El Experimento de la Prisión de Stanford marcó un antes y un después en la psicología social, no solo por sus hallazgos, sino por las cuestiones éticas que suscitó. A raíz de este estudio, el debate sobre los límites de la experimentación con humanos se intensificó, impulsando cambios en la regulación de estudios psicológicos.
Hoy, la ética en la investigación ha evolucionado significativamente. Instituciones académicas e investigaciones en psicología deben pasar estrictos controles éticos, garantizando que los participantes no sufran daños físicos o psicológicos. Esto plantea la pregunta: ¿podría realizarse un experimento como el de Stanford en la actualidad? La respuesta es clara: no en los mismos términos.
El futuro de la psicología social sigue explorando la influencia del contexto en la conducta, pero con metodologías más controladas y sin los riesgos que caracterizaron a Stanford. Sin embargo, la esencia del experimento sigue vigente en el estudio de la autoridad, la obediencia y el comportamiento humano en situaciones de poder y opresión.
En este capítulo, analizaremos el impacto del experimento en la ética de la investigación y cómo la psicología ha evolucionado para evitar repetir los errores del pasado.