuesto que no ¿Quieres terminar muerto? 

Nicholas se carcajeó—Vamos, no seas aguafiestas—dijo dándole un vistazo a la sala que iba torturarlo toda la noche.

La entusiasta decoración estaba en todo el barco, en cada rincón habían matices de romanticismo y cursilería. La gente, por otro lado, estaba vestida con su mejor atuendo, hablando unas con otras. Nicholas sabía que sus charlas eran casuales, preguntando asuntos de la vida ajena que en realidad no les interesaba. Intentando lo más que podían agradar.

Nicholas vio a la hermosa prometida como una salvación—¿Por qué no una apuesta? Hay que añadirle un poco de diversión a esto— dijo embozando una sórdida sonrisa




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.