No puedo seguir

Me siento en la orilla de una ambulancia para ayudarme a superar esta crisis nerviosa que tengo. Mis amigos están entregando muestras de sangre para saber si el gas era una especie de alucinógeno o puede ser algo letal para el cuerpo humano. Estoy concentrada en mi horrible sueño porque todo se miraba tan real, siento que es mi mente quien está jugándome una mala pasada.

Lo único que sé es que tengo que encontrar a Daniel y tratar de resolver todo esto. No sé ni como lo hare.

— Estas bien— dice Carlos.

— Es una vil mierda esto— digo.

— Mataron a Edwin— dice.

— Creo que es obvio—digo.

— Necesito mostrarte algo que no pude hacer hace mucho tiempo— dice.

— La verdad, me importa unas tres o cuatro hectáreas de mierda— digo.

— Escucha, quiero ayudarte — dice con un tono de voz más fuerte.

— No quiero más ayuda— digo.

Me largo y me subo a mi carro para llorar augusto. Ya no quiero ayuda, quien me podrá darme una solución con respecto a mi “Stalker”. Él asesina a sangre fría, me intenta matar y nos droga. No conozco a nadie que me pueda ayudar: ni mis padres, ni mis hermanos, ni la puta policía.

Siento que me queda una opción y no me va a gustar. Arranco el carro y llego lo más rápido a mi casa para acostarme en mi cama, poner mi almohada encima para que mis lagrimas sean absorbidas. Ya no aguantaba la angustia y la agonía de esta situación. Consideraba a Daniel como un amigo, ahora se que es un lunático obsesionado conmigo.

Siento que no tenía otra opción, es una decisión muy arriesgada y loca. Me dirijo a la cocina y tomo un cuchillo, el más afilado que tenga, me lo pongo en el cuello. No aguanto más este sufrimiento así que me corto la garganta lo más rápido y profundo para lograr mi suicido.