ʜɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴘᴀʀᴀ ᴄᴏɴᴛᴀʀ

EL BAR

Llegaba de trabajar, eran casi las cinco de la mañana, me acerqué al balcón precario de mi departamento, saqué un cigarrillo y lo terminé con el fresco aire y un bello amanecer. Tengo siete hijos, una esposa difunta y 37 años, ante cualquiera soy la desgracia personificada o muy joven, son tres niñas y cuatro niños, todos son menor de edad, me ingenió para poder cuidarlos, llevarlos a la escuela, el desayuno, almuerzo, cena y poder jugar con ellos, trabajo en un bar por la noche, mientras ellos duermen, el bar queda justo en la esquina del departamento, aún así mi vecina de setenta años se queda cuidandolos sin pago alguno.Mis hermanos son cinco, todos padres de familia, ninguno me ayudó y cuando caí me levanté solo por mis hijos.

Después de llevar a todos los niños a la escuela, mi vecina me dijo que quería pasar tiempo con ellos y como el bar cumple 40 años iba abrir desde las cinco de la tarde.

Trabajo sin descanso, no me puedo dar el lujo, siete niños dependen de mi, como yo dependo de los clientes que me dejan propina. Sirvo tragos, los mejores, en realidad no tengo mucha experiencia pero me contrató el dueño porque le conté mi situación.  Tengo una cliente especial Deila tiene 20 años, es la que más dinero  me deja, se casi todo de ella, me coquetea, pero no sabe que tengo hijos, viene todas las noches hasta que cerramos.  

Lo ayudé al dueño a limpiar y ordenar y me preparé un  trago, lo estaba por tomar y alguien  me interrumpió era Deila, había llegado puntual, pidió whisky lo de siempre, charlamos hasta que comenzó a llegar gente y tuve que atender, por un momento la perdi de vista hasta que la encontré dormida en uno de los sillones. Me acerqué y me fije si estaba bien, había bebido más de lo normal, le pedí al dueño unos minutos y la llevé a mi departamento, los niños estaban casi dormidos, mi vecina estaba tomando un  cafe y se sorprendió al verme, le conté y la dejé durmiendo en mi habitación. Volvi rápido al trabajo y se había amontonado más gente, atendí los más que pude y gané más de lo normal. Eran casi las cinco, le ayude a cerrar el bar a mi jefe y me fui caminando hasta mi casa, ahora que lo veo es un barrio peligroso, pero es lo que tengo para pagar. Mi vecina estaba saliendo de mi casa y me sonrió le agradecí y estuvimos charlando un rato hasta que se marchó, entré y estaba Deila con una de mis remeras, se había duchado y estaba preparando café, me dio una nostalgia, dejé mis cosas en el perchero y sentí unos brazos alrededor de mi cintura, me di la vuelta y era ella, le seguí el abrazo porqué me sentía cansado. Nos miramos unos segundos y me fui a duchar, cuando salí habia preparado todo el desayuno, mis hijos se estaban despertando así que los cambie, los peine y fuimos a desayunar.  A principio la observaron mucho, hubieron preguntas incómodas y luego todo fue tranquilo, cuando terminamos, ella se vistió y se ofrecio a llevarnos en su auto, dejamos a cada uno y me trajo a casa. Charlamos en el auto, me pregunto por mi mujer, mis hijos y me intento besar, lo estaba por aceptar pero no, ella solo tiene 20 años, una vida entera, no la puedo encadenar a una vida de siete hijos, un trabajo de tiempo completo. Ella me miró y se corrió los pelos de la cara, nos despedimos con un incómodo adiós y subi al departamento, comencé a limpiar y encontré un aro de Daila, lo guardé para entregárselo cuando la vuelva a ver, su fragancia seguía en mi almohada, me acosté y me dormi profundamente. 

Al despertar eran casi las siete de la tarde, me levanté sobresaltado, tenía que buscar a mis hijos a las doce del mediodía, tenía llamadas perdidas de mis hijos y de un número desconocido. Me cambie y me fui directo a la escuela, la dirección me dijo que una mujer había retirado a los niños, se me heló el cuerpo, vi mis mensajes otra vez y tenía un buzón de voz del numero desconocido, era Daila, había retirado mis hijos, me paso una dirección y corrí. 

Era una casa de dos pisos, lo bastante sencilla, con un gran patio adelante, golpee la puerta y una mujer mayor me atendió, me llevo hasta donde se escuchaba el bullicio y allí estaban. Me miraron y me abrazaron, se me volvió el alma al cuerpo, pero me sentía enojado, Deila había traído sin permiso a mis hijos. Agarre todas las cosas y nos fuimos, no le dirigí la palabra a Deila, ni siquiera la miré. En el camino a casa le pregunté a mi hijo mayor que había pasado y me dijo que Deila era amiga de la madre de una compañera de ellos y venia a buscarla, pero como no parecía se los llevó. El enfado se me fue pasando pero había dejado las cosas claras.

Cuando llegamos a casa, comimos algo, jugamos y ya era hora de ir al bar, mi vecina llegó y me fui rápidamente. El dueño habló conmigo, antes de abrir, me contó que le estaba yendo mejor en el bar y que quería abrir una cafetería cerca de aquel lugar. Me propuso que ademas de atender en la barra cuidará el bar, porque el se encargaría de la cafetería, mi corazón latía a mil, era una gran oferta, sin dudas lo acepté. Estaba feliz, y ahí estaba Deila frente a la barra, pero al parecer ya había tomado en otro lugar, me dijo que no le importaba que tuviera siete hijos, que se casaría conmigo, lo gritó y la besé. Pero cuando terminamos el beso, la aparté, le dije que se marchara y no quiso, me miró con la misma cara que mi mujer antes de morir. Se paró de la silla y se cayó, desde ese día, desde esa noche no se despierta, la vengo a visitar todos los días junto a mis hijos, me casé hace unos meses, ya tengo 45 años, y me cuesta entender que la vida es aterradora, Deila era alcohólica y solo fomente su vicio. Me compré un lugar para vender licuados, mi hijo mayor trabaja en el bar, estoy feliz pero Deila me entristece, su familia la desconecta en unas horas, y no estoy listo para ver otra vez eso, mi mujer me apoya bastante y por eso la amo. Me planteé lo curiosa que es la vida y lo mucho que nos duele que nos arrebaten a alguien de esta manera.



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En el texto hay: amor, historiascortas, historiasdetodo

Editado: 26.10.2021

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