Martin era un chico totalmente positivo, alegre, impresionaba a cualquiera que estuviera frente a sus ojos, pero la disconformidad que llevaba le llevó a desear. Quizás para chicos de 15 años está bien querer algo, poseerlo, desearlo. Pero Martín tenía todo a sus pies, eso le molestaba, no tener que trabajar duro por conseguir lo que quería. Era, como dicen los chicos de ahora,”raro”.
Un día, en una clase una profesora comentó sobre si deseaban algo o ser alguien, todos esperaban una respuesta de Martín positiva como siempre, pero obtuvieron algo completamente distinto. Él estaba empacado en la idea de desear ser alguien que no tiene nada, la mayoría se sorprendió, incluso su profesora, hubieron murmullos y luego un silencio incómodo. Martin con su sonrisa intacta, se paró de la silla que lo sujetaba a esa tediosa clase y se fue caminando lentamente hacia la salida, huyó, corrió. Después de que nadie lo viera, se escondió en un salón vacío.
Martín jamás fue un chico que deseo tenerlo todo, pero por sus condiciones de vida era algo muy común, una amiga de él unos años mayor se le acercó: "Pedile un deseo a la luna Martín" le dijo, luego de ver lo desconcertado que quedó su amigo le explico que la luna era la única que lo entendía y la única que sabía de tristezas. ¡Gran historia!
A la tarde cuando salió de la escuela, llegó a su casa cansado y desanimado, abrió el ventanal de vidrio, que era el que impedía entrar al balcón y aspiró un aire fresco, algo que hace mucho olvidado hacer. Sonrió y vio como pasó el tiempo, allá en lo alto estaba la luna, se acordó de las palabras de su amiga, lo deseo, lo pidió con todas sus fuerzas. Luego de un par de minutos, se despertó, había sido un sueño, aquel lujo jamás había existido y la lluvia acechando sus mantas y cartones en el suelo corrían peligro ante aquella inminencia.
Martín volvió a desearlo, volvió a imaginar que comía, dormía en la comodidad de un hogar, que tenía familia, amigos, volvió a pensar y pensar bajo la lluvia, llorando desesperadamente, no hubo caso. Al final, la luna salió y brilló como nunca, alumbrando la pérdida de un pequeño.