ʜɪsᴛᴏʀɪᴀs ᴘᴀʀᴀ ᴄᴏɴᴛᴀʀ

No hables con extraños

Tengo un trabajo del cual una persona jamás se aburriría, ni JAMÁS se arrepentiría. Bueno... yo sí. Estoy cansada de que mi sueño se frustrara gracias a una empresa familiar de la que hoy manejo, mi deseo era ser diseñadora de modas y terminé detrás de un escritorio abstracto, viendo como mis empleados temen que les baje el sueldo o que los despida. Quizás no todo este perdido y este a tiempo de realizar mi sueño, pero pensar en eso me nubla totalmente mi actual panorama, me molesta.

Siempre voy a la plaza que solía llevarme mi padre, con una fuente en el medio que tiraba agua y bancos alrededor para contemplar la belleza central. Me senté en uno de ellos, era domingo  y vi un pequeño que quizás yo, doblaba en edad, su madre había ido a comprar y yo estaba almorzando una porción de pizza porque era mi horario libre, de la nada siento que se acerca cada vez a mí, con unos grandes ojos, llenos de curiosidad.

—¿De qué trabajas? — me dijo, es lo menos que esperaba que me dijera, quizás un "hola" o un "dame un pedazo de pizza" dolía menos. 

—Soy jefa de una empresa. —le dije sonriendo achinando los ojos, como si de algún modo decirlo me hiciera amar mi trabajo.

—¿Es realmente lo que te gusta? — me volvió a decir en un tono sarcástico, los niños saben todo.

—Sinceramente no, deseaba ser diseñadora de moda, lamentablemente cuestiones familiares. — le dije sonriendo con un profundo dolor. —¿Y tú?, ¿Qué deseas ser? — le pregunté nerviosa.

—Quiero ser dueño de una cadena de hoteles. — me dijo convencido. —Amo los hoteles, pero creo que si yo fuera dueño serían perfectos y accesibles. — me volvió a decir y yo juraba que dentro de ese cuerpo tan pequeño había un genio.

—Espero que seas lo que deseas. Disculpa, tengo que irme. — dije mirando mi reloj, me agache para tomarlo de sus hombres y lo mire fijamente. —No seas algo que no quieras, o te  terminaras arrepintiendo de por vida. — y me marché. Cuantas dudas le habré dejado.

—¡Estas a tiempo! —me gritó desde lejos y sonreí.

Pasaron los años, comencé a estudiar diseñadora pero estuve tan ocupada con el trabajo que me llegó a estresar, abandoné y eso me causó más infelicidad de la que ya tenía. Mis empleados no me temen tanto porque les aumenté el sueldo debido a un gran crecimiento de la empresa a nivel internacional, me va bastante bien, muchas personas dicen que se me da bien el negocio familiar.

Me enteré sobre el niño de la plaza de aquel domingo, su nombre es Pablo y salió en periódicos como el joven de 20 años que fue capaz de lanzar hoteles con total éxito. Me puse muy feliz al enterarme, por lo menos uno de los dos había logrado cumplir sus sueños. Me dio curiosidad saber de él, así que lo llamé,  era muy obvio que no me iba a contestar, por eso desistí de mi estúpida idea.

Al otro día, unos inversionistas me llamaron para decirme un par de noticias buenas, me cambié, desayune y corrí hasta el edificio donde estaba mi empresa. Mi secretaria me dio mis reuniones programadas para el día y una de ellas era con Pablo, era la persona que menos esperaba, en realidad estaba exhausta pero me alegro el día.

—Aun sigue igual de hermosa que el primer día que la vi en el parque. — me dijo con una gran sonrisa, yo no paraba de reírme.

—¡Que atrevido! Tengo el doble de tu edad aún y tu una vida por delante. — le dije sonriendo levantando una de mis cejas. 

—Disculpa por no atenderte, estuve con mi familia, Me casé, fue precipitado pero estoy enamorado. —me dijo rascándose la nuca, parecía nervioso. —Es diseñadora de moda, si leíste alguno de esos periódicos… — dijo señalando los diarios que tenía en la mesita frente a los sillones. —Sabrías que es una de las más exitosas, eso me gusta, el éxito. — exclamó embobado.

—¿Lograste lo que deseabas Pablo? — le pregunté curiosa.

—Logré la mitad de lo que dije que lograría. — sonrió. —Veo que tú jamás me hiciste caso con respecto al tiempo. — me dijo señalándome con un dedo, como si fuera reproche. 

—¿Qué haces realmente aquí Pablo? — le pregunté sin vueltas. Estaba molesta.

—Hola, me presento soy Pablo Cazziati y quiero comprar tu empresa. — dijo parándose y estrechándome la mano. Lo mire de arriba abajo y salí de la oficina, huí en realidad. Llegué a la plaza y me senté. Detesto pensarlo como una posibilidad, mis padres estarían furiosos tal y como me siento yo.

—¡Camianni! — escuché gritar mi apellido. Era Pablo, estaba respirado preocupado — En verdad no quiero comprarlo, esa empresa si es lo que deseas, lo noté cuando te vi escapar de la oficina. Eres exitosa tanto como yo y me vuelve loco pensarte, pase días viendo tus trabajos, tus planes, te iba a llamar pero no estaba seguro que contestarías, pero me casé a los 20 años y desperdicie una de mis mejores etapas de mi vida. Mi trabajo es increíble, es poco común y es accesible, justo como yo lo quería desde pequeño, tengo miles de proyectos y discúlpame en verdad tu éxito me hizo darme cuenta de lo envidioso y codicioso que soy, espero que me perdones por el inoportuno momento en tu oficina. — me miro exhausto, sus palabras fueron sinceras.

—Pablo podrás tener mi éxito cuando trabajes y tengas mi edad o puedes encontrar tu éxito a tu tiempo y con tu esfuerzo.  Puedo darte la empresa si quieres por unos números que me ofrecerás, pero gracias a mi esa empresa remontó y dudo que tú hagas lo mismo que yo. Me costó afrontar el hecho que cuando empecé a estudiar diseñadora de modas no me iba para nada bien, en una charla que tuve deseaba salir de ahí y volver a mi oficina, me di cuenta que quizás estuve equivocada con mi sueño, pero necesitaba caer para darme cuenta de que realmente no era lo mío. Espero que encuentres tu éxito Pablo. — le dije tocando su hombro, me puse el saco que llevaba y lo dejé ahí en la plaza, como la última vez.

Casi llegaba a los 60 años, me hice muy reconocida, casi internacional, recién llegaba de unas vacaciones y una diversión que había olvidado. Mi secretaria me dio las reuniones programadas para el día y vi el nombre de Pablo, hace 20 años no lo veo, le dije que lo sacaran y comencé mi día como si nada pasara.  Me encontraba sentada, charlando con proveedores y comencé a sentir golpes en la ventana que dan al corredor, levanto la persiana y ahí está Pablo, me disculpe con el proveedor y salí.



#25484 en Otros

En el texto hay: amor, historiascortas, historiasdetodo

Editado: 26.10.2021

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