ʜɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴘᴀʀᴀ ᴄᴏɴᴛᴀʀ

LAS ESQUINAS

Era una tarde lluviosa y muy fría, de esas en las que solo piensas. Por la ventana solo se observaba como caían pequeñas gotitas en grandes charcos que se tornaban de un color marrón por la tierra mojada, había personas con paraguas enloquecidas por abrirlo lo antes posible y otras simplemente corrían escapando de la lluvia. Vivo en un pueblo muy común, las calles suelen estar repletas de autos y conductores ausentes, caminantes en silencio y bullicio solo en su cabeza. Hace mucho que esperaba un día así y me sorprendió. Soy de mirar por mi gran ventanal color rojo, me distrae y me lleva a muchos lugares, me hace pensar quizás en lo equivocada que estoy muchas veces.

Me sentía liviana, la lluvia había parado y decidí salir a caminar, en la esquina me encontré con un chico, pero no era cualquiera era él, tenía el rostro con rasgos muy particulares y que conozco bastante bien, lo bastante alto como para que su cabello rozara con unas hojas de un gran árbol, tenía su mirada puesta en un papel y de reojo observaba las calles perdido. Nadie parecía notarlo, decidí acercarme, con confianza y sin miedo, pero al verme se marchó a pasos agigantados, quedé parada muy quieta sin poder reaccionar. Corrí hacia la dirección que había tomado , allí estaba parado en otra esquina. Me acerqué y volvió a alejarse, repetí lo mismo hasta que me perdí. Comenzó a llover otra vez, mi pelo se mojó y sentía como poco a poco mi ropa iba siendo más pesada por el agua. Me senté en un lugar que estaba seco y ahí decidí quedarme hasta que pueda pensar con claridad, pero una vez más ese chico estaba allí, deje de mirarlo y sentí su ojos puestos en mi. Cada vez se hacía más tarde y no paraba esa tortuosa lluvia para poder irme. Me sorprendió cuando el chico venía hacia mi dirección, se poso frente a mí, con los pelos mojados y la cara sonriente sin hablarme, solo en  silencio. Me sentía cómoda porque no tenía miedo y porque no era un silencio incómodo, me daba curiosidad saber porque estaba aquí, y cuando estaba por abrir mi boca no pude hacerlo.

Esperaba que al menos él lo hiciera, que me pidiera ayuda, pero no, me pare y me fui. La lluvia era mejor que estar ahí, o al menos eso pensé, pero cuando comencé a caminar quise volver con él, a sentir su aroma tan particular, me detuve dispuesta  a volver y mis piernas estaban débiles no podía dar un paso más. Mire hacia atrás deseando poder encontrarlo que me ayudara. Me toqué sin entender el porqué y ahí estaba parado en una esquina observándome sonriendo hacia mi dirección. Decidí regalarle mi mejor sonrisa y con rapidez corrías hacia mí y estaba muy contenta por ello. Era mi salvación, siempre lo  fue. El me iba ayudar e íbmos a terminar juntos, felices, lo invitaría a mi casa a reírnos de este momento, pero me di cuenta que no venía hacia mí, en la otra esquina una mujer impecable, con una sonrisa sombría esperaba a ese hombre que por un momento pensé que sería mi héroe, parecía que ninguno de los dos se percataba de mi presencia. Mis piernas tomaban más fuerza poco a poco cuando los vi tomándose de las manos, eran perfectos, mirando esa escena tuve una sensación de ternura y solo me fui.                                                                                 

Iba caminando pisando los charcos de agua, estaba completamente mojada, mis pelos chorreaban junto con mi ropa, crucé la calle y todas las esquinas, sonriendo, ya no esperaba volver a verlo, abrí la puerta de mi casa, entré y me senté en mi lugar favorito, me quedé profundamente dormida. Al despertar sentí que golpeaban la puerta, estaba medio seca, y me encontraba desganada, lentamente fui a abrir y lo volví a ver con su gran sonrisa. Allí en el umbral de mi puerta, mojado, solo, miré hacia atrás e inexplicablemente estaba allí otra vez aquella mujer. Me resigne, les grité y no me oyeron, pensé que estaba soñando pero no era así.

Salí corriendo y fui al lugar en el que había comenzado todo, la vida me estaba queriendo decir algo de una extraña manera, volví a esa esquina que tuvo una historia, la nuestra. Ahí te había conocido hace años y no me animé a decirte lo que sentía, no deje de pensarte como te había prometido, ni deje de quererte, ni me dejaste de gustar, no me olvide de tu aroma, de tu pelo, de tu sonrisa, la recuerdo, pero te fuiste con alguien que te hacia feliz, o al menos eso creí y yo solo me quede en esa esquina esperando que me dijeras que me necesitabas, que te ayudara, pero no fue así. Todos los días de lluvia me encantan porque puedo recordarte, porque te veo, te imagino, pero es tormentoso cada vez que te vas con ella. Hoy te dejo ir, aunque te ame no puedo tenerte, y el día que puedas tal vez sea demasiado tarde.                        Volví a mi casa, comí, me duché y pensé en todo lo que había gritado en esa esquina y solo sonreí, al terminar me fui a dormir. Amaneció el día con un bello sol, mire la ventana y la calle estaba solitaria, decidí salir a caminar, saludé a unos amigos, y en la esquina te vi, mi rostro borro la sonrisa, estaba segura que no era algo imaginario, eras vos, pase como si nada pero me tomaste del brazo y me atrapaste para que te abrazara  aspiré su olor y me tranquilice, cuando me apartó, me sonrió y me dijo “Te amo, de aquí hasta la última esquina.”

 



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En el texto hay: amor, historiascortas, historiasdetodo

Editado: 26.10.2021

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