Correr y ocultarse entre las sombras. No me queda más que hacer, si me hubieran dicho que en cinco horas iba a haber una persecución en la arena; no asistía. Pero como soy Aitana (siempre hago todo al revés) pienso que en todo me puedo salvar, pero de esta casi no.
Y mucho peor no saber cómo tratar de escurrirse de los azules, no tengo un buen ranking con ellos y menos con los mafiosos, pero todo esto pasa por sobrevivir un día más en esta enorme ciudad; y mucho más si tienes a alguien a quien cuidar.
Debí haber escuchado a Beth cuando dijo que me quedará a realizar las tareas de la universidad, me ahorraría estar bajando las escaleras de emergencia y casi ser atrapada; lo peor si se entera me dirá Te lo dije.
No hay excusas, se en que me meto cada que voy a las peleas clandestinas; salgo lastimada y tengo unos hematomas que Méndez se indigna al verlos y me reprende con alguna cosa que le ayude.
Pero así se aprende en esta vida, si no hubiera ido ese domingo; no hubiera conocido a ese chico que me saca de cacicas. El egocéntrico y desafiante señor, con un carácter de superioridad y nada amable.
Es como ver a una amante de los chocolates y fisgona de libros, a un deportista de carreras de autos y con un ego más grande que el país.
Quizás no me entiendan que locuras acabo de decir, pero lo entenderán cuando transcurran las cinco horas; todo mi mundo cambió, se volvió más alocado de lo que era y todo tiene su marca.
El lobo que cree que me puede cazar.