Había llegado de cenar con él, mi pareja, quizas el se dio cuenta de que no estabamos bien, yo no podía dormir, bueno no duermo casi en las noches, pero lo vi llegar a las cinco de la madrugada.
-¡Eso es lo que te mereces!, espero que te toque un amor efímero y que cuando llegué el momento te preguntes algún día que hiciste mal.- me dijo él gritandome, no lo podía ver, sus ojos café solo demostraban tristeza, ira y enojo la vez. Estábamos a mitad de la calle, a las cinco de la mañana con un leve viento frío, donde solo se lograba escuchar el eco de sus palabras y su voz quebrada.
-Yo solo deseo que te marches.- le dije mirándolo a los ojos, -Todo es efímero, fugaz, lamento mucho lo que nos sucedió.- le volví a decir tocando su hombro, pero me apartó mi mano.
-Lamento lo que te ocurrió- me corrigió, ese día se marchó. Y mentiría si les digo que no lo pienso día y noche, es mi mayor fracaso recordar lo que perdimos o mejor dicho lo que perdí. Ese día no lo volví a ver, porque me dolía que en cierto modo él había encontrado un amor duradero, un amor vivaz que no le ocasionaba tantos problemas, un amor que que tenía casi veinte años desde ese día.
Todo lo que hacía desde que terminamos fue efímero y ahí entendí que por más que quiera, jamás sería merecedora de alguien que pensara en futuro. Hace unos días lo encontré, vi esos ojos café que tanto me gustaban y de un momento a otro perdí la batalla, supe que lo seguía amando. Lo vi y estaba con su hija al parecer, lo supe porque tenía sus ojos y su pelo, no saludamos un poco incomodos pero sin rencores, me invitó a su casa como si nada hubiera pasado y me presentó como su vieja amiga y de cierto modo pensé que él, me quería mostrar lo que perdí. Cuando cenamos su mujer no paraba de hablar, quizás notaba la tensión o solo era así, algo totalmente opuesto a mi, a mi silencio y frialdad.
-Mi esposo no para de hablar de ti, de que te quiere ver.- me dijo sonriendo su mujer, en la mesa solo había silencio que ella no percató en ningún momento. -Comentaba que escribías sumamente bien y te hemos visto en entrevistas y eres fantástica.- volvió a decir, haciendo énfasis en cada palabra.
-Si, yo también lo extrañé. - dije sonriendo, mirandolo fijamente, -Lastima que esta posiblemente sea mi última vez aquí, me voy mañana por la noche, encontré a personas increíbles del otro lado del mundo que aprecian lo que escribo y quizás si logran convencerme me quedaré.- les dije mirándolos fijamente, quizás ese era mi final, mientras yo me hundía en mis pensamientos él no paraba de mirarme.
-Espero que te acuerdes que aquí tienes amigos.- me dijo su mujer y yo simplemente sonreí.
-Agradezco mucho esta cena, pero creo que es hora de irme, tengo que preparar mis cosas.- dije levantándome de la mesa de forma más amable de lo normal. Me despedí de los tres y me fui caminando sola, eran casi las tres de la mañana, llegué a mi casa, preparé los bolsos, limpié un poco, llamé a la coordinadora y les dije que aceptaba lo que proponían, así que no volvería jamás aquí, porque no tenía motivos. Compre un par de cosas en el camino al aeropuerto, recuerdos, almorce en un puesto con mirada al mar y cuando se hizo la noche me fui a esperar el avión, algo nerviosa e inquieta, esperando por horas, un chico alto se me acercó porque se me cayeron un par de cosas de mi bolso y daba la casualidad de que íbamos en el mismo vuelo,nos hicimos grandes amigos.
Con respecto a él, no apareció, ni siquiera a despedir la vieja amiga del amor efímero. Solo me fui y no volví a verlo, cambié mi número y empecé otra vida, donde todo para mi comenzó a ser duradero.
Pasaron un par de años y me acostumbré, nuevos amigos, una relación estable con el chico que conocí en el avión y sobre el de ojos café...no volví a pensar en él, recibí un par de correos, pero los eliminé,ni siquiera los miré ya no formaba parte de este nuevo comienzo, el formó su familia y yo estoy empezando a formar la mía.