1.

— ¿A dónde quieres llegar con todo esto, Luke?

Me preguntó mi madre. Lo había hecho de nuevo, herirme.

Simplemente no le contesté, estaba al borde del llanto, no tengo palabras para expresar lo mal que me siento.

— No quiero hablarte. Ni a ti ni a nadie. ¡Largo!

Es vergonzoso decir que mi familia ya sabe que me comporto así luego de autolesionarme, soy un asco, me consideran un loco. Patéticos.

Mi madre salió de la habitación, yo me encerré bajo llave y me recosté en la puerta, caí al suelo lleno de lágrimas en los ojos, no entiendo porqué me pasa esto a mi, tener estos pensamientos monstruosos, estoy frustrado de esto, tener que pasar por esto todo el día y todos los días, una caída tras otra.

Concurro al psicólogo tres veces a la semana. La doctora Smithson ya me conoce a la perfección. Sus ejercicios de relajación son asombrosos, lástima que después de salir de su consultorio tengo que ver la cara de los idiotas de mis padres. La terapia del día se fue a la mierda.

El martes pasado, la doctora Smithson decidió hablar con mis padres acerca de mi. Dijeron que me mantenga lejos pero no hice caso. Hablaron sobre llevarme a una especie de centro de rehabilitación. Qué ridículo.

No estimé absolutamente ninguna palabra hasta que ellos mismos decidan hablarme sobre el tema. Es obvio que solo hacen esto para quitarse un peso, o sea yo, de encima.

Si lo pensaba mejor, probablemente sería mucho mejor estar allá que seguir compartiendo el mismo techo con esta inútil familia.

Me desperté por unos golpes en mi puerta,me levanté de la cama y abrí la puerta ya que la tenía bajo llave. Era papá.

— Quiero que hablemos, Luke.

Dijo, como siempre, seco.

"Aquí vamos de nuevo", pensé.

— ¿Qué?

— Escucha... Lo decidimos con tu madre y la doctora. Te irás a un centro de rehabilitación.

Dijo con su típico tono frío.

— ¿Perdón? ¿Centro de rehabilitación?

Contesté, no estaba sorprendido obviamente.

— Luke... Queremos ayudarte. Y creo que lo mejor sería que te quedes en un lugar donde realmente te ayuden a mejorar.

Se notaba el enorme esfuerzo que hacía al tomar el papel de "padre comprensivo".

— Eso no es cierto. Ustedes solamente quieren quitar un peso de encima. Solo quieren deshacerse de mi. No actúen como si les importara porque sé que no lo hacen ni un poco. Son una basura.

— ¿Gracias a qué somos una basura, Luke? Gracias a todo lo que causas con tu locuras y ocurrencias estúpidas. Jamás te cansas de llamar la atención y te aseguro que no ganas nada con eso.

Contuve mis ganas de llorar.

— ¿Jamás te pusiste a pensar en que sentido tendría para mi "llamar la atención" según tu? No soy así porque quiero que todos volteen a verme porque si lo hacen es solamente para burlarse de todo lo malo que me sucede, nadie siente lástima por mi, solamente yo me tengo lástima.

— Deberías. No haces más que joder con todo esto, y la pregunta es porque sufres de esa manera. ¿Que tenemos que ver nosotros que tanto odio nos tienes?— Preguntó.

— ¡Porque ambos son una basura! No pueden hacer otra cosa más que hablar mierdas sobre mi. "Tengo un hijo rarito", "mi hijo no está bien de la cabeza", "solo es un pasatiempo". ¡Ustedes se atreven a juzgar o incluso burlarse de mi dolor! No se hacen una mínima idea de las cosas que pasan por mi mente las 24 horas del día, todos los putos días, es una tortura. Jamás vas a entenderlo. ¡Ni tu ni nadie!

No aguantaba más, estaba al borde del llanto.

— Empaca tus cosas, te llevaré hasta allá. Ya.

Se levantó y salió de mi habitación.

Me largué a llorar sin más. No podía creer que no tenga siquiera un poco de compasión por todo esto.