-Maestro Kenobi oscuros tiempos son estos- dijo el maestro Yoda cerrando los ojos y presionando con intensidad su bastón- es bueno verte.
Le había tomado menos tiempo de lo esperado llegar a la nave alderaana y el senador Organa había hecho todas las gestiones para que su nave llegara sin ser fiscalizada. Se alegró de ver al viejo maestro en el crucero, pero no podía percibir a ningún otro Jedi. Y en Coruscant, algo terrible estaba pasando, podía sentirlo.
- ¿Cuantos Jedi han logrado sobrevivir? - preguntó Obi-wan con una punzada en el estómago, sabiendo en el fondo lo peor, y Yoda se lo confirmó con un triste movimiento de cabeza.
-Ninguna noticia hemos tenido...
-Vi a cientos de tropas atacar el templo- añadió el senador Organa- por eso me tomé la libertad de intervenir las líneas Jedi en busca de algún sobreviviente.
- ¿Se han contactado con el santuario?, seguramente debe quedar alguien, el Maestro Windu...Kit Fisto- se quejó Kenobi- ¡Anakin!, Anakin estaba en Coruscant, ¿estaría en el templo?
Yoda negó con la cabeza.
-Solo hemos recibido un mensaje instando a todos los Jedi a volver al santuario- señaló Organa- ¡pero los clones controlan el edificio!
Obi-wan se tomó la cabeza. Hace horas había derrotado a Grievous, la guerra debería haber terminado, pero en cambio todo se veía más oscuro. Temió por su viejo padawan en el planeta, esperaba que no fuera tarde para ir en su ayuda.
-Señor, tenemos una llamada desde el senado- apareció el capitán Antilles intentando no importunar a sus superiores- el canciller supremo de la república solicita su presencia en una sesión especial de emergencia.
-Dígale que ahí estaré- respondió Bail y luego miró a los jedis- ¿creen que sea una trampa?
-No creo- dijo Kenobi tras meditarlo un segundo- el canciller no podrá controlar a miles de sistemas estelares si no mantiene el senado intacto.
Yoda asintió tranquilizándolo, pero debía ser cuidadoso, muy cuidadoso.
-Regresar debemos- añadió el antiguo maestro- si rezagados Jedis quedar, la transmisión del templo en una trampa los hará caer.
-También debemos saber que pasó- pensó Obi-wan, temía por Anakin, una presión en su pecho le señalaba que algo terrible estaba sucediéndole.
Los jedis viajaron con Organa hasta la plataforma de aterrizaje del senado. Se despidieron en silencio. Mientras Bail se perdía en los pasillos del parlamento, Yoda y Kenobi se escabulleron por la oscuridad del edificio.
Al ingresar Organa vio el senado atiborrado de gente, como si fuera una jornada normal. Tomó su asiento habitual, y todos aguantaron la respiración cuando vieron un figura encapuchada de aspecto siniestro ingresar al podio. Sonaba como el canciller Palpatine, pero...
-Los intentos de acabar con mi vida me han dejado lleno de cicatrices y deformado, pero les aseguro que mi determinación nunca ha sido más fuerte.
La gente gritó y suspiró de la impresión. Una senadora humana perdió el conocimiento en alguno de los rincones del parlamento.
-Me retrasé- le dijo una voz conocida a su lado- ¿qué ha pasado?
La senadora Amidala lucía un rostro cansado, con ojos ensombrecidos por el agotamiento.
-El canciller ha estado disertando sobre un complot de los Jedis para derrocar al senado- le respondió Organa con rostro de preocupación. Le inquietó el aspecto de su querida colega, pero decidió no agobiarla con preguntas personales.
-Eso no es cierto- respondió ella.
-Eso quiere hacernos creer- señaló Bail- me temo que...
Organa no pudo terminar su frase, porque fue interrumpido por las exclamaciones Palpatine.
- ¡La guerra ha terminado!, los separatistas han sido derrotados y la rebelión Jedi desbaratada. Estamos parados en el umbral de un nuevo comienzo- Palpatine levantó los brazos efusivamente, sonriendo y finalmente agregó- y para garantizar nuestra seguridad y una continua estabilidad, la República será ahora convertida en el Primer Imperio Galáctico, ¡y les aseguro que durará diez mil años!
Bail quedó pasmado al igual que la senadora Amidala. Esperaban en esta sesión la entrega por parte del canciller de todos los poderes extraordinarios obtenidos, pero en vez de eso un dictador se alzaba mientras el Senado aplaudía a rabiar.
Padmé no pudo contener las lágrimas, sostuvo el brazo de Organa y agregó en casi un susurro:
-Entonces así es como muere la libertad, entre aplausos estruendosos.
Bail no podía soportarlo, debía alzarse en contra de esta...abominación, pero el brazo de la senadora Amidala lo detuvo.
-Senadora, no podemos permitir que esto pase-dijo Organa intentando contener la emoción- ¡usted debe estar de acuerdo conmigo!
-Ahora no es el momento- dijo ella mostrando como en cada corredor, en cada plataforma y balcón, soldados clon aparecían sosteniendo sus blásters- ya llegará nuestra oportunidad.
-Si llegará- pensó Bail con una mueca de dolor- dedicaré lo que me quede de vida en recuperar lo que Palpatine nos está quitando en este momento.
Yoda tuvo que contener a Kenobi que apenas podía controlar sus emociones al ingresar al templo. Había soldados con túnicas jedi intentando emboscar a cualquier desprevenido que viniera en búsqueda de ayuda, y francotiradores en cada rincón. Lo más doloroso fue el ver los cuerpos sin vida de compañeros y alumnos con los que había compartido. Nadie había sobrevivido. Lo más perturbador era que no habían sido acribillados por disparos, sino que habían sido eliminados con un sable láser. El Sith se había atrevido a vulnerar lo más sagrado de los jedi, esa era la infamia final.