Con la abrupta cancelación del experimento, los participantes quedaron en estado de confusión. Para muchos, era difícil asimilar que todo había terminado. Los prisioneros, que habían sido sometidos a días de abuso psicológico, necesitaron tiempo para recuperar su identidad y recordar que la prisión nunca había sido real. Algunos de ellos sintieron alivio inmediato, mientras que otros experimentaron una extraña sensación de pérdida, como si se les hubiera arrebatado algo que ya formaba parte de su nueva realidad.
Por otro lado, los guardias también quedaron marcados por la experiencia. Algunos justificaron su comportamiento como un simple juego de roles, afirmando que solo estaban actuando según lo que se esperaba de ellos. Sin embargo, otros mostraron signos de incomodidad y culpa al reconocer que su crueldad no fue impuesta por órdenes externas, sino que surgió de ellos mismos.
Philip Zimbardo convocó reuniones con los participantes para discutir sus experiencias y tratar de ayudarles a procesar lo sucedido. Pero, lejos de cerrar el caso, estas sesiones revelaron lo profundamente afectados que habían quedado algunos de los estudiantes. Se habló de ansiedad, insomnio y sentimientos de vergüenza, tanto entre prisioneros como entre guardias.
El experimento causó un impacto inmediato en la comunidad científica y en la sociedad. Mientras algunos investigadores consideraban que los hallazgos de Zimbardo eran una prueba irrefutable del poder de la situación sobre la personalidad, otros denunciaron la falta de ética y el daño psicológico causado a los participantes. El estudio fue criticado por su metodología y por la aparente falta de control de Zimbardo sobre su propio experimento.
Los medios de comunicación no tardaron en hacerse eco de la historia. Reportajes en periódicos y entrevistas a los involucrados pusieron en el ojo del huracán a la Universidad de Stanford y a Zimbardo mismo. ¿Había sido el experimento una revelación crucial sobre la psicología humana o simplemente un espectáculo cruel disfrazado de ciencia?
Este capítulo examinará las reacciones inmediatas tras la finalización del estudio, el impacto en los participantes y el inicio del debate que, décadas después, seguiría generando controversia en la comunidad científica y en el público en general.