Tiempo Largo

Salgo de la jefatura de policías y me subo al carro de Carlos. Es un día lluvioso, pero ha sido terrible porque pase casi 4 meses escapando de mi “Stalker” y no me queda de otra que despejar mi mente. Ya las experiencias malas pasaron: mis mejores amigas están muertas y mis amigos en estado crítico en el hospital. Lo más seguro es que mueran, pero trato de no ser pesimista. Solo acepto la realidad en la que vivo y no puedo negarlo. Aún tengo a Carlos, a pesar de todo no me ha fallado y por mi culpa paso por un mal momento.

Arranca el carro y no enciende la radio, pero comenzamos a hablar:

— Es duro por lo que pasaste— dice.

Solo muevo la cabeza y lo miro de forma seria.

— No te preocupes por mí, estoy bien— dice.

— Pamela tenía razón sobre Daniel— digo.

— Espero no encontrarme al hijo de puta en la calle. Te aseguro que lo mataré— dice.

Suspiro lentamente.

— Todo estará mejor. Solo quiero olvidarme de esto— digo.

—Tranquila, yo te ayudaré. Todo estará bien, te lo prometo— dice.

La plática más larga que tuve en ese momento, en todo el viaje me mantuve callada. Carlos me ayudo a empacar mis cosas porque me mudaría a un lugar de zona 10, pero con la condición de que no diría donde vivo y no tenía que revelar información como: ¿Quiénes son mis padres?, ¿Por qué me mude? Y cosas de esa índole.

Carlos me da una nueva computadora y teléfono encriptados para que ningún hackeo ocurra con éxito. Actualiza el “Firewall”, decodifica algunos archivos para encubrir mi dirección IP y alguna otra cosa que no entiendo, pero me sentía mejor.

Mis días en la universidad son calmados, mis compañeros me recibieron de la mejor forma a excepción de Pamela que aún seguía molesta conmigo. No sé cómo decirle que tenía razón sobre Daniel.

Carlos me hizo compañía el resto del semestre, así que no me preocupaba por nada. Me acompañaba a casa y me ayudaba con las tareas. Me gustaba hablar con él y eso trajo como consecuencia el que saliéramos un par de veces, pero nada malo me pasaba con él, era mi único lugar seguro.

A finales de semestre se hace fiesta nocturna se llama Night UMG en donde estudiantes de las facultades acampaban en las instalaciones y realizaban reuniones y cosas similares. Carlos se reuniría con un par de compañeros. Yo tenía miedo de socializar con cualquier persona con la que me juntara: sentía odio, desconfianza, y asco por conocer gente.

Era el último día del semestre y todos estábamos felices, solo faltaban los exámenes finales para poder realizar nuestro tour Night que sería a mediados del mes de junio.

Estaba preparada para todo, era algo raro estaba preparada para realizar esta nueva experiencia. Así que empaque todo lo necesario: linterna, comida chatarra, un par de “Root and Beer” para disfrutar una noche loca. Carlos está en su carro esperándome para ir a la universidad.

Al llegar vemos gente que está sentada como si nada: compañeros haciendo unas especies de fogatas, las aulas iluminadas con lámparas y otras con velas. Sin duda un espectáculo.

Carlos se junta con un par de amigos: Juan Pablo, Edwin y Josué, grandes compañeros desde que empezó a estudiar. Pasamos hablando de diversos temas: futbol, noviazgo, problemas en la universidad y licenciados, pero tuvieron que tocar el tema que menos quería hablar.

— Dime, ¿Cómo te siente? —Pregunta Juanpa.

— ¿Con qué? — digo.

— Daniel, ya no apareció y tu pasaste por lo peor— dice.

— Fue horrible y no quiero hablar de eso— digo.

— Tienes que hacerlo. A veces es bueno desahogarse— dice Edwin.

— Si, me siento una tonta. No pude creer que le haya permitido esa confianza. Este fue mi resultado— digo.

Una persona que estaba cerca de una columna hecha de ladrillo y cemento se acerca.

— Te lo dije —.

— ¡Pamela! —Dice Carlos

— Hola— responde seria.

— ¿La conoces? — digo.

—Es mi compañera hacker— responde Carlos.

Se le podía ver el ceño fruncido. Estaba molesta conmigo después de lo que hice, por mi culpa a ella la atropellaron. Tal vez si no hubieramos hablado, ella estaría bien y seríamos mejores amigas.