«¿Cómo se atrevió a golpearme?»pensó apretando los dientes y salió molesto de la habitación.
Anna lo había decepcionado y para nada le creyó su amenaza. Había pensado que ella era más racional. ¿En serio llegó a tener más sentimientos por él que por su prometido? No, él sabía que estaba pasando. Al igual que muchas mujeres, se dejó seducir por el dinero y pensó que podría atraparlo.
Gianous también era rico, pero no tanto como él. Y Anna no llegaba a tener tanto dinero como ninguno de los dos. Había pensado que no era ambiciosa. Pero ahora se acababa de dar cuenta de la verdad. Cuando Anna vio alguien mejor que su prometido buscó cambiarlo como sea. ¿Qué otra razón podía haber? Era imposible que se hubiese enamorado de él en un par de meses, eso no sucedía en tan poco tiempo. El dinero, por otro lado, conquistaba corazones en un segundo.
Nicholas miró a través de unas de las ventanas del barco.
Admiró el océano, esa noche en Atenas las aguas estaban pintadas de un azul brilloso. También divisó cerca de allí otro barco que al igual que ellos, escogieron ese día para navegar por la zona. Pero era tan diferente al que él estaba abordo. Era igual de elegante y impresionante, claro. Pero en aquél las luces eran una mezcla de colores, la música estaba fuerte y la gente bailaba con bebidas en las manos.
Qué envidia. Y él en una estúpida fiesta de compromiso a la que estuvo obligado a ir.
Maldecía a Gianous por insistirle tanto. "¿No me consideras un amigo, Nicholas?" Le había dicho. Por supuesto que no, me follo a tu prometida.
El único amigo que él había tenido en toda su vida era Andreas. Y hicieron falta muchos años para considerarlo como su amigo.
Puede que tenga muchas reuniones laborales con Gianous y a veces charlas casuales, pero eso no le daba el derecho de pensar que eran amigos y invitarlo a su fiesta de compromiso. Una a la que no iba a asistir por más que le insistiera, pero Gianous supo bien como convencerlo. O más bien, amenazarlo. Le dijo que si no lo veía allí, iba a retrasar 'por error' una de sus transacciones importantes. De otra manera, él no hubiera aparecido en la celebración.
Recordó el comportamiento de Anna y frunció el ceño. Quizás haya valido la pena después de todo. Ahora que sabía como era realmente Anna, se alegraba de tenerla alejada. Lo de su amenaza no le preocupaba, puede que estuviera loca pero no lo suficiente para arruinar su propia fiesta de compromiso.
Nicholas caminó con pasos pesados, tratando encontrar a su amigo.
En el barco vecino pusieron una canción famosa que provocó que la gente de ahí festejara extasiada. Hasta el capitán tocó un par de veces su claxon uniéndose al animado ambiente.
«Presumidos» pensó.
Después de un rato divisó a Andreas, estaba sirviéndose lo que parecía un caro champagne. Llevaba con él dos vasos.
—Que buen amigo—dijo quitándole uno y dándole un trago. La exquisita bebida pasó por su garganta. Necesitaba un poco de alcohol.
—¡Hey, eso no es para ti!—le gritó y se lo arrebató—Es para la hermosa morocha que está esperándome en el otro lado—le dijo y le indicó con un cabeceo de quién hablaba.
Observó a la belleza de la que estaba alardeando—Bien, por ti—lo felicitó, pero su cara se transformó en una de malhumor—La mía acabó dándome una bofetada.
Andreas esperó a que él le diga que estaba bromeando, pero luego vio su mejilla enrojecida y se echó a reír—Te dije que no iba a ceder en una ocasión como esta.
—Te equívocas, si gané la apuesta—lo corrigió—Ella cedió y no te imaginas cuánto. Pero luego salió con estupideces de que acabaría su compromiso por mí.
Andreas quedó con la boca abierta—¿Estas de broma no?
—Ojala así fuera, creyó que estaba enamorado de ella por ir a buscarla—le contó aún molesto—Tuve que aclararle que no fue más que una follada y me abofeteó.
Andreas levantó sus cejas con sorpresa—¿Le dijiste eso? Anna se ve de carácter fuerte ¿Qué esperabas un beso en la frente?—le dijo—Realmente le dolió tu rechazo si llegó golpearte por eso.
—Vah, lo único que esa perra quiere es más dinero. Además siempre la traté como una dama, no le dije que solo me la follo así sin más, fui cortés.
Andreas buscó a la chica entre toda la gente, la encontró caminando lento y sobándose los ojos. Ella estaba llorando—Se ve algo mal.
—No interesa. Ahora que todo se terminó, se puede ir al infierno. ¿Sabes que más hizo? Dijo que iba contarle todo a Gianous—se rio—Como si tuviera el valor.
Andreas tragó saliva—¿Eso te dijo?—le preguntó mientras observaba como Anna conversaba con Gianous.
La cara del tipo cambió de una sonrisa a una mueca de espanto y finalmente la rabia transformó sus facciones en una expresión agresiva.
—Amigo, si fuera tu empezaría a correr.