Stay

Decisión

Me ató en mi propio lugar. 

     Mi padre decidió arrastrarme a sus amigos, colegas… cómo sea que debía considerarlos. Sin importarle lo que yo pensara de ellos.

 

Con lo que había pasado en aquella junta, para mi padre todo se mantenía en calma. Pero para mí, nada era tranquilo, y él sacudió mi paz con una sola decisión.

     A mis veintiocho años, lo último que quería era ver mi biografía y mi toda mi Hoja de Vida en una pantalla. Corrección: en esa pantalla.

     Sólo esbocé una pequeña sonrisa y disgusto en las comisuras de los labios. Fue entonces cuando sentí una extraña sensación en la boca del estómago.

     Intenté respirar.

     Intente calmar mis entrañas.

     Todos me miraban.

     «Inspira, espira, inspira, espira…», me repetí varias veces.

     Intenté abrir la boca para decir algo, pero no salió nada.

     —John… —siguió hablando. No podía prestar atención a lo que decía. Me estaba interesando más y más en él a medida que veía como movía la boca. Estaba tan sorprendido. Tanto. ¡Demasiado!

     Poco a poco, sentí como la sangre bajaba a mis pies.

     Pedirme de repente que asumiera esta decisión era difícil de aceptar. Una decisión que no se me había consultado.

     ¿Qué sería después?

     «Oh, genial, ¿puedo ser el próximo presidente del Mundo sin ni siquiera tener que pedirlo? ¡Qué honor!».

     Todo giraba en torno a sus planes, por supuesto, yo era su nuevo objetivo. Estaba tentado. En eso Carlos rompió el silencio que se mantenía después de la reunión, en el comedor, donde estábamos con Erika y Micaela. Ellas también estaban estupefactas por la noticia, o eso tal vez aparentaba Micaela cuando me miró. Algo me decía que sabía algo. El instinto me decía que ella sabía algo. Pero desde luego no me lo diría. Sólo esperaba que no me dejara solo en esto. Esperaba que mi padre no lo haya pedido que hiciera algo más que callarse.

     —¡Vaya sorpresa lo de John!

     Erika asintió con una sonrisa intrigante.

     Me miró.

     —No sabía que Andrew pudiese tener ese as bajo la manga.

     Micaela parecía estar pensándoselo. Yo, en cambio, permanecía inmutado en mi silla.

     —¿Qué piensas John?

     Miré a Carlos.

     —Supongo que tengo grandes zapatos que llenar…

     «…como hijo de Andrew», terminé de decir internamente.

     Durante el discurso, me limité a expresar mi incredulidad ante sus ideas. No importaba lo que dijera, no podía hacerle cambiar de opinión.

     —Creo que la transición será suave —continúo Erika.

     «Como si todo le fuera bien, ¡por supuesto!»

     Micaela no dejaba de mirarme mientras mordía su bocadillo. Analizaba detenidamente lo que decía mi estúpida cara. No necesitaba sacar el tema. Decidí no responder y me levanté con expresión tranquila, para apartarme de la mesa y dejarlos solos en su cotilleo.

     Seguí caminando hacia su despacho. No había nada que pensar, sabía más de lo que podía decirle.

     Estaba solo con su móvil en la oreja. Parecía estar hablando de negocios. Mi nombre resonó ligeramente en la conversación, lo suficientemente interesante. Pero no me invitó a participar. Se dio cuenta en cuanto entré. Se disculpó y colgó. Enseñó los dientes. Parecía satisfecho. Hasta que recuperó su seriedad habitual.

     —Procura liderar HearConnect, como se ha venido haciendo hasta ahora —sobrepasando los límites, que él considera correctos, más no los límites que yo creo necesarios—. Tienes que mantener la cultura que hemos construido.

     —Debería seguir tus pasos y llevar ese barco a lo más alto, ¿no? —Se dio cuenta de mi sarcasmo. Pero también quería asegurarme de no perderlo de vista.

     —Asegúrate de no desviarte en el camino.

     No era solo una sugerencia como magnate, si se veía como una obligación por mi parte si creo que es para situar lo que digo en un contexto más paternalista, ético y moral. Debiendo ser el modelo perfectamente construido para él.

     Tenía una extraña sonrisa en la cara.

     Se hundía cómodamente en su sillón.

     ¿Por qué de repente figuro como líder?

     ¿O era solo una idea, muy aparte de enfrentarlo?

     Recordé las palabras de Ricardo para este momento:  En tiempos difíciles, debes examinar tus propias habilidades. Hecho. Al tomar decisiones bajo presión, debes mantener la calma. Cuestionable. Sabes que tienes el potencial necesario, lo sabes, ¿verdad? Podía considerarse. Ahora, si te molesta o te preocupa, mijo, coge al puto toro por los cuernos, métele un dedo por el culo si es necesario, y dile que no lo vas a hacer. Lo primero es aceptable, lo segundo innecesario, lo tercero estaba por verse. Llámame cuando lo tengas resuelto. No pues, gracias.




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