Srta Ilegal

CAPITULO 10

 

 

10

TORMENTA.

 

Kilian Wallace.

 

 

Pensé que jamás me iba a topar con ella de nuevo en la vida, era aún muy pequeño y no sabía la importancia de las promesas y esas cosas; nunca me imaginé topármela en una pelea callejera. ¡Y mierda, pelea como los dioses! El modo que se defiende y ese carácter que me embriaga, es descomunal.

 

Pero nunca todo sale bien, no me recordó ni cuando tuvo la osadía de cerrarme la boca con su propia mano cuando un federal buscaba a víctimas, ni cuando casi me estrella la cara con su bota en la universidad, ni cuando me tiro el agua encima. Y, aun así, con todas esas veces que me ha hecho quedar en ridículo; nunca recordó.

 

Lo que le jure.

 

Fue trivial en su momento, una niña de nueve no le iba a creer a un niño de once. Solo le prometí llegarla encontrar para invitarla, para borrar esa cicatriz que se formó; pero llegué muy tarde, casi ha pasado once años de ese entonces y parece que será ella quien borré mis cicatrices en lugar de yo.

 

No ha cambiado en nada, sigue tan hermosa como ese día. Su cabello negro con castaño que le da a la cadera, sus ojos celeste como el mar al amanecer. Y la mirada asesina que me brinda cada que la enojo, es de lo mejor.

 

Esa noche del sábado mi promesa la cumplí, pero no sé porque de ti. Eres como un imán que me atrae insaciablemente a tu lado y no quiero poner resistencia. Me atrae el peligro y TÚ Aitana; eres el peligro en persona.

 

La puerta del cuarto se abre y en el marco se recuesta el abuelo de Aitana.

 

Me suelto de la cálida mano de la fiera que me tiene loco, y me levanto de la cama. Esto ya me lo veía venir; venga Kilian.

 

Da una buen impresión.

 

Me lleva el señor a la sala, donde está el sofá que Aitana me conto con lágrimas.

 

La postura que tomo parece que sea militar retirado, no sé en qué momento me saca la ametralladora y me bota a patadas de la casa.

 

__ Yo…

 

__ Antes que digas cualquier cosa… __ toma aire para penetrarme con esos ojos que son idénticos a la fiera __ Aitana no es cualquier chica con que se pueda ligar.

 

No va por las ramas.

 

__ Lo sé, señor.

 

Obvio que lo sé, la he visto como mira a los chicos que le desagradan. Como penetra su enojo a través de su comportamiento; tensa mucho el ceño y se ve sexy, como disimula algo, pero su tic con mover el pie; la hace vidente que odia eso.

 

__ ¿Qué intenciones tienes con mi muchacha?

 

Intención, yo…

 

__ Abuelo __ se escucha gritar Aitana de un lugar cerca de la cocina __ Saldré un rato, ¿Quieres que te traiga algo? __ entra en la sala donde estamos __ Valla ¡Aun estas aquí!

 

Como lo dice, me hace descabellar. Su sonrisa y esos hermosos orbes que hipnotizan a cualquier mundano.

 

__ No, no quiero nada.

 

__ Genial en ese caso, ¿Vienes? __ su pregunta la tomo como salvación y asiento en respuesta. __ entonces empieza a caminar.

 

Sonrió de lado por eso, nunca quiere dame el voto de confianza.

 

Me abre la puerta y con un gesto me dice que salga, lo raro es que no nos dirigimos a una tienda o al super, sino que caminamos sin rumbo o eso creo yo.

 

__ Estoy seguro de que por ahí no hay un supermercado.

 

__ ¡Ah eso! Mentí, no iba hacer ninguna compra.

 

Mintió y porque lo haría.

 

__ Lo siento __ dejo de mirar las calles para centrarme en ella __ aveces mi abuelo puede llegar hacer muy pesado.

 

__ Tranquila, he convivido con personas así.

 

Y mucho peor también.

 

__ Genial, entonces… ¿Tienes algo en mente para pasar el rato?

 

¿Pasar el rato? ¡No tiene clases! O algo por el estilo.




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